De Laude Novae Militiae (San Bernardo, A. Breivik)
Casi nueve siglos más tarde, A. Breivik ha querido retomar un motivo de San Bernardo, iniciando su propaganda con el título: “De Laude Novae Militae Productions”, como si quisiera renovar la orden de los Caballeros del Temple, y así ha proclamado una cruzada en defensa de la Identidad de Europa, en contra de la Invasión Musulmana. Evidentemente, él asume y despliega también otros motivos (como indica la galería de sus héroes antimusulmanes, desde el Cid Campeador, pasando por Ricardo Corazón de León, J. Sobiestki hasta el zar Nicolas II).
Resulta sorprendente (¿o normal?) descubrir que un tipo de prensa (¿tradicional?)defiende en realidad los sofismas de A. Breivik… Ciertamente, ella afirma que "ese chico" esta loco, que no se puede llegar a ese extremo. Pero sus "ideas" básicas (defensa de Europa, rechazo de la multi-culturalidad, oposición al marxismo cultural y al Islam…) serían positivas. A. Breivik no habría hecho otra cosa que llevar hasta el extremo unas ideas buenas... Por eso, como he dicho, en el fondo sería un good boy y habría que entenderlo (como viene diciendo en este mismo portal, con "serias" razones A. F. Krohn: http://blogs.periodistadigital.com/juanfernandezkrohn.php ).
Pues bien, estoy convencido de que debemos oponernos a la ideología de fondo de A. Breivik, más extendida de lo que se piensa en la llamada Europa cristiana... Precisamente por fidelidad al cristianismo, debemos oponernos a ella, rechazando, al mismo tiempo, el ideal de guerra santa que está en la base del tratado de San Bernardo sobre el Temple. Ciertamente, Bernardo es muy distinto de Breivik (no defendía la muerte de niños, aunque otros defendieron una terrible cruzada de niños, muertos casi todos, en un fatídico camino); Bernardo es un hombre genial, un poeta, un orante, un contemplativo..., pero otros como Breivik pueden apoderarse del título y temática de su libro (De Laude Novae Militiae, Alabanza de la Nueva Milicia).
En ese mismo contexto he querido indicar una conexión profunda entre el crimen contra la humanidad de Breivik en Noruega y el crimen aún más intenso de la Comunidad Internacional contra los cientos de miles de niños que están muriendo de hambre en Somalia, por un tipo de guerra económica mucho más peligrosa que la de Breivik.
((Gracias a todos los comentaristas de ayer --Emilita, Fernando, Galetel, Adam, Gonzalo y Caldo de Cultivo-- por sus aportaciones. Sólo a partir de ellas puedo ofrecer la reflexión que sigue)), que espero les sirva para seguir reflexionando (y para ayudarme a pensar)
A. Breivik no es un terrorista puro, es un terrorista con ideología
No sé si hay terroristas puros, asesinos natos, sin más “idea” que la “muerte” (en la línea de los estudios de Lombroso). Pero la mayoría de los terroristas que conozco, desde los viejos asirios (que masacraban poblaciones enteras), pasando por los romanos (que crucificaban para crear terror y defender su Estado divino) y por Robespierre con los más “justos” de la revolución francesa, que en un momento dado apelaron al terror para defender la razón…, son terroristas con “ideas”. Tienen una “idea” y para defenderla (para defenderse a sí mismos) son capaces de matar y matan.
Hoy estamos ante el terrorismo de A. Breivik, con una idea “exhibicionista” que él ha querido exponer, de un modo casi obsceno, en sus imágenes y escritos… Y estamos ante el terrorismo mucho mayor de la comunidad económica mundial que castiga a Grecia (¡eso es un juego de niños!) y que mata de hambre (¡matamos!) a millones de niños somalíes o del cuerno de África.
Lo de Breivik nos conmociona, pero en el fondo es casi inocente, de niños traviesos (perdónese la comparación), con menos de cien muertos (a los que se hace un inmenso homenaje, con llanto del rey incluido) si se compara con la muerte de millones de niños en África, a los que nadie de Occidente llora, mientras los del FMI discuten sobre obscenidades económica, mientras se malgasta pan y dinero a cuatro o cinco horas de avión.
