Fracaso de los ultras en su enésimo intento de ensuciar la reputación del Papa
No soportan que Francisco use dinero donado para rescatar a un hospital
Infaman al pontífice y pretenden poner en entredicho su fama como el "Papa de los pobres"
"Documentos filtrados plantean preguntas sobre el papel personal del Papa en un nuevo escándalo financiero del Vaticano". Bajo este título, los ultraconservadores del portal estadounidense LifeSite News sacaron una nota que pensaron que "plantearía serias dudas" sobre la "reputación global" de Francisco como "el Papa de los pobres". Solo hubo un problema: todo se trató de una fake news, tal y como ha destapado el columnista del National Catholic Reporter, Michael Sean Winters.
Primero los hechos "verdaderos". Cierto es que, tal y como informó LifeSite, en el verano de 2017 la Santa Sede le pidió a la Fundación Papal -una organización estadounidense que asiste al Santo Padre en su ejercicio de la caridad- un donativo de 25 millones de dólares para un hospital romano que pertenece a la Iglesia, el Instituto Dermatológico de la Inmaculada (IDI). Cierto también es que el IDI ha sufrido problemas financieros al menos desde 2013, año en que se descubrió un agujero de mil millones de dólares en sus cuentas y se empezó a investigar a un total de cuarenta cargos de la institución por posibles delitos de lavado de dinero y bancarrota fraudulenta.
Pero lejos de ser un capricho del Vaticano -o menos, del propio Papa- la solicitud de la aportación de la Fundación Papal respondía a las medidas de control que la Santa Sede asumió en el mismo 2013 para que el IDI no se quebrara y para que el personal del hospital no perdieran sus trabajos. De todas formas, el pasado diciembre la Fundación Papal accedió a donar un total de ocho millones al IDI: una ayuda que fue repetida en enero de este año, cuando la organización le aportó al hospital otros cinco millones.
¿A qué viene la controversia ahora, entonces? Aunque los votos para aprobar los donativos de la Fundación Papal al IDI fueron supuestamente secretos, numerosos donadores a la Fundación -quienes tienen que aportar un millón de dólares para juntarse a la organización- han empezado a protestar por lo que consideran una "grave malversación" de "su" dinero.
Las responsabilidades por la "negligencia" que ha supuesto donar fondos a un hospital plagado de corrupción y mala gestión las colocan en dos personas, aparte del mismo Papa.
Una, la hermana Carol Keehan -monja progresista y presidenta de la Asociación Católica estadounidense de Salud- a quien LifeSite News acusa de no haber practicado la "diligencia debida" sobre el trato de la Fundación Papal con el IDI, pese al hecho de que compiló un gran dossier sobre las actividades del hospital.
Dos, el cardenal Donald Wuerl, presidente de la Fundación Papal, a quien los ultraconservadores señalan como cómplice del Papa en este supuesto escándalo. El cardenal de Washington, no obstante -quien es ampliamente reconocido como uno de los obispos más iprácticos e implicados en todo el episcopado estadounidense- se ha defendido recordando a los integrantes díscolos de la Fundación que, como su propio nombre indica, han de estar al servicio del Papa, y al compromiso de éste de "eliminar la corrupción y la mala gestión financiera tanto del Vaticano como de los proyectos externos con los que está implicado".
¿Quiénes son, así pues, los miembros de la Fundación Papal que han intentado ensuciar a la hermana Keehan, al cardenal Wuerl, y al Papa al que pretenden "servir"? LifeSite no menciona los nombres de los miembros que han filtrado los documentos que prueban el malestar dentro de la organización por el celo del Papa de proteger a los trabajadores del IDI y de eliminar la corrupción de sus pasillos. Michael Sean Winters, sin embargo, sí aventura un nombre: el de Tim Busch, un magnate inmobiliario que junto con otros empresarios donó un total de 47 millones de dólares a la Universidad Católica de América (CUA) en 2016.
Como recuerda Winters, en un acto en la CUA el año pasado Busch dio un discurso en el que presentó una filosofía de la filantropía que, de haberla aplicado él en el caso de la aportación al IDI, dejaría claro por qué ha quedado insatisfecho con la decisión del Papa Francisco de rescatar a los trabajadores del hospital corrupto. Como informó el Reporter en aquel momento:
¿Y el problema con esta filosofía? Tal y como reconoce Winters, Busch parece pensar -junto, presuntamente, con otros miembros de la Fundación Papal- que donar dinero a la Iglesia le da el derecho de dictar cómo este dinero debe usarse. De interpretar la doctrina social de la Iglesia en lo relativo a la protección de empleos. De imponer el capitalismo como dogma de fe. De corregir el propio Papa. Y quizás lo más grave, y eso ya en colaboración con portales ultras como LifeSite News: de inventarse noticias falsas sobre este pontificado que, por primera vez en muchísimos años, no ha hecho nada más que colocar la responsabilidad social de la Iglesia en el centro de su misión.
