Ser sacerdote en Haití, uno de los países más pobres del mundo Padre Volvick Toribe: “Espero que la Iglesia pueda recuperar el rol que tenía antes para la gente: una guía y compañera creíble”
Desastres naturales y corrupción política han coadyuvado al incremento de la pobreza en el país caribeño
La realidad político-social tiene sin duda un impacto sobre la vida de la Iglesia; en algunas zonas no se puede celebrar misa de medianoche a causa de la inseguridad
Si hay una manifestación religiosa, acude mucha gente, es como si no hubiese otro socorro que en el Señor
Si hay una manifestación religiosa, acude mucha gente, es como si no hubiese otro socorro que en el Señor
De acuerdo a informes de prensa, Haití, con una población de 11.325.861 habitantes, “es el país más pobre de América Latina y el Caribe, con una de las tasas de desigualdad de ingresos más altas del mundo. En 2020, la tasa de pobreza alcanzó casi el 60%” [1].
Según el informe de Naciones Unidas, del 14 de octubre de 2022, “cerca de la mitad de la población se enfrenta a una situación de hambre extrema. La cesta básica de alimentos está fuera del alcance de muchos haitianos. La inflación se mantiene en un 33% y se duplicó el precio de la gasolina. La situación se ve agravada por un reciente brote de cólera y las carencias en el transporte de agua” [2].
Desastres naturales y corrupción politica
Desastres naturales y corrupción política han coadyuvado al incremento de la pobreza en el país caribeño. En este siglo, dos grandes terremotos han sacudido el país caribeño. El primero, sucedió el 12 de enero con epicentro a 15 km de Puerto Príncipe, la capital haitiana, con una magnitud de 7,0 y se generó a una profundidad de 10 km. En el sismo fallecieron 316.000 personas, 350.000 más quedaron heridas, y más de 1,5 millones de personas quedaron sin hogar.
Otro terremoto, el 14 de agosto de 2021, tuvo una magnitud de 7,2 en la escala de Richter, dejó un número de 2.248 muertos, 329 desaparecidos y 12.763 heridos. La UNICEF calcula que más de medio millón de niños se vieron afectados. Al menos 136.800 edificios resultaron dañados o destruidos. El asesinato del presidente Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021, provocó inestabilidad política y una escalada de violencia que aún no termina. Problemas de salud pública por desastres naturales, pandemia de Covid 19 y brotes de cólera, corrupción política, violencia, ingobernabilidad, hambre, desempleo, mantienen a Haití en la lista de los países más pobres del planeta.
El 71% de la población es católica
En todas estas catástrofes naturales y hechos de violencia política, la Iglesia católica ha acompañado al pueblo haitiano, gestionando ayudas humanitarias y fortaleciendo la fe y su unidad como nación. En cifras de 2020, “8.147.823 de los haitianos son católicos, es decir, el 71% de la población, según las estadísticas publicadas por la Santa Sede” [3]. Otras creencias religiosas incluyen diferentes denominaciones cristianas, judíos, musulmanes, vudú, santería y religiones africanas.
El último día del año 2022 el padre Volvick Toribe, de 54 años, sacerdote de Haití, concedió una breve entrevista a Religión Digital en la que comenta sobre la actual situación social y eclesial de su país.
Padre Volvick, ¿podría contarnos brevemente su historia personal y vocacional?
Mis padres son practicantes de la Iglesia católica. Fui educado por los Hermanos de la instrucción cristiana, quienes preparan a las personas para la vida cristiana, también para formar bien a la gente; era obligatorio asistir a la misa cada domingo. Si uno faltaba un domingo, debía presentarse con uno de los padres para explicar por qué no estuvo presente antes de ingresar de nuevo al salón de clase. Me parecía que era algo bueno y sentí el deseo de hacerme uno de estos hermanos. Cada año preguntaban quién quería convertirse en hermano; yo di mi nombre como si estuviese interesado, pero no me eligieron a mí. Esta era la escuela primaria que duraba siete años; luego siguen otros siete años de bachillerato antes de ingresar a la universidad.
En el último año de la escuela secundaria, tres amigos decidimos hacer este camino para convertirnos en sacerdotes algún día. El 7 de abril de 1991, en la región donde vivo, fue creada mi diócesis; el mismo año en el que terminaba mis estudios clásicos en junio. Después, de los exámenes de estado, me llevaron a conocer al obispo; me recibió muy bien y me dijo que si pasaba los exámenes, con el sacerdote que me acompañaba, me enviaría una carta para iniciar el año propedéutico, que es un año preparatorio, antes de ir a estudiar filosofía en la capital, Puerto Príncipe, en el Grand Seminaire Notre Dame d’Haiti.
