Separarse del mundo es una vieja ilusión que desprecia la encarnación. Tutorial Esenio de Pureza Elemental
Mientras dios quiere sumergirse en lo humano, los creyentes parecen querer aislarse en lo "divino".
El mundo está lleno de pequeños detalles que parecen ser una amenaza para seguir el estilo de vida cristiano. Quien busque demonios tiene el trabajo fácil, porque al haber sido la cultura occidental cultivada con algunas prácticas y símbolos del cristianismo imperial de la edad media, la modernidad hizo rentable hacer manifiestos contra esa cultura y la posmodernidad abrió las puertas del rating a todo lo que pueda ser una burla, una deformación o un desafío a lo tradicional. La pureza, concebida como ese mantenerse impecable frente al libertinaje del mundo nunca se vio tan desafiada.
Sin mucha posibilidad de acceder a los desiertos, y lejos de una básica comprensión de lo que implica el mensaje cristiano, muchos grupos de creyentes han construido su cotidianidad como un constante esfuerzo por crear distancias frente a las manifestaciones culturales del mundo, especialmente con las referidas al sexo, las drogas y el reggeatón. Recuerdo todavía que iniciando mi camino en la fe en los noventas, conocí un grupo de vecinos que se estaban estrenando en una iglesia cristiana de corte pentecostal, que me invitaron a una fogata para cantar y compartir, pero que en realidad era un holocausto de libros, discos, casettes y demás elementos de su "vieja vida", que iban a destruir como signo de su consagración a dios. Luego encontré cosas semejantes y aún más peculiares en comunidades católicas.
Esenios del siglo XXI hablan en contra de todo los fenómenos del mundo relacionados con ciertas obsesiones, convencidos de que es posible sustraerse de la realidad y asegurar así mantenerse inmaculados para presentarse en ritos y reuniones sin vergüenza. Una concepción bastante reducida de la vida les permite enorgullecerse por todo lo que no hacen, hablar de intimidades que a nadie deberían importarle para mostrar lo bien que han logrado colonizar el mar muerto. Si en tiempos de Jesús era pecado comer sin haberse lavado las manos, para ellos es pecado encender la radio, el televisor, el computador, en cualquier estación, canal o web que no sea de esas en las que se habla 24/7 de lo mal que está el mundo y lo heroicos que son todos los esfuerzos por irse a vivir al desierto del aislamiento moderno.
Sin embargo, la encarnación tiene un mensaje ligeramente contrario a aquella convicción, y muchas de las palabras de ese Jesucristo, verbo encarnado, a quien dicen escuchar iban en contravía de la convicción de los esenios y de las prácticas de aislamiento, incluso de Juan Bautista, tan cercano a él. Jesús no se aislaba, no se apartaba de las costumbres cotidianas, sino que se sumergía en la realidad de las personas, y se le conocía como amigo de borrachos y prostitutas. Cenaba con toda suerte de indeseables y no tenía costumbres relacionadas con ayunos o rituales. Difícilmente se lavaba las manos y jamás le negó un abrazo o un contacto físico a alguien por ser impuro. De hecho, según las leyes de su propia religión, Jesús parecía tener por costumbre la impureza, cosa que sus adversarios le recordaban con suma frecuencia.
¿Por qué se comportaba así? bueno, alguna vez afirmó que nada de lo que hay afuera puede dañar el corazón, sino solo lo que sale de dentro, allí en donde los seres humanos nos consentimos el rencor, la envidia, la indiferencia o la necesidad de utilizar a los demás, incluso para sentirnos superiores moralmente a ellos. A Jesús hubiera podido preocuparle la misma serie de cosas triviales que constituyen la obsesión de los puritanos, de los esenios de la época o los neo-esenios modernos que ponen en lo superficial el centro de su religiosidad, pero no. Le preocuparon temas ligeramente más importantes como el hambre y el sufrimiento, el duelo y la soledad, la opresión y la mendicidad, las formas de infelicidad personal e institucional, que hacían la vida de los más simples tan difícil como llevar a toda hora una pesada carga sobre la espalda, una carga que los religiosos no querían tocar ni con un dedo. Para no contaminarse.
Si los cristianos fuéramos más cristianos, o medianamente cristianos, probablemente no estaríamos tan preocupados por las letras de las canciones, las escenas de las películas o los efectos de las sustancias, como por las causas de esa infelicidad personal y colectiva que lanzan irremediablemente a tantos al abismo de una soledad insoportable. El "mundo" que estaríamos intentando transformar no sería el de las manifestaciones culturales, sino el de las raíces estructurales que hacen la vida tan difícil para tantos, y en vez de usar las redes sociales para hablar contra las redes sociales, estaríamos buscando anunciar la buena noticia a los pobres y denunciar la codicia de los poderosos. Pero no, es más fácil boicotear un síntoma que ser profetas ante las causas.
Ese cristianismo aislado, de ghetto, tentado de puritanismo, está formado por esenios que al parecer pocas veces se preguntan por las fallas del sistema en el que viven, pero con frecuencia protestan contra quienes reaccionan contra ese sistema, mientras que en reuniones buscan una alegría fácil, una paz milagrera, un estado de tranquilidad fruto de 2 horas de aislamiento que hacen que la religión ya no sea opio, sino éxtasis, anfetamina. Con esa felicidad aparente y solo posible para quienes pertenecen al grupo y viven apartados de todo lo pecaminoso que pasa en el mundo, pueden hacer sus tiendas cotidianas para no sumergirse en ese mundo en el que dios quiso sumergirse para rescatar, para reparar, para anunciar que la alegría no es fácil pero si es invencible, para proponer una paz que no es aparente sino real y profunda, para deshacer una por una las causas del egoísmo que tanto sufrimiento produce a nuestro alrededor.
Quizá un día el cristianismo decida bajar del monte, honrar a su inspirador, darle sentido a su título de Señor, y vivir como él, untados hasta los codos de lo impuro, pues solo así se puede sembrar en la tierra la buena semilla del Reino, que no se vivirá en otro lugar que no sea aquí.
Etiquetas