¿Navidad, sólo una fiesta de invierno?

La fiesta de navidad coincide con el solsticio de invierno, en plena estación invernal, cuando —al menos en los países del hemisferio norte— se recrudecen los fríos y los días se ven mermados al máximo. La gran mayoría de los países del mundo, uncidos al carro de la civilización occidental, han introducido estas fechas en sus calendarios laborales como días de fiesta, prescindiendo, por supuesto, de su significación original específicamente cristiana.

Este es precisamente el hecho sociológico y cultural que está en la base de la pregunta formulada al principio. En nuestra sociedad moderna, laica y secular, navidad ha sido asumida como un componente de tipo cultural, con ciertas resonancias religiosas y afectivas, y con claras repercusiones en el campo laboral y en la vida social de nuestro tiempo. En el continuo rodar de los días, de las semanas y de los meses, Navidad representa un obligado punto de referencia en nuestras agendas particulares. No sólo por sus características cósmicas o climatológicas, sino, sobre todo, por la euforia consumística deliberadamente programada y promovida durante esos días, por la acumulación de días de vacación durante esas fechas en conexión con el fin de año y comienzo del nuevo, por el marcado carácter familiar y hogareño promovido con interés desde diversas instancias.

Originariamente cristiana, ¿se ha convertido la navidad, con la constelación de fiestas que la acompañan, en una fiesta de invierno? Habría que responder que sí. Que las fiestas de navidad, para un amplio sector de nuestra sociedad moderna, más o menos descristianizado o agnóstico, han perdido su identidad específicamente cristiana para convertirse en unas fiestas de invierno o de fin de año. De lo cristiano, para una gran mayoría, sólo queda el barniz; para ciertas minorías sensibilizadas religiosamente y conscientes de su identidad cristiana, navidad conserva un contenido y unas resonancias distintas.

Pero con esta respuesta la cuestión no ha quedado zanjada. El estudio de los orígenes de las fiestas de navidad y epifanía nos permite descubrir interesantes connotaciones de carácter cósmico-religioso, al margen de las cuales no es posible entender ni las raíces ni el contenido específicamente cristiano de estas fiestas. Podríamos decir, adelantando la respuesta, que las fiestas de navidad y epifanía, si bien celebran el nacimiento del Señor, en sus orígenes vinieron a sustituir a unas fiestas paganas que, por sus referencias cósmicas, bien podrían considerarse como auténticas fiestas de invierno. Pero para que esta respuesta no quede en una afirmación gratuita o en un puro tópico hay que verificarla con testimonios concretos. Testimonios que he incluyo en otros escritos del blog.
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