Ecos de resaca y relax
Mis reflexiones se toman hoy un respiro, al socaire de la “calma chicha” que aventura la “pelota en el tejado” de la Generalitat catalana hasta el día 16.
La rocambolesca sesión del martes 10 y la fiesta solemne del Pilar con el Día de la Hispanidad, celebrado para mostrar, una vez más, que nuestra “razón histórica”, a pesar de los pesares, justifica y entona nuestro orgullo de pueblo, piden algo de quietud para relajarse antes de nuevos sobresaltos. Por eso, me limitaré a sólo bosquejar –con el recuerdo de días pasados y en pocas palabras- algunas hechos o curiosidades que se han podido quedar al margen estos días. Sólo eso para no entumecerse y distraer la quietud.
* Al final de la magna concentración del domingo pasado, en la plaza Urquinaona y aledaños, para poner en claro que no todo, en Cataluña, es “fobia” a España, el ex ministro J. Borrell tuvo un discurso, del que realzo sólo esta idea: se puede desafiar o dialogar, pero las dos cosas a la vez, no es posible hacerlas.
Cuando el manoseo y abuso del significado de las palabras se convierte en epidemia, y la palabra “diálogo” concretamente se está usando para lo uno y lo otro, para lo de arriba y lo de abajo, para la propaganda o el interés, poner los puntos sobre las íes es higiene cívica. El ex´ministro Sr. Borrell lo hace con claridad y sin diplomacias ni medias tintas.
De igual modo que los de un omnímodo “derecho a decidir” tendrían razón plena si no se comieran –por ignorancia o mala fe-, al proclamarlo, el “sobre qué” se planta ese derecho –¿se tiene derecho a decidir maltratar a una mujer o acosar a un niño?-, así también el diálogo, para ser tal y no chantaje o cuento, requiere un objeto, que ese objeto no sea ética, jurídica o políticamente ilegítimo, y que, al dialogar, se usen las palabras y las razones y no la “porra”. Que si dialogar, por ejemplo, sobre el ”sexo de los ángeles” parece una imbecilidad, dialogar con una pistola sobre la mesa o guardándose cartas en la manga, sería más que eso, sería un atraco.
Por eso, la idea de Borrel merece ser elogiada por quienes repugnan el juego sucio y las malas artes; y repensarse, además, cuantas veces le requiera el guión para no caer ni en imbéciles ni tampoco en salteadores de caminos.
*Que el Día de la Hispanidad se celebró por todo lo alto es una evidencia difícil de negar. Caben el más o el menos, pero los hechos hablan esta vez por las palabras.
Sin embargo, he de realzar dos cosas que, a mi ver, la empalidecieron: el accidente del capitán Alvar al regresar del desfile aéreo a su base de Los Llanos, en Albacete, y la descarada ausencia –no menos descarada por ser reiterada- de los tres presidentes de las tres autonomías privilegiadas del país: el Sr. Urkullu del País Vasco; la Sra. Usue Barca, de la foral Navarra; y el Sr. Puigdemont, de Cataluña.
Si el accidente del avión del capitán entristece –los que se han alegrado por la red o de otro modo quédense con el nombre de “canallas” que merece –creo yo- su empedernido afecto al odio-, el elogio de casi todos sea el homenaje póstumo a su brillante palmarés. Yo lo siento de verdad. No fue una mancha ni un borrón del espléndido Dia, sino el aleteo de la tragedia que siempre sobrevuela el camino de los “elegidos”.
Y en cuanto a las tres ausencias… Si excusado pudiera estar el tercero de la lista por la dureza e intensidad de sus cábalas para contestar el lunes a la requisitoria del gobierno, la ausencia de los otros dos privilegiados mandamases suena a lo de siempre en los que se creen venidos o sacados de la “pata del Cid” como se suele decir: dar la nota para que sea vea que tienen personalidad, por no decir otra cosa menos psicológica o más fisiológica. De todos modos, y como ya no se les esperaba, sólo dieron plantón a su propia sombra, llena cuando menos de complejos y de miedos a ser lo que se debe ser, a la libertad en una palabra.
¿Por qué han de haber, o seguir los privilegios en tiempos de democracia? ¿Para que estén contentos y sigan pidiendo más y más? ¿Para que nos sigan llamando “maquetos” y “charnegos”?
Hay ausencias que ya no molestan y más bien enternecen o causan risa. Pero en todo caso siguen dando que pensar. Al menos, para no parecer tan tontos como algunos dicen que somos
** A las diez de la noche del día 12, la ofrenda de flores a la Virgen del Pilar era más copiosa, voluminosa y entrañable que otras veces.
Quiere decirse que –cuando los zapatos apretan, los aventureros acosan, los tiempos se retuercen y cunde la sequía y se agostan los pantanos en octubre- hay algo que se despierta por dentro, hasta en quienes parecen más dormidos. Es lo de siempre: la dimensión religiosa del hombre. el homo religiosus que llévamos dentro de nosotros, -más abundante y activa que la dimensión “sapiens” o “faber”-, intentando volver a los viejos caminos o pulsar olvidados botones para cerrar vías de agua.
Como quiera que sea, para los creyentes en Dios y en el poder civilizador de la religión, lo del manto de flores al Pilar, aunque se produzca una vez al año, muestra que no todo se ha perdido.
