Las ternas que prepara con posibles obispos son analizadas a fondo ¿Por qué está “harto” el nuncio Bernardito Auza?

El Nuncio Auza
El Nuncio Auza

Hay quien asegura que el nuncio “está harto del equipo de asesores” del que le han rodeado una vez que se encendieron algunas alarmas por las ternas que Bernardito Auza enviaba a Roma

"Se achacaron aquellos nombramientos a que el diplomático filipino se aconsejaba con el arzobispo emérito de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela"

“Este consejo de obispos le tienen que aceptar las ternas que envía y el candidato final ha de ser aceptado por ellos por unanimidad. El nuncio dice que esto es inoperante"

Con cinco diócesis (San Sebastián, Menorca, Girona, Ávila y Alcalá de Henares) a la espera de que nombren obispos, la renovación episcopal en España sigue yendo más lenta de lo esperado, aunque en algunos de los últimos nombramientos se percibe una mayor determinación que hace tan solo un par de años.

Quizás por eso -no por la determinación, que él también la tiene-, hay quien asegura que el nuncio “está harto del equipo de asesores” del que le han rodeado una vez que se encendieron algunas alarmas por las ternas que Bernardito Auza enviaba a Roma.

Traslados incomprensibles

Resultaron incomprensibles en su día los traslados del obispo auxiliar de Santiago de Compostela, Jesús Fernández, a Astorga, y más todavía el del de Mondoñedo-Ferrol, Luis Ángel de las Heras, a León. Se achacaron aquellos nombramientos a que el diplomático filipino se aconsejaba con el arzobispo emérito de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela, y que la apuesta por la sinodalidad de la cúpula de la Conferencia Episcopal, con los cardenales Omella y Osoro, a la cabeza, estaba siendo superada por la estrategia.

Auza y Rouco
Auza y Rouco

La reacción vino de Roma: el nuncio tendría a su disposición un equipo de cardenales que le asesoraría a la hora de configurar las ternas y estudiar los perfiles de los candidatos al episcopado, teniendo también en cuenta que, en esas quinielas, un tercio de los “tentados” venían a decir que apartaran de ellos el cáliz del ministerio episcopal.

A los cardenales Omella, Osoro y Blázquez, se unieron el entonces arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez Zamora, y el nuevo obispo de León, el claretiano De las Heras. Cuando cesó Jiménez, se le ofreció esa “asesoría” a su sustituto, Carlos Escribano, que al parecer rehusó.

Omella
Omella

Fruto de esta ‘coordinación’ entre el consejo de asesores y el nuncio se desatascaron algunos nombramientos y daba la sensación de que algunos se producían en tromba. Parecía que la renovación estaba en marcha. Ahora, las ternas tenían que pasar el filtro y, según las fuentes consultadas, el proceso a seguir en la actualidad hace que “el hartazgo del nuncio sea total”.

“Este consejo de obispos le tienen que aceptar las ternas que envía y el candidato final ha de ser aceptado por ellos por unanimidad. El nuncio dice que esto es inoperante. Y se entiende…”, señala un obispo. Lo que sin embargo se entiende menos, es, como confirma la misma fuente, “que antes el nuncio solo se entendiera con Rouco”.

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