En la tradicional Misa Crismal en la catedral, celebrada a puerta cerrada por la pandemia Osoro, a sus sacerdotes: "Habéis estado con la gente, entre la gente y para toda la gente. Gracias de corazón"
"Pongamos la cruz en el centro de nuestra vida de sacerdotes. La cruz no le coge desprevenido a Cristo. Él hace entrega libre y decidida de sí mismo"
"Hacéis sentir los efectos de la presencia de Nuestro Señor en medio de los hombres"
| Rodrigo Pinedo
(Archimadrid).- «Vuestra presencia en medio de nuestro pueblo en este tiempo de pandemia ha sido y sigue siendo significativa. Habéis estado con la gente, entre la gente y para toda la gente. Gracias de corazón». Estas han sido las primeras palabras del cardenal Osoro a su presbiterio este Miércoles Santo, 8 de abril, en la tradicional Misa Crismal en la catedral, celebrada en esta ocasión a puerta cerrada.
Todos aquellos que seguían la Eucaristía por el canal de YouTube de la diócesis han escuchado el agradecimiento del arzobispo a sus sacerdotes –muchos de ellos golpeados directamente por el coronavirus– por mostrar el rostro del Señor con «lo que hacéis en comunidades parroquiales, en los hospitales, en las residencias de ancianos, en los lugares donde habéis podido estar con todas las ganas…».
«No habéis necesitado más que el aplauso de Nuestro Señor, que es también el que yo quiero daros, junto con un abrazo aunque no pueda ser físico en estos momentos», ha aseverado, confiando en que la renovación de las promesas sacerdotales pueda hacerse más adelante.
Ya en la homilía, ha insistido en que «hacéis sentir los efectos de la presencia de Nuestro Señor en medio de los hombres, cuando perdonáis, cuando bendecís, cuando acompañáis, cuando celebráis la Eucaristía, aunque estos días sea en una soledad que, para nosotros, es ficticia porque tenemos a toda nuestra comunidad, a todos los hombres con nosotros».
«Ojalá nos distingamos siempre por los frutos santos»
Tras alabar el ejemplo de san Antonio María Claret y san Pedro Poveda, ambos vinculados a Madrid, el purpurado ha deseado que, como decía el segundo, «ojalá nos distingamos siempre por los frutos santos».
En «tiempo de pandemia», ha concluido, la cruz «adquiere un significado muy hondo»: «Pongamos la cruz en el centro de nuestra vida de sacerdotes. La cruz no le coge desprevenido a Cristo. Él hace entrega libre y decidida de sí mismo… Yo entrego mi vida para recuperarla, nadie me la quita. La entrego libremente».
En la Eucaristía, concelebrada por los obispos auxiliares monseñor José Cobo, monseñor Santos Montoya y moseñor Jesús Vidal, han tenido lugar la bendición de los santos óleos y la consagración del crisma. Se enmarca en las celebraciones de Semana Santa que estos días acoge Santa María la Real de la Almudena a puerta cerrada.