"Su talante espiritual le impulsó a decir sí en toda necesidad pastoral que le proponían" Muere el sacerdote Rafael Prieto Ramiro
El sábado pasado, 10 de julio, fallecía Rafael Prieto Ramiro en la residencia-asilo de ancianos, regentado por las Hermanitas de los Pobres, de Plasencia
El domingo, día 11, el obispo diocesano presidió el funeral en la parroquia placentina de El Salvador, donde había ejercido como vicario parroquial durante muchos años
Sus restos mortales fueron llevados a su pueblo natal, Romangordo (Cáceres), donde reposan ya junto a los de su familia en el cementerio municipal
Sus restos mortales fueron llevados a su pueblo natal, Romangordo (Cáceres), donde reposan ya junto a los de su familia en el cementerio municipal
Rafael era una persona entrañable: sencillo, de buen humor, especializado en Teología e Historia de la Iglesia, cuyas Licenciaturas había obtenido en la Universidad Gregoriana, de Roma. Analista agudo de cualquier tema, libre y objetivo en sus valoraciones, muy apegado al Evangelio, con un amor grande a la persona y al modo de vida de Jesús, contemplativo y activo, aficionado a la buena literatura, diestro en el buen escribir como demuestran sus escritos en prosa y verso.
Sacerdote desde 1957, ordenado en Plasencia, empezó siendo párroco de Higuera de Albalat. Recién venido de Roma, con dos licenciaturas, vivió en la casa parroquial, a tres kilómetros de su pueblo y casa familiar, en un pueblo que no llegaba a quinientos habitantes. Con buena cara y con mejor espíritu. A todos nos extrañaba que no fuera nombrado profesor del Seminario, al menos para la Historia de la Iglesia, asignatura encomendada a un buen párroco de Plasencia, pero no especializado. Por fin, al empezar el curso 1960-61 fue llamado a Plasencia para encargarse de la clase de Historia de la Iglesia, en el Seminario diocesano, y coadjutor de El Salvador. Por primera vez dicha materia fue explicada en Plasencia por un especialista. La historia eclesial pasó de apologética de la Institución a historia real.
Su primer curso tuve la suerte de disfrutarlo siendo su alumno, y la ocasión de ver la diferencia con el curso anterior explicado por el buen párroco placentino. Ya no teníamos texto cuasi oficial, sino sus apuntes de ciencia histórica. Pronto también empezó a dar clases de religión en el entonces único instituto de Bachillerato de Plasencia, primero como ayudante del titular, profesor único de Teología dogmática en el seminario, el canónigo magistral, Pelayo Mártir Barbero; posteriormente pasó a ser Rafael el titular primero, al que se sumó otro sacerdote como ayudante.
Otra dimensión apostólica ha sido su dedicación Caritas. Muchos años fue Delegado Episcopal en Cáritas Diocesana. Infinidad de cursillos, conferencias, participación en congresos de Cáritas por toda España. Ahí nació su colaboración con Cáritas Española, donde también un sacerdote placentino, Felipe Duque Sánchez, ejercía de Delegado de la Conferencia Episcopal Española en Cáritas Nacional. En esa colaboración, sus escritos lograron ser, durante años, los más leído en el mundo. Fueron los Guiones litúrgicos, editados y propagados por Cáritas Española. Llegaron a la mayoría de iglesias, institutos religiosos, misiones, grupos diversos de Cáritas y de obras apostólicas... de España y naciones de habla hispana. Aviento-Navidad y Cuaresma-Pascua eran tiempos fuertes de la liturgia animados por Rafael Prieto con sus comentarios de teología bíblica, plagados de textos patrísticos, atentos a lugares teológicos y signos actuales de la presencia del Espíritu del Resucitado... Ofrecía “preces de los Fieles”, poemas, salmos contextualizados, oraciones diversas...
