Dos excelentes libros sobre el carmelita descalzo del siglo XVI En la fiesta de san Juan de la Cruz

San Juan de la Cruz
San Juan de la Cruz

"He vuelto a acercarme a la figura del carmelita coincidiendo con su fiesta el 14 de diciembre. Lo he hecho leyendo dos excelentes libros recientes"

"Uno es San Juan de la Cruz. Clave para la liberación y la esperanza, de Antonio Mialdea. Escrita desde una hermenéutica creativa de la personalidad de Juan de la Cruz con un enfoque original"

"Otro es San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, nueva edición de Lola Josa a la luz de la mística hebrea. Uno de los comentarios más bellos y lúcidos desde el punto literario, filológico y teológico del Cántico espiritual a partir de la mística hebrea"

""Mística. pobreza, inconformismo, heterodoxia, espíritu reformador y persecución religiosa en San Juan de la Cruz… La revolución de Juan de la Cruz estuvo guiada por el amor, una palabra que recorre toda su obra y da fin a su vida"

Durante las últimas semanas he vuelto a acercarme a la figura de San Juan de la Cruz coincidiendo con su fiesta el 14 de diciembre. Y lo he hecho leyendo dos excelentes libros recientes sobre el carmelita descalzo del siglo XVI. Uno es San Juan de la Cruz. Clave para la liberación y la esperanza, de Antonio Mialdea (Tirant, Valencia, 2024, 220 páginas), que presentamos el mismo día de su fiesta, 14 de diciembre en la librería LA INAUDITA, de Córdoba, a las 12.30. 

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Otro es San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, nueva edición de Lola Josa a la luz de la mística hebrea, Lumen, Barcelona, 2023, 366 páginas, uno de los comentarios más bellos y lúcidos desde el punto literario, filológico y teológico del Cántico espiritual a a partir de la mística hebrea, escrito por la doctora Lola Josa, catedrática de Literatura del Siglo de Oro Español en la Universidad de Barcelona y una de las grandes especialistas mundiales en la obra del carmelita descalzo.

Cántico espiritual: Nueva edición de Lola Josa a la luz de la mística hebrea (Poesía)

La obra de Antonio Mialdea está escrita desde una hermenéutica creativa de la personalidad de Juan de la Cruz con un enfoque original. Su perfil humano, religioso y literario comienza con una primera experiencia que va a iluminar su vida posterior: “consigue la plenitud de su libertad de ser desde los primeros años de su vida”, afirma Mialdea. Pobreza como práctica evangélica -que la teología de la liberación traduce como “opción por los pobres”-, inconformismo, heterodoxia, subversión, espíritu reformador y, como consecuencia, persecución religiosa son los rasgos de su personalidad y de su estilo de vida, que no dejan de sorprendernos en tiempos de fanatismo e intransigencia dentro de la teocracia entonces vigente, como era la época en la que vivió Juan de la Cruz. 

Este perfil coincide con el que traza Lola Josa en su edición del Cántico espiritual: “Qué incómodo tuvo que ser el místico para las fuerzas y la vigilancia oficiales, poco menos que un revolucionario que defendía la no necesidad de absolutamente nada de lo que pudiera ofrecer el orden implantado. Él, pobre de nacimiento, que cuidó a enfermos desahuciados, sabía que la bondad y la caridad, atributos de la voluntad del vacío, pueden más que cualquier gobierno”. Juan de la Cruz, persona subversiva del poder y compasiva con la gente más vulnerables.  

Juan de la Cruz no necesitó nada de lo que ofrecía el poder, del que tan alejado estuvo. Me recuerda a otra figura poética, mística, pobre por opción, subversiva del desorden establecido y comprometida con la liberación de las personas y los colectivos empobrecidos del siglo XX: Pedro Casaldáliga, que dedica un bellísimo poema al místico descalzo. 

Me parece de gran fuerza intelectual el diálogo que Mialdea establece entre Juan de la Cruz y algunas tendencias teológicas actuales: la Teología de la Liberación, la Teología de la Esperanza y la Teología de la Compasión. Considero de gran originalidad la aproximación a su pensamiento a través de estas cuatro categorías: liberación, esperanza, compasión y a-teología. Efectivamente, con su nueva interpretación, Mialdea ha dado actualidad, relevancia y resignificación al autor del Cántico espiritual.

