A diez años de la renuncia de Benedicto XVI y de la elección de Francisco Del “papa del Moretti” al cónclave de 2013
Renuncia y elección, dos acontecimientos inseparables como caras de una misma moneda se explican entre sí
La película “Habemus papam” planteó dos años antes la cuestión de la renuncia al pontificado y una presentación menos protocolaria del ministerio petrino
| Dumar Espinosa Dumar Espinosa
Las anticipaciones del cine no son nuevas en la historia reciente de la Iglesia. Un caso conocido es la película “Las sandalias del pescador” de 1968, dirigida por Michael Anderson y protagonizada por Anthony Quinn (1915 - 2001) en el papel de Kiril Lakota, obispo ucraniano condenado a trabajos forzados en una prisión soviética, que liberado sería elegido papa en un cónclave que “profetizó” el segundo cónclave de 1978 que eligió papa al cardenal Karol Wojtyla llegado “de un país lejano”, del otro lado de la cortina de hierro.
A propósito del décimo aniversario de la renuncia de Benedicto XVI al pontificado y de la elección del papa Francisco, viene a la memoria la película italiana “Habemus papam” de 2011, comedia dramática dirigida por Nanni Moretti que de cierta forma anticipó desde la ficción los eventos relacionados con el cónclave de 2013 aunque en un orden diverso: elección y renuncia.
La película es protagonizada por Michel Piccoli (1925 – 2020) como un cardenal que, en contra de sus deseos, resulta elegido Papa y es coprotagonizada por Nanni Moretti, que interpreta a un psiquiatra, llamado para ayudar al Papa a superar su pánico. Así la comenta Marina Corradi en un artículo titulado “¿El Papa de Moretti? Retrato humano pero sin fe” publicado en el periódico italiano Avvenire del 15 de abril de 2011: «La plaza de San Pedro está llena de fieles, el humo es blanco, la ventana ya está abierta. «Habemus Papam», se anuncia. Pero el Papa no aparece. El Papa está amnésico y dramáticamente deprimido después de su elección. Se encierra en sus habitaciones para consternación de los cardenales y del mundo entero. Un famoso psicoanalista (Nanni Moretti) es convocado al Vaticano; pero el Papa se escapa, deambula en los autobuses de Roma, sueña con ser actor mientras Moretti, prisionero del Cónclave, juega cartas con los príncipes de la Iglesia. Sin embargo, el mundo no puede esperar más: el Papa, devuelto a San Pedro, anuncia Urbi et Orbi que no se siente capaz, y en la consternación colectiva, renuncia».[1]
La película, en cierto sentido, profetiza una renuncia, impensada entonces, del papa y la elección de un papa “más humano” que saluda con simplicidad la guardia suiza, acostumbrada a la reverencia y al protocolo. Un papa que viaja, como los demás mortales, en el metro y escucha las historias de la gente sencilla camino al trabajo.
En la película, el nuevo papa, del que no se dice el nombre escogido, se siente incapaz de soportar la nueva responsabilidad y renuncia con el siguiente monólogo pronunciado desde el balcón central de la basílica de san Pedro: “Pido perdón al Señor por lo que estoy por hacer; y no sé si podrá perdonarme. Sin embargo, debo hablarle a Él y a ustedes con sinceridad. En estos días los he pensado mucho y lastimosamente he entendido que no estoy a la altura para sostener el rol que me ha sido dado. Siento que no puedo estar entre los que pueden conducir sino entre los que deben ser conducidos. En este momento puedo decir sólo oren por mí. La guía que necesitan no soy yo; no puedo ser yo”. La multitud se retira entre el desconcierto y la incertidumbre del colegio cardenalicio.[2]
Las palabras usadas por el “papa del Moretti” se diferencian de las pronunciadas en latín por Benedicto XVI, también revestido con habito coral (muceta, estola, roquete), el 11 de febrero de 2013 para renunciar al ministerio petrino: “Después de haber examinado repetidamente mi consciencia ante Dios, llegué a la certeza de que mis fuerzas, debido a una edad avanzada, ya no son aptas para un adecuado ejercicio del ministerio petrino". La invitación “oren por mí” del “papa del Moretti”, es una de las frases características del papa Francisco.
No obstante las diferencias, con los acontecimientos del cónclave 2013, la película “Habemus papam” planteó dos años antes la cuestión de la renuncia al pontificado y una presentación menos protocolaria del ministerio petrino.
La primavera eclesial de Francisco en la línea del sueño roncalliano de la “Iglesia pobre para los pobres” y el silencio fecundo de Benedicto XVI en el Monasterio Mater Ecclesiae posterior a su renuncia serena, van más allá de la ilusión cinematográfica del Moretti. Poco a poco, en estos diez años, nos acostumbramos al discurso y a los gestos de Francisco en la presentación novedosa de una Iglesia hospital de campaña. Recordar la renuncia y la elección del cónclave del 2013 confirma el adagio de que “la realidad supera la ficción”. Efectivamente, la renuncia de Benedicto XVI hizo posible la elección del “papa del fin del mundo” hace diez años. Dos acontecimientos inseparables que como caras de una misma moneda se explican entre sí.
[1] https://www.avvenire.it/agora/pagine/film-moretti-habemus-papam_201104150913456000000
[2] https://video.corriere.it/spettacoli/michel-piccoli-monologo-habemus-papam/3113e20e-98ff-11ea-8e5b-51a0b6bd4de9