Es una de las mejores series nacionales. Una vuelta de tuerca imaginativa a una cuestión, la de los viajes en el tiempo, que parecía trillada. Y a nadie le extrañaría, hoy día, que hubiera un Ministerio del Tiempo (total, uno más...). Un entramado de puertas del tiempo que llevan a los protagonistas a un lugar determinado, en el tiempo elegido, y con cuidado de no tocar demasiado las cosas, no vayamos a cambiar la historia.
Por lo que parece, Nunciatura ha descubierto una nueva puerta del tiempo. Eclesiástica, en este caso. Y está en la catedral de Zamora. Va, y vuelve, de San Sebastián. Del Buen Pastor al Salvador. Y que ya ha sido utilizado en otras ocasiones. La última, en el año 2000, con recorrido inverso al que, en 2020, parece volver a abrirse.
Puertas que a veces son premios, otras castigo, y que en demasiadas ocasiones dejan fuera al pueblo, que nunca puede pasar por ellas, ni opinar sobre su apertura o cierre. Otras cuatro puertas, que unen el Palacio de la Nunciatura, San Justo, el Carrer del Bisbe y la plaza de San Pedro, tienen las llaves maestras. Lo que un día fue, puede regresar. Pero con veinte años de diferencia, distintas personas y estilos, y un nuevo modelo de Iglesia.
Eso sí: ojo al tiempo, que quien abrirá esa puerta tiene todo el del mundo. Y las tornas, como el tiempo, cambian que es una barbaridad.