Infaman al pontífice y pretenden poner en entredicho su fama como el "Papa de los pobres"
"Documentos filtrados plantean preguntas sobre el papel personal del Papa en un nuevo escándalo financiero del Vaticano". Bajo este título, los ultraconservadores del portal estadounidense LifeSite News sacaron una nota que pensaron que "plantearía serias dudas" sobre la "reputación global" de Francisco como "el Papa de los pobres". Solo hubo un problema: todo se trató de una fake news, tal y como ha destapado el columnista del National Catholic Reporter, Michael Sean Winters.
Primero los hechos "verdaderos". Cierto es que, tal y como informó LifeSite, en el verano de 2017 la Santa Sede le pidió a la Fundación Papal -una organización estadounidense que asiste al Santo Padre en su ejercicio de la caridad- un donativo de 25 millones de dólares para un hospital romano que pertenece a la Iglesia, el Instituto Dermatológico de la Inmaculada (IDI). Cierto también es que el IDI ha sufrido problemas financieros al menos desde 2013, año en que se descubrió un agujero de mil millones de dólares en sus cuentas y se empezó a investigar a un total de cuarenta cargos de la institución por posibles delitos de lavado de dinero y bancarrota fraudulenta.
Pero lejos de ser un capricho del Vaticano -o menos, del propio Papa- la solicitud de la aportación de la Fundación Papal respondía a las medidas de control que la Santa Sede asumió en el mismo 2013 para que el IDI no se quebrara y para que el personal del hospital no perdieran sus trabajos. De todas formas, el pasado diciembre la Fundación Papal accedió a donar un total de ocho millones al IDI: una ayuda que fue repetida en enero de este año, cuando la organización le aportó al hospital otros cinco millones.
¿A qué viene la controversia ahora, entonces? Aunque los votos para aprobar los donativos de la Fundación Papal al IDI fueron supuestamente secretos, numerosos donadores a la Fundación -quienes tienen que aportar un millón de dólares para juntarse a la organización- han empezado a protestar por lo que consideran una "grave malversación" de "su" dinero.
Las responsabilidades por la "negligencia" que ha supuesto donar fondos a un hospital plagado de corrupción y mala gestión las colocan en dos personas, aparte del mismo Papa.
Una, la hermana Carol Keehan -monja progresista y presidenta de la Asociación Católica estadounidense de Salud- a quien LifeSite News acusa de no haber practicado la "diligencia debida" sobre el trato de la Fundación Papal con el IDI, pese al hecho de que compiló un gran dossier sobre las actividades del hospital.
Dos, el cardenal Donald Wuerl, presidente de la Fundación Papal, a quien los ultraconservadores señalan como cómplice del Papa en este supuesto escándalo. El cardenal de Washington, no obstante -quien es ampliamente reconocido como uno de los obispos más iprácticos e implicados en todo el episcopado estadounidense- se ha defendido recordando a los integrantes díscolos de la Fundación que, como su propio nombre indica, han de estar al servicio del Papa, y al compromiso de éste de "eliminar la corrupción y la mala gestión financiera tanto del Vaticano como de los proyectos externos con los que está implicado".
¿Quiénes son, así pues, los miembros de la Fundación Papal que han intentado ensuciar a la hermana Keehan, al cardenal Wuerl, y al Papa al que pretenden "servir"? LifeSite no menciona los nombres de los miembros que han filtrado los documentos que prueban el malestar dentro de la organización por el celo del Papa de proteger a los trabajadores del IDI y de eliminar la corrupción de sus pasillos. Michael Sean Winters, sin embargo, sí aventura un nombre: el de Tim Busch, un magnate inmobiliario que junto con otros empresarios donó un total de 47 millones de dólares a la Universidad Católica de América (CUA) en 2016.
Como recuerda Winters, en un acto en la CUA el año pasado Busch dio un discurso en el que presentó una filosofía de la filantropía que, de haberla aplicado él en el caso de la aportación al IDI, dejaría claro por qué ha quedado insatisfecho con la decisión del Papa Francisco de rescatar a los trabajadores del hospital corrupto. Como informó el Reporter en aquel momento:
Busch dijo que el donativo de "casi 50 millones... ha reeenergizado a la Universidad Católica de América. La hemos hecho grande otra vez. Nosotros somos la Universidad Católica de América y nosotros hemos educado la mitad de los obispos de este país".
"Podemos ser el púlpito doctrinal de la Iglesia americana, pero también el púlpito doctrinal del Vaticano y la Iglesia global", dijo [Busch]. "Podemos serlo. Y lo seremos de aquí en adelante, especialmente en lo referido a los negocios".
¿Y el problema con esta filosofía? Tal y como reconoce Winters, Busch parece pensar -junto, presuntamente, con otros miembros de la Fundación Papal- que donar dinero a la Iglesia le da el derecho de dictar cómo este dinero debe usarse. De interpretar la doctrina social de la Iglesia en lo relativo a la protección de empleos. De imponer el capitalismo como dogma de fe. De corregir el propio Papa. Y quizás lo más grave, y eso ya en colaboración con portales ultras como LifeSite News: de inventarse noticias falsas sobre este pontificado que, por primera vez en muchísimos años, no ha hecho nada más que colocar la responsabilidad social de la Iglesia en el centro de su misión.