En el segundo de filosofía, año académico 93-94, un día el vicerrector, me llamó para llenar un formulario. Yo no conocía la lengua en que estaba escrito. Fui con mi padre director espiritual para que me ayudara a entender. Sorpresa, me dijo, es un formulario para Roma, en italiano. En esa época, mi país estaba bajo embargo; nada entraba ni salía. Arreglaron entonces las cosas para que yo pudiera pasar por la República Dominicana. Así, desde Santo Domingo, viajé con la compañía Iberia, pasando por Madrid, para llegar a Roma. Viví seis años en Roma, haciendo la teología en el Ateneo Regina Apostolorum, donde obtuve el bachillerato; luego estudié tres años en la Pontificia Universidad Gregoriana, Teología fundamental y comunicación social. Los primeros cinco años viví en el Collegio Internazionale Maria Mater Ecclesiae y el último, como sacerdote, en el Collegio Pio Brasiliano; porque en el Mater Ecclesiae se aceptan sólo seminaristas. Fui ordenado diácono en agosto de 1997 y presbítero en septiembre de 1999.
¿Cuál es su encargo pastoral en este momento?
Hoy trabajo en la parroquia Nuestra Señora del Dolor, en Pilette, desde el 14 de noviembre 2021.
Cuéntenos un poco sobre la realidad política, social y eclesial de su nación.
Tremenda la realidad político social, y esto tiene sin duda un impacto sobre la vida de la Iglesia; por ejemplo, en algunas zonas no se puede celebrar misa de medianoche a causa de la inseguridad. Nadie puede decir qué vaya a pasar en el futuro con esta realidad política. Desde el punto de vista social, cada día aumenta el costo de vida. No hay trabajo y el precio de las cosas sube cada día. Sin gas, como producto transversal, una vez aumenta su precio, todo lo demás también aumenta de precio. Por esta razón, la vida es muy costosa para la gente. En el mes de diciembre 2022 comenzó la escuela en algunos lugares; pero en general las puertas de las escuelas están cerradas. Al contrario, desde el punto de vista positivo, si hay una manifestación religiosa, acude mucha gente; [por ejemplo, en la gran procesión anual con motivo de la Fiesta de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción en Port-au-Prince del 8 de diciembre 2022]; es como si no hubiese otro socorro que en el Señor.
¿Cómo se vive en Haití el camino sinodal propuesto por el Papa Francisco?
En mi diócesis hemos tenido encuentros con diversos grupos para hablar sobre esta realidad y sobre cómo se debería colaborar para llevar sangre nueva a la Iglesia. Ha habido investigaciones en lugares diferentes en el territorio de mi parroquia; y resumimos el resultado antes de enviarlo a la diócesis, donde se hace el mismo trabajo con las diversas parroquias que se envía finalmente a la Conferencia episcopal de Haití.
¿Actualmente, cuál es el papel de la Iglesia en Haití?
Hoy, las religiones no tienen el mismo peso que tenían antes; pero para algunas personas estas sirven de referencia en materia de moralidad. Es mejor confiar en un hombre de Dios que en otro del que no se sabe nada.
Quisiera mostrar algunas fotografías de nuestro trabajo en la parroquia: esta foto es del viernes 23 de diciembre de 2022; se trata de una charla para madres jóvenes de la parroquia Nuestro Señor del Dolor de 13, 14, 15 años en adelante. Ha habido más de 70 madres. Algunas de ellas están embarazadas.
El pasado domingo los pequeños de la iglesia acudieron a recibir algunos regalos y pudieron disfrutar de un momento muy especial.
¿Cuáles son sus expectativas para la Iglesia en el futuro?
Espero que la Iglesia pueda recuperar el rol que tenía antes para la gente: una guía y compañera creíble que no se ve como alguien que trabaja con políticos contra el bienestar del pueblo. Que la gente tenga confianza; que se perciba como alguien que ayuda a salir de su situación para convertirse en una persona total a nivel espiritual y social; formar la persona en todas sus dimensiones.
[1] https://www.ifad.org/es/web/operations/w/pais/haiti#:~:text=Hait%C3%AD%20es%20el%20pa%C3%ADs%20m%C3%A1s,pobreza%20alcanz%C3%B3%20casi%20el%2060%20%25.
[2] https://news.un.org/es/story/2022/10/1516132
[3] https://www.consolataamerica.org/es/la-iglesia-catolica-en-haiti/
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