(Archimadrid).- La localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes ya está en fiestas y mientras unos se preparan para, cada mañana a las 11:00 horas, correr los encierros de la conocida como Pamplona chica, otros lo hacen para recibir el sacramento del Matrimonio en la iglesia parroquial en una macroboda que se viene organizando desde hace meses.
Así, mañana, 29 de agosto, a las 20:30 horas, la parroquia San Sebastián Mártir acogerá una celebración única en Madrid: la boda simultánea de 18 parejas. La celebración se enmarca en las fiestas patronales en honor al Santísimo Cristo de los Remedios, cuyo día grande, hoy, 28 de agosto, se ha celebrado con una solemne Eucaristía presidida por Vicente Martín, obispo auxiliar de Madrid, y procesión a las 21:00 horas.
Las tareas de la macroboda se han asignado a diferentes equipos que están ya formados, a punto y funcionando. Así, a partir de las 16:30 horas, el centro parroquial se convertirá en un salón de belleza para las novias, con equipos de maquillaje, peluquería… Algunas novias ya se están preparando esta semana, como a las que Natalia, una joven de la parroquia que se ha ofrecido para la ocasión, les hará la manicura.
Por su parte, la parroquia se comprometió a hacer los ramos de novia, los prendidos del ojal de los novios y los adornos de los bancos. Los adornos florales del templo estarán listos porque la Hermandad del Cristo de los Remedios lo decorará el día anterior para la fiesta patronal.
Al terminar la celebración, a las puertas de la iglesia, la Hermandad del Rocío lanzará pétalos de flores desde la torre, habrá brindis, tarta realizada por una feligresa para 60 comensales y un castillo de fuegos artificiales. Después, los novios están invitados en las casetas, junto a la plaza de toros, y sus niños en las atracciones de la feria. Se trata de «que se sientan queridos», resume el párroco, Javier Sánchez-Cervera.
Sí, la macroboda está perfectamente organizada, más después del ensayo general que realizaron los novios este pasado sábado, 24 de agosto. El «sí, quiero» será individual, en el presbiterio, acompañados de los padrinos, y la entrega de los anillos y las arras se hará a lo largo del pasillo central.
Preparación espiritual
Durante estos meses, los novios se han ido preparando espiritualmente para recibir el sacramento. En junio realizaron todos juntos el cursillo prematrimonial (imagen principal) y cada pareja ha tenido un tutor que los ha ido acompañando en todo el proceso.
El sábado, además, «se confesaron todos». «Hubo bastantes lágrimas», señala el párroco, porque fueron muy conscientes de la gratuidad. No solo económica, que también, porque la parroquia se ha hecho cargo de todo y ha habido voluntarios. Sobre todo, de la gratuidad de Dios: «Tienen la sensación de que les ha tocado la lotería, de haber sido mimados y cuidados, de ser unos privilegiados; el deseo de casarse lo tenían, y de repente la Iglesia, Dios, de manera inesperada para ellos, ha empezado a mover cosas y todo ha sido fácil».
La iniciativa de la macroboda nació, hace ya unos meses, cuando el párroco hizo suyo el llamamiento del Papa Francisco en el punto 49 de Evangelii gaudium: «Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades». «Te la juegas -comentaba entonces-, porque no sabes si va a salir bien». Pero tenía claro que «no puedes constatar que la gente no está casada y cruzarte de brazos».
Su apuesta por un formato de varios matrimonios a la vez fue fuerte, y un domingo lo comunicó en los avisos al concluir las Misas. Se había percatado de que el 80 % de los niños que llevaban a bautizar a su parroquia eran hijos de padres no casados. Cuando les preguntaba que por qué no se casaban, las respuestas iban siempre en la misma línea: no había dinero, no había familia cerca o se les «había pasado el arroz hace años». Él lo tenía claro: «La gente tiene que poder acercarse al Señor y hay que ponérselo fácil».
Todas las parejas que van a contraer matrimonio son convivientes —el requisito para casarse era un mínimo de cinco años de convivencia—, algunos incluso llegan a los 30 años juntos. Muchos tienen hijos, y nunca se casaron porque lo fueron dejando, porque les suponía un gasto fuerte… Así le pasó a Silvia, una de las novias. Después de una relación de diez años con su Antonio César —él de Brasil, ella de El Salvador—, y una niña de 5 años, Ainhara, ahora cumplirán el sueño de su vida.
Tuvieron siempre la intención de casarse, «pero lo vas dejando por la rutina, el trabajo, la niña…». Un día, en Misa, el párroco anunció la macroboda en los avisos. «¡Este es el momento!», se dijeron. La niña los había animado muchas veces, «papá, cásate con mamá», así que no se lo pensaron.
Silvia ya lo tiene todo, hasta el vestido de novia. «Solo me faltaba la fecha de la boda; yo ya estaba preparada desde antes», relata, ilusionada. Ahora que se va a cumplir «este milagro», porque «el Señor ha hecho todo», ya solo «nos queda esperar el momento», algo que vivirán con intensidad, sobre todo, después del cursillo de novios.
Gracias a esa formación «nos hemos dado cuenta todavía más de la importancia del sacramento en una familia, sobre todo cuando hay hijos», afirma. Por eso ahora Silvia sabe que lo importante del día 29 de agosto será la boda en sí; «lo demás, la celebración, el viaje, es añadidura».
Otra de las parejas que se dará el «sí, quiero» son Karina y a Pedro, más de 16 años juntos y dos hijos que casi están más ilusionados con la boda que ellos. «¡Yo llevo los anillos!», les dijo el pequeño, Matías, de 14 años. Al ver el anuncio de la macroboda en la parroquia, Karina, de 44 años, se emocionó, «a estas alturas…, ¡pero nunca es tarde!».
No les importa casarse a la vez que más parejas y lo viven «como si fuera el principio» de su relación. Dios, que hace nuevas todas las cosas, «parece que se ha confabulado para que todo salga», porque además será el primer verano que coincidan en vacaciones, así que «nos iremos de luna de miel a Asturias».