"La guerra es una locura", ha dicho repetidamente el Pontífice en los últimos días, lamentando el flujo de ríos de sangre y lágrimas, pidiendo la apertura de verdaderos corredores humanitarios e instando a la gente a ayudar a los que están "oprimidos por las bombas y el miedo".
Pero a la "locura de la guerra", Francisco nos invita a responder siempre con la "locura del Amor", ese Amor evangélico que "llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús". El rasgo que caracteriza su Pontificado es precisamente éste: llevar la esperanza de la Buena Nueva a las periferias extremas de la tierra, para que su anuncio llegue a todos, liberándolos del pecado y dándoles la alegría de Cristo.
Llamamientos por la paz
Si miramos hacia atrás, a lo largo de casi una década de pontificado de Bergoglio, todo esto es evidente. El año 2021 se abrió y se cerró bajo la bandera de la invocación a la paz, especialmente gracias a dos viajes apostólicos: en marzo, a Iraq, y en diciembre a Chipre y Grecia.
Ambos viajes se hicieron eco del llamamiento de Francisco a luchar contra toda forma de violencia y a volver a las fuentes de la humanidad y la fraternidad. Palabras reiteradas también en septiembre de 2021, durante el viaje a Budapest y Eslovaquia, en el que Francisco condenó toda forma de destrucción de la dignidad humana.
La pandemia y la exhortación a la fraternidad
Pero el año 2021 también está indisolublemente unido al 2020 por la pandemia de Covid-19 que está obligando al mundo a detenerse con consternación. Francisco exhorta constantemente a la liberalización de las patentes de vacunas para que sea accesible a todos, sin desigualdades. Permaneciendo cerca de los fieles con la oración y la ayuda de la tecnología, da valor al mundo, invitándolo a confiarse al Señor.
"Abrazar su Cruz -dice Francisco en la inolvidable "Statio Orbis" presidida el 27 de marzo de 2020 en el parvis de la Basílica Vaticana- significa permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad, de solidaridad. Y la fraternidad es precisamente el término que encierra Fratelli tutti, la tercera Encíclica del Pontífice firmada el 3 de octubre de hace dos años en Asís, ante la tumba de San Francisco. Una carta circular que llama a la amistad social y dice no a la guerra para construir un mundo mejor.
La lucha contra los abusos
En 2019, la palabra fraternidad resuena de nuevo, con el documento sobre "Fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia común", firmado el 4 de febrero, en Abu Dhabi, por el Papa y el Gran Imán de Al-Azhar Ahamad al-Tayyib. El texto condena la violencia y el terrorismo, promoviendo el respeto mutuo y el diálogo interreligioso, y representa un paso fundamental en las relaciones entre el cristianismo y el islam.
Sin embargo, 2019 también se caracteriza por la lucha contra los abusos: en febrero se celebra en el Vaticano un encuentro sobre la protección de los menores, caracterizado por un claro deseo de penitencia, responsabilidad, verdad y transparencia en la Iglesia. La cumbre conduce tanto a la redacción del Motu proprio Vos estis lux mundi, que establece nuevos procedimientos para denunciar el acoso y la violencia (y garantizar que los obispos y los superiores religiosos rindan cuentas); como a la abolición del secreto pontificio para los casos de abusos sexuales.
La Iglesia está cerca de las víctimas
La lacra de los abusos cometidos por algunos miembros del clero también marca el año 2018, con casos específicos relacionados con el cardenal George Pell, el ex sacerdote chileno Ferdinand Karadima y el ex cardenal Theodore McCarrick. El primero es juzgado en Australia, pasa injustamente trece meses en prisión y finalmente es absuelto. Karadima y McCarrick, en cambio, fueron destituidos del estado clerical por Francisco.
Después, el 20 de agosto, el Papa escribió una Carta al Pueblo de Dios en la que reafirmaba el camino de la verdad, la justicia, la prevención y la reparación. "Las heridas nunca prescriben", dice Francisco, señalando la cercanía de la Iglesia a las víctimas y deplorando el clericalismo que convierte el servicio sacerdotal en poder, alimentando los abusos.
Los pobres y la misericordia
Sin embargo, lo que más resuena en 2017 es la palabra "pobres": hace cinco años, de hecho, se celebró el primer "Día Mundial" dedicado a ellos. "Acercarnos a los que son más pobres que nosotros -dice Francisco- nos recordará lo que realmente cuenta: amar a Dios y al prójimo.
El aniversario es convocado por el Papa con la Carta Apostólica Misericordia et misera, que concluye el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, celebrado en 2016. Centrado en el tema "Sean misericordiosos como el Padre", el evento tiene un carácter "generalizado", es decir, ofrece la posibilidad de abrir una Puerta Santa en todas las iglesias del mundo, concretando así esa atención a las periferias tan querida por el Pontífice.
Ecología integral y justicia social
Salvaguardar la Creación es sin duda el tema principal de 2015. Hay dos acontecimientos que caracterizan este año: la firma, el 24 de mayo, de la encíclica Laudato si' sobre el cuidado de la casa común, y la institución de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebrará cada año el 1 de septiembre.
Ambos acontecimientos recuerdan la necesidad de promover una ecología integral que reúna no sólo el cuidado del medio ambiente, sino también la justicia social y la equidad para los pobres. Además, Francisco recordó que la vocación de ser custodios, y no propietarios, de la Creación es compartida por todos los cristianos y, por tanto, es de naturaleza ecuménica.
La importancia de la familia
Entre 2015 y 2014 el eje del actual Pontificado es la familia, a la que Francisco dedicó dos Sínodos: uno extraordinario, titulado "Desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización", y otro ordinario sobre el tema "La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo".