Como provincial, fue Vice-Gran Canciller de la universidad comillense Ha fallecido el P. Melecio Agúndez, sj: Comillas pierde uno de sus 'grandes'
Murió el Lunes Santo en Salamanca. Su estado de salud, frágil desde hace un tiempo, había empeorado en estos últimos días
El P. Agúndez tuvo muchas y diversas responsabilidades a lo largo de su vida. Su gran labor al servicio del sector universitario fue especialmente reseñable
| Universidad Pontificia de Comillas
El P. Melecio Agúndez, SJ (Santervás de Campos, 1928), falleció el Lunes Santo en Salamanca. Su estado de salud, frágil desde hace un tiempo, había empeorado en estos últimos días.
El P. Agúndez tuvo muchas y diversas responsabilidades a lo largo de su vida. Tras concluir la Congregación General 34 (1995), fue nombrado provincial de España. Hasta entonces, y desde el año 1987, había sido Provincial de Castilla y, como provincial, fue durante ambas etapas Vice-Gran Canciller de nuestra Universidad Pontificia Comillas.
Especialmente reseñable fue también su gran labor al servicio del sector universitario. Propuso, antes incluso de formalizarse UNIJES (Universidades Jesuitas) la necesidad de “crear conciencia de red” y posibilitar las condiciones para crear “estructura de red”. Fue, además, el impulsor de numerosas iniciativas, entre las que cabe destacar los Encuentros Universitarios de UNIJES, que se iniciaron y continúan en Loyola desde 1998.
Recopiló y editó los 'Discursos Universitarios' del P. Kolvenbach, una relevante contribución la misión universitaria de la Compañía, que desbordó nuestras fronteras. Fue, en este sentido, un gran promotor y difusor del paradigma Ledesma-Kolvenbach (utilitas, humanitas, iustitia, fides), llamado a inspirar la misión universitaria de la Compañía como la mejor síntesis de su tradición secular y de su compromiso por la humanización de la sociedad.
Semblanza
"Es la persona con mayor capacidad de Estrategia que he encontrado en la Compañía”. No estoy seguro de que esas hayan sido las palabras exactas que dijo Bern Franke, entonces provincial de Germania inferior. Pero si estoy seguro de que eso fue lo que dijo, quizás incluso con más énfasis y con otras palabras más contundentes en inglés. Fue en Múnich, y estábamosen un receso de la Consulta del Provincial de Europa. Melecio, había planteado un esbozo de proyecto para la misión de Europa: Lo había hecho en castellano y en parte en alemán al no hablar inglés, pero al final había logrado hacer un planteamiento original y posibilista para lo que entonces se podía intentar en Europa. Al evocar su figura, al dejar que mis recuerdos carguen de color su imagen, me parece que esa capacidad suya es un rasgo fundamental de lo que ha sido su servicio y aportación a la Compañía de Jesús. Soñó una Compañía capaz de generar nuevos modos de comunidad, nuevas presencias y maneras de hacer comunitaria la misión, nuevas formas jurídicas para organizar la colaboración con terceros, y en concreto con laicos, nuevas estructuras para potenciar la colaboración entre instituciones y redes, etc. Intuyó que comunidad de vida y comunidad apostólica podían no coincidir y le preocupó generar modos y estructuras en las que se pudiera ejercer por parte de la Compañía un liderazgo corporativo en las obras apostólicas, más allá de la responsabilidad jurídica de la obra.
Pocos como él intuyeron la importancia de reforzar el trabajo en red
Le hubiera gustado que Europa asumiera esos planteamientos al organizar su funcionamiento; propuso que se hicieran bancos de recursos, bolsas de expertos, coordinadores que hicieran circular eficazmente todo ello en las áreas principales y para las obras importantes. Intentó que las obras apostólicas, aún en la distancia, pudieran contar con una base muy fuerte de escritores, teólogos, etc. y con algún responsable de organizarlos como equipo, estuviera donde estuviera y con cierta capacidad ejecutiva para cumplir ese cometido. Pero todavía en ese momento el planteamiento buscaba crear comunidades europeas, no tanto una respuesta europea en red.
En Europa no se avanzó mucho en esos momentos, pero en España, en los tres años que estuvo como Provincial ciertamente demostró su capacidad estratégica con creces: El mapa de presencias y ausencias apostólicas que se podía pensar para un futuro que llegaba con pocas vocaciones fue el primero en plantearlo... y realizarlo: pensó para ello los destinos en función de prioridades y de obras prioritarias exigiendo a las provincias concreción en algunos sectores concretos: Teología, universidades, obras internacionales, etc. Planteo que ya en la formación se preparara y formara a los escolares mirando a esos objetivos; Buscó una mayor coordinación y colaboración entre las provincias españolas de entonces: catálogo único para empezar a pensar optimización conjunta de recursos; responsabilidad colectiva de algunas obras que transcendían la realidad de cada Provincia, importancia de cuidar el apostolado intelectual y las universidades; ... y un largo etcétera que requeriría muchas páginas deuna biografía.
“...con una toalla y una jofaina, basta...”
Estábamos en EE en Pedreña. Melecio, recién nombrado Provincial de la nueva Provincia de Castilla los había organizado para los superiores de la Provincia y los dirigía Toño García. Habíamos meditado ese día el lavatorio de los pies, y como todas las noches, teníamos un rato para compartir nuestras mociones... del día. Varias veces posteriormente, hablando Melecio y yo, sacamos la frase al hablar de la Compañía, su organización y sus problemas. Melecio vivía, contenida y pacíficamente, una profunda espiritualidad, armada con un enorme conocimiento de la Compañía, su tradición, su derecho, sus constituciones como fuente de vida espiritual además de los EE. Desde ese día me sorprendió cómo una persona con tanta capacidad organizativa podía vivir las cosas con una simplicidad de espíritu tan honda. Entendía la complejidad de la realidad, y al mismo tiempo sabía que la mirada del Señor es simple, y que en última instancia teníamos que asumirla. Que el Reino de Dios, es de Dios y nosotros sólo podemos hacer a veces cosas muy simples, muy básicas. Tenía un pudor especial para exponer sus vivencias espirituales, pero ¡cuánta hondura cuando las compartía! Tuve la suerte de poder verleen algunos de esos momentos semitransfigurados y es algo por lo que daré gracias a Dios toda mi vida.
En la Congregación General XXXIV se implicó a fondo en el decreto de colaboración con los laicos. No fue el único decreto en el que se volcó, pero si era el ítem que más le preocupaba. Anticipando lo que venía, estaba convencido de que la Iglesia del tercer Milenio sería una Iglesia laica, y que la vida religiosa tenía que encontrar el modo de realizar su servicio con más fuerza, más cualitativamente... y sobre todo más en colaboración con un laicado que es la base y la fuerza de la Iglesia. Sufrió en ese trabajo; el decreto no terminaba de encontrar un modo preciso de establecer los diversos modos de esa complementariedad y colaboración. Cuando finalmente se llegó a una formulación consensuada en el aula, Melecio supo ver lo mejor que había en el Decreto y apostar por llevarlo a la práctica con todas sus fuerzas, aplicándolo de manera especial a las universidades. Su impulso a la formación del profesorado universitario, su participación en el Consejo de Gobierno de la Universidad de Deusto, su convicción de que la Compañía tenía que pasar de lo cuantitativo a lo cualitativo y propio de nuestro servicio fueron sus grandes motivadores en ese período post CG XXXIV.
Pero sobre todo el recuerdo de Melecio me evoca a una persona profundamente sensible y atenta en sus relaciones. Enormemente respetuoso con las personas, sabía ser suaviter in modo y fortiter in fondo. De hablar calmado habitualmente, tenía una gran capacidad de escucha, de observación. A veces hablaba de tiempos duros para él, muy duros; pero no le habían dejado amargura, sino una profunda capacidad de comprensión, una cierta dulzura en la escucha. Y una gran compasión; Un caballeroso fairplay en sus interacciones con los laicos conlos que colaboró y con los jesuitas a los que acompañó. No siempre fue entendido ni sus propuestas, tanto en la CG XXXIV como en otros foros, fueron asumidas; sólo el tiempo le ha ido dando la razón. Pero llevó esa frustración con la elegancia con la que supo llevar tantas otras espinas en su vida, consciente de que él sólo era una parte de ese Cuerpo al que quiso y al que se entregó, consciente de que en definitiva la misión era del Cuerpo al que pertenecía, no suya. Consciente también de lo relativo de su papel en la misión de ese Cuerpo.
En sus últimos meses, ya muy enfermo, pasaba mucho tiempo orando tumbado en la cama. Así le vi la última vez que nos encontramos en Santander, el pasado verano. Ahora estoy seguro de que, mirando desde Dios, verá la profunda sencillez de las cosas más complejas, como él las intuyó y las quiso vivir.
Isidro González Modroño, S.J.