A. Breivik es un terrorista con ideología burda y barata, pero con ideología. Lo que él dice de un modo muy obsceno lo piensan y dicen, en el fondo, miles y millones de buenos europeos, en dosis rebajadas y civilizadas, sin fotos exhibicionistas, sin “estampas” de cruzados (¡o con estampas de cruzados y santiagos matamoros….!). Ciertamente, esos miles y millones de europeos no matan como Breivik (con bomba y metralleta), pero lo hacen con un sistema económico, con una política que consideramos “cristiana”.
Éstos son algunos motivos de fondo de la “ideología” de Breivik:
1. La lucha de Europa contra el Islam masivo y el rechazo de la multiculturalidad, en una línea que quiere retomar aspectos de un tipo de sionismo radical (que va en contra de los valores del Israel eterno). En esa línea, A. Breivik puede apelar incluso a un tipo de masonería cultural elitista.
2. Un tipo de antimarxismo también visceral (un marxismo anticultural), que se convierte en lucha contra una forma de social-democracia abierta al diálogo entre culturas , apelando a un tipo de cristianismo despojado de los valores originalmente cristianos.
3. En el fondo puede haber un “amor fati”, convertido en “amor mortis”, un culto a la muerte, de tipo apocalíptico, que se da por igual en terrorismos que apelan al Islam o al cristianismo: Hay que matar lo que hay (¡culto a la muerte!) para que venga algo distinto, que no sabemos bien lo que es, pero que definimos en términos de ideal: Será algo mejor (la Europa Pura, el Puro Islam). En esa línea iba ayer (según creo) el comentario de Fernando.
4. Y en medio de todo sigue estando el ideal de los “caballeros”, templarios o del tipo que sea, con un toque de “asesinos”. Como se sabe, asesinos proviene del árabe hassasin o haschaschim, los que toman hachís o marihuana para, así drogados, ir más decididos al combate a favor de los ideales (también A. Breivik se drogó).
5. Ésta es una ideología que en el fondo acaba siendo paralela a la de ciertos partidarios del Islam militante, que luchan contra el occidente corruptor… y que matan también por centenas… en diversos lugares del mundo, no solo a los de fuera, sino a los “enemigos de dentro”, a los “colaboracionistas” del interior (fríos musulmanes).
6. Sea como fuere, el crimen de Noruega no es un crimen indiferenciado (terrorismo puro), sino un crimen muy diferenciado, muy racional, contra un tipo de partidarios social-demócratas de una política de acogida social y cultural a los distintos. Es un crimen contra los “colaboracionistas” de dentro, es decir, contra la “quinta columna” de un partido social y de una visión del mundo que era (y esperamos que siga siendo) favorable al diálogo de culturas.
7. Esa ideología de Breivik, que comienza matando (¡lógicamente!) a la quinta columna interior, puede apelar a un tipo de ideales cristianos, pero es anti-cristiano, en sentido radical… Estamos ante un crimen que apela a unos valores nacionales (noruegos, europeos), pero que son valores anti-humanos, pues al matar a uno hombres (en especial a unos niños) se está matando a Noruega, se está matando Europa.
A. Berivik ha podido apelar a la obra templaria de San Bernardo, pero la ha sacado de contexto, la ha pervertido de un modo radical. De todas, es bueno recordar el argumento de San Bernardo, escrito en un momento de cruzada, para entenderlo y superarla. Sólo en el momento en que sepamos distinguir los buenos gérmenes de autores como San Bernardo, rechazando lo que tienen de violento y peligroso, podemos entender el cristianismo y ofrecerlo en para el futuro.
