¿Qué es exactamente el trabajo decente? ¿Cuál es su concepto para los cristianos? ¿Cómo se defiende desde la Iglesia Española? A estas preguntas ha respondido el vicario Pastoral de la archidiócesis de Madrid, José Luis Segovia, en una entrevista publicada por la revista ‘A hombros de los trabajadores’ de Hermandades del Trabajo.
«Trabajar es prolongar el designio amoroso y transformador de Dios y un modo de ganarse el pan y subvenir las necesidades propias y de la familia; el trabajo es una forma de participar de la obra creadora y humanizadora de Dios». Pero «cuando pasa a ser un modo de perder la libertad (esclavitud) o se realiza en condiciones de opresión (explotación), o se impide el despliegue de otros aspectos de la persona y de la vida (unidimensionalidad), o se desarrolla en condiciones insalubres e inseguras (siniestralidad laboral) o el trabajador, por más horas que haga, no puede asegurar el sustento familiar, ni acceder a una vivienda digna (trabajo precario)… En ese momento y por múltiples causas, el trabajo deja de ser decente».
"El trabajo es una misión"
Asimismo, Segovia ha explicado que «decente es un trabajo que dignifica a la persona que lo lleva a cabo», que la «expresa» en su relación con la naturaleza, la historia y la sociedad. «Permite desplegar las capacidades, competencias y habilidades de cada ser humano, asegurándole su realización personal, asegurando la calidad de vida del trabajador y de su familia, y se desarrolla en un contexto de cuidados y protección».
En este sentido, «para los creyentes expresa la respuesta a una vocación. El trabajo es una misión». Eso lo supo entender muy bien D. Abundio, y forma parte de vuestro carisma que hace del apostolado la razón de ser de las Hermandades del Trabajo. «Las migraciones y las mujeres y los hombres migrados constituyen una riqueza y una imponente oportunidad si sabemos responder con audacia, solidaridad y creatividad a este desafío».
"Las migraciones y las mujeres y los hombres migrados constituyen una riqueza y una imponente oportunidad si sabemos responder con audacia, solidaridad y creatividad a este desafío"
"Los sindicatos deben mirar por los derechos de los trabajadores"
El trabajo decente se extiende a varios ámbitos, como la salud laboral, sueldos dignos, jornadas de trabajo que no invadan la vida personal, conciliación, etc. ¿Es una responsabilidad solo de las empresas? «Evidentemente, compete a las empresas el cumplimiento de la normativa laboral y demandar su cumplimiento». Pero «los derechos están más afianzados cuando se fundan en una malla tupida de actores con deberes». A la empresa se debe sumar el Estado. Este debe garantizar el cumplimiento de las leyes, la vigilancia de su efectividad, asegurar los derechos laborales y su expansión, la sanción en caso de su incumplimiento, etc.
Por su parte, «los sindicatos deben mirar por los derechos de los trabajadores y cumplir con eficacia su cometido, teniendo siempre una especial predilección por los más vulnerables, incluso por los trabajadores extranjeros que están en situación de irregularidad administrativa». Finalmente, «compete de un modo singular a los propios hombres y mujeres que desarrollan su actividad laboral y que son los primeros afectados por un trabajo no digno».
"Poner el foco en las relaciones laborales y en las estructuras sociales"
A la pregunta que si cree qué existirá en algún momento la justicia social universal, José Luis Segovia ha señalado que «justicia es una palabra omnicomprensiva que se puede intercambiar en la Sagrada Escritura con Salvación y con Paz. Nunca se realizarán plenamente porque participamos del pecado original y la plenitud solo la regalará el buen Dios al final de los tiempos». Sin embargo, «eso no nos exime de que nuestro anhelo de paz, de justicia y de salvación se tenga que traducir en búsqueda incesante de los derechos de los trabajadores, mejoras en su calidad de vida y prestaciones sociales, etc. Es el “ya, pero todavía no” del Reino de Dios».
"'Somos los demás y, particularmente, las autoridades los que hemos de impedir un abuso sobre las personas más frágiles que, a su vez, acaban fragilizando al sistema entero. Lo que no hagamos por solidaridad y sentido de la justicia, debiéramos hacerlo por sentido común y hasta por interés"
Por último, ha añadido que no podemos culpabilizar a los pobres por su pobreza. «Las personas en situaciones de vulnerabilidad, legítimamente, se agarran a un clavo ardiendo». Por eso, «es importante poner el foco en las relaciones laborales y en las estructuras sociales». Somos los demás y, particularmente, las autoridades los que «hemos de impedir un abuso sobre las personas más frágiles que, a su vez, acaban fragilizando al sistema entero». Lo que no hagamos por solidaridad y sentido de la justicia, debiéramos hacerlo por sentido común y hasta por interés.