La catedral de la Almudena ha acogido este domingo, 24 de marzo, la solemne celebración del Domingo de Ramos, en una liturgia que ha comenzado con la bendición de las palmas en la entrada de la calle Bailén, seguida de procesión. «Gracias a todos los que se ponen en marcha», ha comenzado el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, que ha presidido toda la ceremonia. «Que esta Semana Santa actualice nuestra fe», ha pedido a la entrada del primer templo de Madrid, y ha invitado a mirar a Jesucristo y, desde Él, «a nuestro vecinos para descubrir dónde están las semanas santas».
Ya en la Eucaristía, el cardenal Cobo ha retomado esta invitación. Así, durante la homilía ha recordando cómo la entrada de Jesús en Jerusalén para su Pascua fue «un día como este, bajo un cielo no distinto al que hoy nos protege». Allí, ha continuado, «muchos aclamaron a Cristo». Eran «los entusiastas, lo que sintieron en el corazón algo especial». Pero a los pocos días, todo cambió. «Las mismas manos y las mismas voces primero arropan a Jesús y a poco contribuyeron a su muerte». Ante esto, ha invitado a pasar de ser «entusiastas» y «espectadores» a «seguidores de Cristo».
En este sentido, ha continuado, «os invito a dar un salto de fe» y de «confianza en el Señor para atrevernos a ir donde Él quiera llevarnos», para, entre otras cosas, «envolver cuerpos rotos, como José de Arimatea», para «decirle que esta Semana Santa queremos ser más cristianos».
Una Semana Santa «para tomarla en serio» y «no volver el rostro ante las pasiones que hay alrededor». Unos días, así, «para contemplar las procesiones, pero este es el primer paso, porque a veces puede ser una coartada para no ver los dolores de nuestro pueblo». Por eso, ha animado a «cerrar los ojos de la cara y abrir los ojos del alma para ver la otra Semana Santa», a ir «juntos al calvario con tus cruces, pero también con las cruces del mundo».
El calvario, ha dicho, de «los 700 millones de personas en el mundo que viven con menos de 2 euros al día, de los jóvenes que se están suicidando, de tanta gente que vive sola», y también de los «cristianos perseguidos». «Atrévete a imaginarte clavado en la cruz», ha instado, y «pon rostros a la cruz».
«En un día como este comienza la salvación de todos nosotros», ha incidido el arzobispo de Madrid. «Fue un día como hoy cuando comienza por parte de Dios la gran explicación del sentido de la vida, de lo que hay en el corazón de Dios, y esto solo es entendible para quien elige verlo con los ojos del silencio, del amor y de la fe». Y ha concluido animando a fijar la mirada en María: «Que como Ella aprendamos a aguantar hasta el final para no perdernos el gran encuentro con el Resucitado».
Junto al arzobispo de Madrid han concelebrado el obispo emerito de Almería, Adolfo González Montes, y los obispos auxiliares de Madrid Jesús Vidal y Juan Antonio Martínez, así como el rector del Seminario Conciliar de Madrid, José Antonio Álvarez, el deán de la catedral, Jorge Ávila, vicarios episcopales, diáconos y seminaristas.
A la catedral, con una afluencia de fieles propia de las grandes solemnidades, han acudido también numerosas familias. Algunos de los niños han acompañado al arzobispo de Madrid en la procesión con los ramos. A ellos les ha querido dar las gracias: «Me habéis acompañado de una forma especial; ¡incluso me habéis invitado al cine!». También ha querido agradecer su presencia al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que ha participado igualmente de la Eucaristía.