San Bernardo, un santo ejemplar, pero peligrosísimo, si se mal-entiende
San Bernado vivió en un momento de cruzadas. Muchos cristianos pensaron que era bueno recuperar la Tierra Santa, para venerar y seguir a Jesús. Durante siglos (desde el 638) los musulmanes habían dominado en Jerusalén y Palestina, pero de un modo básicamente respetuoso con los cristianos. Pero en la segunda mitad del siglo XI habían llegado grupos de musulmanes radicales (de una etnia turca) que persiguieron a los cristianos. Contra ellos se alzaron los cruzados.
De esa forma surgió un tipo de violencia "simétrica" de unos cristianos (no todos) contra otros musulmanes (no todos), pues se suponía que los enemigos de la fe católica empleaban también las armas, realizaban también la misma guerra. Nos situamos de esa forma ante dos guerras santas o, mejor dicho, ante una misma guerra que es santa de dos formas
Hay, por tanto, una especie de simetría entre un bando y el otro. Una misma guerra puede ser santa en un sentido para los musulmanes (imitadores de un Mahoma militar) y santa en otro sentido para los cristianos, que cambian la dirección de la cruz (que significa dejarse matar a favor de los demás) y la convierten (con la bendición de eclesiásticos y papas) en estandarte de una violencia «evangélica», afirmando que los mismos apóstoles como Santiago combatieron y combaten en nombre de Cristo contra los musulmanes. Este es el lugar donde se ha expresado con más claridad la violencia militar que está ligada a una forma de entender la fe cristiana.
Esa visión ha penetrado en el lenguaje del Derecho Canónico, de manera que el Decreto de Graciano (1160) cree que la iglesia se halla autorizada para proclamar la guerra santa (o de cruzada) contra los infieles (no cristianos), combatiendo a sus contrarios, persiguiendo a sus herejes. Esta guerra debe dirigirse en contra de los enemigos de la fe, pues constituyen una amenaza contra la vida y libertad de los cristianos. En ella avanzan de un modo especial los autores que como san Bernardo han elaborado una teología de cruzada, para animar y alentar a los soldados/religiosos de la nueva milicia de Jesús (del Temple) que nacen en Jerusalén para defender "la causa del Señor" en contra de sus adversarios:
Ha nacido una nueva Milicia, precisamente en la misma tierra que un día visitó el sol que nace de lo alto (Jesús), haciéndose visible en la carne. En los mismos lugares donde él dispersó con brazo robusto a los Jefes que dominan en las Tinieblas, aspira esta milicia a exterminar ahora a los hijos de la infidelidad en sus satélites actuales, para dispersarlos con la violencia de su arrojo y liberar también a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo (.De laude novae militiae. Ad milites Templi, 1. Cf. Obras completas de san Bernardo I, BAC, Madrid 1983, 496-543).
La milicia de que aquí se trata no pertenece ya a un determinado Señor temporal, a un Estado civil o a una nación, sino que es el Ejército de Dios al servicio de la fe de Cristo. Para fundar su visión, San Bernardo realiza una relectura sesgada del Benedictus (Lc 1, 67-79), partiendo del Antiguo Testamento y ofreciendo así una interpretación bélica de textos que Lucas (o el autor cristiano de aquel canto) habían desmilitarizado.
Por medio Jesús, que nace pobre y muere sin defensa militar, Dios había vencido a los poderes opresores (cf. Ef 6, 12), abriendo para los hombres un espacio de paz universal y comunión gratuita. Bernardo remilitariza las palabras del canto mesiánico cristiano, a partir de una visión parcial de algunos textos del Antiguo Testamento y dice que en la misma tierra de Jesús, como ministros de su guerra santa, los nuevos caballeros del Temple (del nuevo Templo de Dios: templarios) están determinados a exterminar a los hijos de la ira, que son los infieles (cf. Ef 2, 2; 5, 6), para liberar a los creyentes oprimidos, suscitando así el gran reino o cuerno de salvación de Dios sobre la tierra (cf. Lc 1, 69).