Especial interés me ha provocado la conexión que establece Mialdea entre Juan de la Cruz y algunos pensadores de los orígenes del cristianismo como Pablo de Tarso y de los actuales como el filósofo de la utopía Ernst Bloch, el teólogo de la esperanza Jürgen Moltmann y yo mismo. Le agradezco que me cite junto a los pensadores mayores en torno a la esperanza. De Bloch subraya la esperanza no solo como virtud, sino como Principio (Das Prinzip Hoffnung) y el Todavía-no-ser (Noch-Nicht-Sein). En mi caso retoma la definición que doy de la persona como ser-en-esperanza y su carácter proyectivo. De Moltmann cabe destacar la esperanza como anticipación del futuro y como virtud subversiva y desestabilizadora. Con Pablo de Tarso concuerda en la idea fontal de la esperanza contra toda esperanza cuya mejor demostración es que logra vencer incluso a la muerte.

San Juan de la Cruz. Claves para la liberación y la esperanza

Numerosas han sido las ediciones del Cántico espiritual, uno de los poemas mayores de la literatura universal y la cumbre de la poesía mística de todos los tiempos. En su edición de la Poesía, de San Juan de la Cruz, Domingo Ynduráin afirma que el misticismo español del Siglo de Oro hay que estudiarlo a partir de un profundo conocimiento de la Cábala. Certera observación que sigue Lola Josa en su comentario. Ahí radica precisamente la peculiaridad y originalidad de esta nueva edición: en el análisis riguroso y la interpretación creativa del Cántico a través de la mística hebrea, liberada de dogmas tanto religiosos como filológicos.  

El autor del Cántico, subraya Lola Josa, fue un “sagaz conocedor de la Biblia”, sobre todo de la Biblia hebrea, que sabía casi de memoria. En las aulas de la Universidad de Salamanca Juan de la Cruz siguió las enseñanzas de los grandes hebraístas del siglo XVI y de Fray Luis de León, traductor del Cantar de los Cantares, y vivió la influencia del humanismo entonces subversivo basado en los estudios bíblicos y singularizado por el saber hebreo. Es precisamente ese humanismo, basado en la “verdad hebraica”. el que rezuma el Cántico en un clima de fanatismo teocrático que llevó a la cárcel a los cultivadores de dicho humanismo, entre ellos a Fray de León y al propio carmelita descalzo. 

El inspirador del Cántico es el Cantar de los cantares, libro de la Biblia hebrea escrito en términos eróticos profanos, que transforma el amor erótico en símbolo divino. De él destaca la profesora Josa su carácter despatriarcalizante, ya que el amado y la amada se buscan, mantienen una relación igualitaria y se encuentran en la desnudez, como despatriarcalizante es también el Cántico

Dos son las razones que aporta para justificar dicha inspiración. La primera, porque el Cantar fue el libro más estudiado por los humanistas hispánicos del siglo XVI. La segunda, porque en él se pone de manifiesto que la mística judía convirtió la desnudez del cuerpo humano en la mejor representación física del vacío. Para encontrar y saborear a Dios hay que desnudarse y descalzarse. Es más, para Juan de la Cruz, la desnudez es el mismo Dios. Ya en la primera estrofa deja implícita la idea de la “nada de Dios” en plena sintonía con el místico medieval Maestro Eckhart: “¿Adónde te escondiste,/ amado, y me dejaste con gemido?/ Como el ciervo huiste/ habiéndome herido,/ salí tras ti clamando, y eras ido”. Estamos ante una de las manifestaciones más lúcidas y coherentes de la teología apofática, que tiene su inicio en el siglo IV con el Pseudo Dionisio, y que el místico abulense lleva hasta sus últimas consecuencias.

Los comentarios de Lola Josa a cada una de las 39 estrofas identifican la voluntad mística y lírica que se dan en el carmelita descalzo de Fontiveros de manera unitaria e inseparable, al tiempo que, siguiendo a Eckhart, descubren la luminosidad en la noche oscura del poeta y la claridad en las tinieblas. El resultado final de esta edición es una escritura estética, un acercamiento simbólico y una hermenéutica creativa que da nueva vida a tan memorable poema, estudiado hoy desde las diferentes disciplinas con aportaciones siempre nuevas dada su profundidad inagotable. 

De la edición de la profesora Lola Josa puede decirse lo que afirma Juan de la Cruz del Monte o del collado: “do mana el agua pura”. Cierto, el agua pura de las fuentes del saber hebreo, que la autora de este comentario conoce a la perfección y prioriza en la vida, la obra y el pensamiento del carmelita descalzo.

La revolución de Juan de la Cruz estuvo guiada por el amor, una palabra que recorre toda su obra y da fin a su vida. Estando en el lecho de muerte, mientras el prior estaba haciendo las oraciones de despedida del místico, este le pidió que las interrumpiera y que leyera los versos del Cantar de los cantares, que había inspirado su Cántico espiritual: “El amor es más fuerte que la muerte […]./ Los océanos no podrían apagar el amor,/ ni los ríos anegarlos./ Quien quisiera comprar el amor,/ con todas las riquezas de su casa/sería despreciable” (Cantar de los cantares,8.6-7).

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