¡Millones de personas y comunidades han rezado sus letras y se han interpelado con sus interrogantes finales! Los títulos de sus Guiones son todo un mensaje de Amor divino, sugerente, actual, inteligible por cualquier conciencia. Estos son algunos de los escritos desde 1990 hasta el 2013: “La mano amiga de Dios”; “Un amor así de grande”; “Ríos del corazón”; “El otro, la nueva Teofanía”; “¡Ven!”; “Sí al tú”; “Un manantial de amor inagotable”; “Jubileo en la tierra, jubilo en el cielo”; “Pero si ¡todos somos uno!”; “Como la gallina a sus polluelos (Lc 13,34)”; “¡Si tú supieras!; “Levántate. Escucha. Camina”; “Como quién alza a un niño”; “La espesura del amor, Dios”; “Hoy estoy a tu puerta y llamo”; “Yo creo, yo espero en el Amor”...
Su talante espiritual le impulsó a decir sí en toda necesidad pastoral que le proponían. También la Adoración nocturna diocesana le tuvo de capellán durante años. Nunca buscó puestos de poder, ni padrinos eclesiales que le auparan. Era una persona libre y crítica con los dirigentes, y no callaba ante cualquier situación injusta llegada a su zona de influencia. Cuando apretó la carestía de sacerdotes en la diócesis, aceptó la parroquia de Grimaldo, una aldea del municipio de Cañaveral, de unos cien habitantes, a 35 kilómetros de Plasencia, desde donde la atendía pastoralmente. Su labor era de gran finura y elegancia espirituales: escucha y discernimiento, impulso animoso al seguimientos de la vocación propia... Incluso su modo de vestir tenía motivación pastoral: facilitar el acceso a la gente y de la gente.
Era fruto de su espíritu sencillo y de fraternidad con cualquier cristiano. Una vez que adoptó vestir de persona normal, tras el Vaticano II, jamás le vi con traje clerical. Vestía muy sencillo, y para ocasiones solemnes utilizaba la corbata. Creía que era el mejor modo de acercarse a la vida de la gente, como uno de tantos, “reconocido como hombre por su presencia” (Flp 2,7). No compartía la nueva ola de clérigos uniformados, buscando ser reconocidos por el atuendo. El clericalismo, criticado por el Papa Francisco, tiene un alimento añadido en la tendencia a vestir de modo distinto al resto del Pueblo de Dios. Alimento valorado incluso para subir en el escalafón eclesiástico.
En su haber tenía la iniciación del trabajo para lograr que el santuario de Ntra. Sra. de Guadalupe perteneciera a una diócesis extremeña. Junto con otro sacerdote placentino, Leocadio Curiel, recorrió Extremadura, promocionado el movimiento y la petición de que la Patrona de esta región perteneciera a Extremadura. En esta correría tuvieron un accidente de circulación que le costó la vida a Leocadio, y Rafael tardó tiempo en recuperarse de diversas lesiones. Aún sigue este problema sin solucionar, humillando a nuestras Iglesias locales por parte dela archidiócesis de Toledo. Si algo puede hacer desde el cielo por esta causa, estamos seguro que lo hará.
Querido Rafael, ruega por todos. Ruega por la Iglesia que tanto amaste. Ruega por los pobres a los que dedicaste gran parte de tu vida. Quienes disfrutamos siempre de tu amistad damos muchas gracias al cielo por tus dones, y tus atenciones generosas. No hace mucho, ya bastante enfermo, y “entubado” como me decías, con voz temblorosa, recibí tu llamada telefónica, interesándote por mi vida y animándome a “seguir haciendo todo el bien que pueda. Eso es lo importante de la vida”, decías. Gracias, amigo y paisano.
Estos días no dejo de recordar tantos momentos vividos en Romangordo (que nos vio nacer), en el Seminario placentino, en las vacaciones veraniegas cuando venías de Roma, en las primeras misas, en tantas conversaciones sobre lo divino y humano... Por todo no dejo de dar muchas gracias a Dios y a la Iglesia que nos unió en los mismos ideales. Como dice uno de tus Guiones litúrgicos: “yo creo, yo espero en el Amor”. En el Amor pleno al que tú ya has llegado, y yo espero llegar.
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