A propósito de las banderas nacionales en Plaza de san Pedro Cuba y el ¿silencio? del Papa Francisco
El ángelus dominical del papa ha ido adquiriendo mayor relevancia mediática que la audiencia general de los miércoles
Con sus banderas nacionales anónimos interlocutores buscan que el papa y la televisión mundial se enteren de las difíciles situaciones sociales, políticas y económicas de sus pueblos
Papa Francisco ha revalorizado con su liderazgo el pontificado como instancia moral
Pero en ocasiones el papa hace silencio, seguramente para tomar distancia y poder analizar mejor los diversos conflictos que llegan a su mesa
Papa Francisco ha revalorizado con su liderazgo el pontificado como instancia moral
Pero en ocasiones el papa hace silencio, seguramente para tomar distancia y poder analizar mejor los diversos conflictos que llegan a su mesa
En las últimas semanas se ha vuelto frecuente la presencia de decenas de personas en la plaza de san Pedro en Roma ondeando banderas para enviar un mensaje al papa y al mundo sobre los conflictos por los que atraviesan sus naciones de origen. Se trata de un lenguaje simbólico en el que personas anónimas entran en interacción con el pontífice que en más de una ocasión ha dejado a un lado el discurso preparado y ha dirigido cortas pero sentidas palabras al diálogo, a la reconciliación en esas naciones y a la oración de la Iglesia universal por la solución de los conflictos de turno.
El ángelus dominical del papa, que dura regularmente un cuarto de hora, ha ido adquiriendo mayor relevancia mediática que la audiencia general de los miércoles. Esta última tiene una mayor duración, en promedio unas dos horas y cuenta con traducción simultánea en al menos siete idiomas. Es tanta la notoriedad del ángelus, que revisando imágenes de los últimos en plaza de san Pedro se podría hacer un resumen de lo que está pasando en el mundo.
Seguramente la inmediatez de la televisión, con su exigencia de la contundencia del mensaje ha favorecido la revalorización del breve discurso del papa posterior a la explicación del Evangelio del domingo y al rezo del ángelus.
Banderas de Colombia y ahora de Cuba han llenado de colorido la plaza hasta hace unos meses vacía y silenciosa a causa de la pandemia. Otras naciones también se han hecho presentes a través del grito de residentes en Roma y peregrinos de esos países con sus respectivas banderas nacionales en la plaza más famosa del cristianismo.
Desde la distancia, los anónimos interlocutores del papa buscan con su gesto que el papa y la televisión mundial se enteren de las difíciles situaciones sociales, políticas y económicas que están atravesando sus pueblos. Basta un saludo breve del papa pidiendo oración por un determinado pueblo para que sus interlocutores se sientan escuchados y apoyados.
Lo anterior demuestra una revalorización del pontificado que el carismático papa Francisco ha logrado espontáneamente con su mensaje de solidaridad con los pobres de la tierra, el cuidado de la casa común y la reforma de la Iglesia. Ahora Francisco, además de lidiar con conflictos internos a la Iglesia es llamado a liderar también un mundo necesitado de líderes verdaderos; líderes creíbles que sean escuchados por creyentes y no creyentes.
La gente tiene más conexión con el papa jesuita de formación pero franciscano de corazón y de acción que con organismos internacionales que podrían tomar determinaciones efectivas para el fin de los conflictos nacionales. El pontificado se demuestra una institución importante en la defensa de la dignidad humana y del progreso de los pueblos.
No obstante, el carisma del papa Francisco, algunos le reclaman en redes sociales mayor interés en sus conflictos nacionales. Incluso, pareciera que le culpan por no hacer una referencia directa e inmediata de sus problemas. Demandan por ejemplo, una palabra profética contra el régimen comunista de Cuba o contra las políticas económicas del estado y el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía en Colombia.
A propósito de Cuba, le reclaman haberse referido en un mensaje, aún convaleciente, felicitando las selecciones de futbol de Italia y de Argentina por sus recientes logros deportivos y en contra de la contaminación con plástico que envenena los océanos del mundo y no en contra de los sistemas políticos que obligan a los más pobres a huir de sus países por los mares en los que muchos encuentran la muerte. Como si al papa le preocuparan más los plásticos que las personas. Una acusación que es injusta y que olvida la situación personal en la que se encontraba el papa en ese momento.
La gente quiere escuchar lo que considera pertinente y reclama del papa apoyo en la causa de la solidaridad y la justicia. Pero en ocasiones el papa hace silencio, seguramente para tomar distancia y poder analizar mejor los diversos conflictos que llegan a su mesa. El papa opta por el llamado a la oración, el respeto por los derechos humanos y el diálogo como ingredientes necesarios en la solución de todos los conflictos. Además debe respetar la autodeterminación de los pueblos.
Treinta segundos que dura en el Ángelus la mención de un conflicto en el mundo no son suficientes para exponer toda la Doctrina social de la Iglesia que se pudiera aplicar en cada caso; pero bastan para sentir la cercanía del padre.
Francisco toma su tiempo para referirse a los conflictos en el mundo que se han recrudecido a causa de la pandemia; debe sopesar sus palabras para no causar un efecto contrario al que las multitudes esperan. La diplomacia vaticana es experta en el manejo de conflictos internacionales. Por mencionar sólo dos ejemplos: el silencio de Pío XII ante el avance del nazismo en Europa y la Ostpolitik de la Santa sede en tiempos del cardenal Casaroli; en ambos casos el manejo de la diplomacia neutral fue la estrategia para ayudar a salvar vidas, normalizar las relaciones internacionales y superar conflictos; una política incomprensible si lo que se espera del papa es un enfrentamiento directo con los regímenes autoritarios del mundo de izquierda y de derecha.
La respuesta extensa de la Iglesia en cuestiones sociales, políticas y económicas está condensada en documentos magisteriales desde la Rerum Novarum de León XIII; también en las encíclicas, exhortaciones apostólicas, homilías, audiencias, mensajes, viajes apostólicos de Francisco. Treinta segundos de una directa televisiva no bastan para conocer la enseñanza social del Evangelio de la que es custodio.
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