Esta es una guerra escatológica al servicio de la fe, es decir, del triunfo de una cristiandad en la que Dios se manifiesta victorioso. Los religiosos militares luchan según eso contra dos tipos de adversarios: contra los soldados enemigos (musulmanes) y contra los poderes diabólicos del mal. Estos nuevos cruzados, defensores de un Templo, es decir, de un orden político-religioso que Jesús había criticado (y destruido simbólicamente: cf. Mc 11, 25-17 par), realizan su misión a través de un combate que refleja y expresa en el mundo el combate o guerra de Dios y su Cristo contra los poderes del malo (con el Diablo). De esta manera, la guerra aparece como sacramento de Dios:
Marchad, pues, soldados, seguros al combate y cargad valientes contra los enemigos de la cruz de Cristo (cf. Flp 3, 18), ciertos de que ni la vida ni la muerte podrán privaros del amor de Dios que está en Cristo Jesús (cf. Rom 8, 38), quien os acompaña en todo momento de peligro, diciéndonos: «Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor» (SAN BERNARDO, De laude 2. Cf. Rom 14, 8).
Las palabras que la carta a los Efesios (y el Benedictus: Lc 1) empleaban en sentido figurado (lucha interna), para interpretar la vida como proceso de unión con el Señor pascual, se entienden así en forma guerrera. Bernardo supone que la lucha entre cristianos constituye un homicidio y por ninguna causa puede proclamarse y realizarse (Ibid. 3). Sin embargo, la guerra de cruzada es santa, expresión de la victoria de Jesús sobre las fuerzas enemigas de lo malo:
Pero los soldados de Cristo (cf. Gál 5, 26) combaten confiados en las batallas del Señor, sin temor alguno a pecar por ponerse en peligro de muerte y por matar al enemigo. Para ellos, morir o matar por Cristo no implica criminalidad alguna y reporta una gran gloria...
Cristo acepta gustosamente como una venganza la muerte del enemigo y más gustosamente aún se da (se entrega él mismo) como consuelo al soldado que muere por su causa. Es decir, el soldado de Cristo mata con seguridad de conciencia y muere con mayor seguridad aún...
No peca como homicida, sino que actúa, se podría decir, como malicida el que mata al pecador para defender a los buenos: se considera como defensor de los cristianos y vengador de Cristo en los malhechores... La muerte del pagano es una gloria para el cristiano, pues por ella es glorificado Cristo...
No es que necesariamente debamos matar a los paganos, si hay otros medios para detener sus ofensivas y reprimir su violenta opresión contra los fieles. Pero en las actuales circunstancias es preferible su muerte, para que no pese el cetro de los malvados sobre el lote de los justos (cf. Sal 124, 3), no sea que los justos extiendan su mano a la maldad (Ibid. 4).
Quizá pudiéramos decir (cf. Mt 13, 29-30) que los promotores de esta guerra se encuentran en la hora de la siega final y que por eso los ministros de Jesús (guerreros de la cruz) reciben el permiso (negado por Jesús en otro tiempo) de arrancar la cizaña que ha plantado el diablo… Ellos quieren arranar la cizaña antes de tiempo… lo mismo que A. Breivik, que ha querido arrancar la mala cizaña de Noruega, para que puedan vivir en paz los buenos europeos, cerrando las puertas a los musulmanes.
Conclusión.
Recrear a San Bernardo… superar la lógica de los “asesinos”, dialogar con más hondura, desde el Dios cristiano (o desde la raíz del Islam). Para eso hay que superar el “De Laude novae militiae…”. No se puede alabar a una milicia que mata, ni con fondo cristiano, ni con fondo musulmán. Hay que superar toda guerra santa.
Para evitar lo de A. Breivik es preciso leer de otra manera a San Bernardo, situar su cruzada en el contexto antiguo y superarla, dialogando de otra forma, judíos y cristianos y musulmanes…
Para evitar la muerte de los niños de Somalia es preciso comenzar creando otra economía… desde abajo, desde el pueblo, con el evangelio en la mano o con el corazón, que es lo mismo. Entre la muerte por metralleta (en Noruega) y la muerte por hambre (Somalia) hay una línea clara… No sé cuál es más dura, no sé cual es más peligrosa. Posiblemente la de Somalia.