A propósito del voto "católico" pro aborto en Argentina Católicos de papel
Con el eslogan de “católico” algunos candidatos ganan curules en los senados del mundo pero luego rechazan los principios católicos
El machismo arraigado en el mundo produce las peleas equivocadas por la igualdad de género
La legalización del aborto no es una cuestión contra la religión católica sino contra los derechos humanos
El clericalismo es un obstáculo a la formación integral del laicado
La legalización del aborto no es una cuestión contra la religión católica sino contra los derechos humanos
El clericalismo es un obstáculo a la formación integral del laicado
| Dumar Espinosa Dumar Iván Espinosa Molina
Con el eslogan de “católico” algunos candidatos ganan curules en los senados del mundo, pero al ocupar su lugar legislativo sus intervenciones desatinadas demuestran que las bases en doctrina social de la Iglesia y en la doctrina católica en general son demasiado débiles para soportar un debate profundo con los contradictores de los principios católicos más elementales como la defensa de la vida en todos sus estadíos, de la familia, el respeto por la propiedad privada, la subsidiariedad, el derecho a la libre expresión, etc.
Sorprendentemente, como reza el refrán popular “no hay cuña que más apriete que la del mismo palo”, y en una falacia del discurso estos católicos de papel pretenden dar valor a sus argumentos no en la contundencia de los mismos sino en la emancipación de una minoría de edad a la que fueron sometidos contra su voluntad por una familia tradicional, las prohibiciones del catecismo y la limitada formación humana en la universidad.
La rebeldía de los nuevos políticos de turno sirve ingenuamente a las transnacionales del aborto o de ideologías recalentadas. Efectivamente, quienes han participado en el comercio del aborto como el doctor Bernard Nathanson, exjefe de la mayor clínica abortista de Estados Unidos de Norteamérica en el documental “El grito silencioso” (1984) denuncian que se trata de una industria de miles de millones de dólares. Valga la misma reflexión para la industria del final de la vida humana en los proyectos legislativos de la eutanasia y del suicidio asistido. ¿Aseguradoras y bancos, no estarán detrás de proyectos tendientes a limitar onerosas pensiones y sostenimiento de enfermos con elevados costos terapéuticos?
El aborto legal hasta la semana 14 de la gestación produjo en Argentina un jolgorio social en el sector feminista. Sin embargo, legalizar no cambia la calificación moral y ética de los actos. Legal no significa ético. Así, el salario mínimo, la dosis personal de droga, etc., pueden ser legales pero no son éticos. Como si desde la semana 14 el feto comenzara a ser humano. Es una pelea feminista que desconoce la dignidad de niñas y niños no nacidos. El machismo arraigado en el mundo produce las peleas equivocadas por la igualdad de género. También en ciertas peleas dentro de la Iglesia... Pero en este caso, no se trata de una lucha por la igualdad de género. Niñas y niños indefensos mueren.
En la semana 14 de embarazo, “el bebé ya ha adquirido una apariencia totalmente humana. Sus rasgos faciales ya están perfectamente definidos, los ojos y las orejas ya se encuentran en su ubicación final y aparecen las cejas y sus primeros cabellos. El feto ya depende totalmente de la placenta, que ya tiene un tamaño mayor que él, para su alimentación. Ahora, el feto ya mide entre ocho y nueve centímetros y su peso es de unos 43 gramos. El cerebro sigue desarrollándose rápidamente y su cabeza representa casi la mitad de su tamaño total. A partir de esta semana, el ginecólogo ya puede medir las partes básicas del bebé, como la cabeza, el abdomen o el fémur, por separado. El sistema nervioso central del bebé, que incluye el cerebro y la columna, ya tiene sus componentes básicos y las conexiones entre células nerviosas individuales se vuelven más organizadas” (https://mibebeyyo.elmundo.es/embarazo-semana-semana/semana-14-del-embarazo).
De acuerdo con la senadora “católica” argentina Gladys González en representación de la provincia de Buenos Aires, quien llegó paradójicamente a un cargo político porque se apoyó en sus inicios en una comunidad parroquial, legalizar el aborto, a diferencia del aborto clandestino, permite salvar dos vidas en vez de una. Pero, ¿cómo es posible salvar las dos vidas abortando? Es contradictorio su planteamiento. Además, la legalización del aborto no es una cuestión de religión católica, en la que dice haber sido formada, sino de derechos humanos. La intervención de esta senadora permite una autocrítica en la Iglesia católica: hemos equivocado la formación. La catequesis no debería ser un listado de prohibiciones sino el espacio de reflexión y debate respetuoso. La centralidad de la antropología filosófica equilibrada y respetuosa anterior a las implicaciones de moral católica debería ocupar un puesto central en los planes de estudio en todos los niveles de formación.
El clericalismo es un obstáculo a la formación integral del laicado. Ese clericalismo que alimenta el ego de muchos eclesiásticos se devuelve como boomerang sobre sus intereses cuando los fieles que fueron adoctrinados, no formados, por ellos mismos ocupan escaños del poder público y escupen sobre la cuchara que les alimentó en la fe y les transmitió una cultura con sus valores. No basta con la formación en artes y oficios para los fieles, este es un primer nivel que les puede ayudar a salir de la pobreza. Hay que alimentarlos también en el pensamiento y en la reflexión. Son ellos y ellas quienes pueden defender los principios evangélicos en los distintos escenarios de la vida política, social y económica. El primero de todos, el respeto por la vida.
Juan Pablo II fue un campeón en la defensa de los derechos del no nacido. Varios de sus documentos magisteriales emplearon como título el genitivo “de la vida”. Baste mencionar la encíclica Evangelium vitae (1995) y la instrucción Donum vitae de la Congregación para la doctrina de la fe (1987). El papa Francisco, custodio de la misma tradición eclesial se hace eco de esa enseñanza. Y no podría ser de otra manera, si su reclamo constante por los derechos de los pobres de la tierra reconoce en el no nacido al más pobre de los pobres, a quien los congresos del mundo quieren negar incluso su naturaleza humana desde el momento de la concepción. Frecuentemente, se escucha decir al pontífice que en la familia hay que cuidar a los ancianos y a los niños.
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