Estos “ecos de resaca” sean tan solo –en esta mañana de octubre- un aliciente para seguir reflexionando, cada día, sobre cosas que pasan o nos pasan. Al fin y al cabo, tomarse un respiro es saludable para reponer fuerzas y tomar resuello. Que falta hace.
La rocambolesca sesión del martes 10 y la fiesta solemne del Pilar con el Día de la Hispanidad, celebrado para mostrar, una vez más, que nuestra “razón histórica”, a pesar de los pesares, justifica y entona nuestro orgullo de pueblo, piden algo de quietud para relajarse antes de nuevos sobresaltos. Por eso, me limitaré a sólo bosquejar –con el recuerdo de días pasados y en pocas palabras- algunas hechos o curiosidades que se han podido quedar al margen estos días. Sólo eso para no entumecerse y distraer la quietud.
* Al final de la magna concentración del domingo pasado, en la plaza Urquinaona y aledaños, para poner en claro que no todo, en Cataluña, es “fobia” a España, el ex ministro J. Borrell tuvo un discurso, del que realzo sólo esta idea: se puede desafiar o dialogar, pero las dos cosas a la vez, no es posible hacerlas.
Cuando el manoseo y abuso del significado de las palabras se convierte en epidemia, y la palabra “diálogo” concretamente se está usando para lo uno y lo otro, para lo de arriba y lo de abajo, para la propaganda o el interés, poner los puntos sobre las íes es higiene cívica. El ex´ministro Sr. Borrell lo hace con claridad y sin diplomacias ni medias tintas.
De igual modo que los de un omnímodo “derecho a decidir” tendrían razón plena si no se comieran –por ignorancia o mala fe-, al proclamarlo, el “sobre qué” se planta ese derecho –¿se tiene derecho a decidir maltratar a una mujer o acosar a un niño?-, así también el diálogo, para ser tal y no chantaje o cuento, requiere un objeto, que ese objeto no sea ética, jurídica o políticamente ilegítimo, y que, al dialogar, se usen las palabras y las razones y no la “porra”. Que si dialogar, por ejemplo, sobre el ”sexo de los ángeles” parece una imbecilidad, dialogar con una pistola sobre la mesa o guardándose cartas en la manga, sería más que eso, sería un atraco.
Por eso, la idea de Borrel merece ser elogiada por quienes repugnan el juego sucio y las malas artes; y repensarse, además, cuantas veces le requiera el guión para no caer ni en imbéciles ni tampoco en salteadores de caminos.
*Que el Día de la Hispanidad se celebró por todo lo alto es una evidencia difícil de negar. Caben el más o el menos, pero los hechos hablan esta vez por las palabras.
Sin embargo, he de realzar dos cosas que, a mi ver, la empalidecieron: el accidente del capitán Alvar al regresar del desfile aéreo a su base de Los Llanos, en Albacete, y la descarada ausencia –no menos descarada por ser reiterada- de los tres presidentes de las tres autonomías privilegiadas del país: el Sr. Urkullu del País Vasco; la Sra. Usue Barca, de la foral Navarra; y el Sr. Puigdemont, de Cataluña.
Si el accidente del avión del capitán entristece –los que se han alegrado por la red o de otro modo quédense con el nombre de “canallas” que merece –creo yo- su empedernido afecto al odio-, el elogio de casi todos sea el homenaje póstumo a su brillante palmarés. Yo lo siento de verdad. No fue una mancha ni un borrón del espléndido Dia, sino el aleteo de la tragedia que siempre sobrevuela el camino de los “elegidos”.
Y en cuanto a las tres ausencias… Si excusado pudiera estar el tercero de la lista por la dureza e intensidad de sus cábalas para contestar el lunes a la requisitoria del gobierno, la ausencia de los otros dos privilegiados mandamases suena a lo de siempre en los que se creen venidos o sacados de la “pata del Cid” como se suele decir: dar la nota para que sea vea que tienen personalidad, por no decir otra cosa menos psicológica o más fisiológica. De todos modos, y como ya no se les esperaba, sólo dieron plantón a su propia sombra, llena cuando menos de complejos y de miedos a ser lo que se debe ser, a la libertad en una palabra.
¿Por qué han de haber, o seguir los privilegios en tiempos de democracia? ¿Para que estén contentos y sigan pidiendo más y más? ¿Para que nos sigan llamando “maquetos” y “charnegos”?
Hay ausencias que ya no molestan y más bien enternecen o causan risa. Pero en todo caso siguen dando que pensar. Al menos, para no parecer tan tontos como algunos dicen que somos
** A las diez de la noche del día 12, la ofrenda de flores a la Virgen del Pilar era más copiosa, voluminosa y entrañable que otras veces.
Quiere decirse que –cuando los zapatos apretan, los aventureros acosan, los tiempos se retuercen y cunde la sequía y se agostan los pantanos en octubre- hay algo que se despierta por dentro, hasta en quienes parecen más dormidos. Es lo de siempre: la dimensión religiosa del hombre. el homo religiosus que llévamos dentro de nosotros, -más abundante y activa que la dimensión “sapiens” o “faber”-, intentando volver a los viejos caminos o pulsar olvidados botones para cerrar vías de agua.
Como quiera que sea, para los creyentes en Dios y en el poder civilizador de la religión, lo del manto de flores al Pilar, aunque se produzca una vez al año, muestra que no todo se ha perdido.
Estos “ecos de resaca” sean tan solo –en esta mañana de octubre- un aliciente para seguir reflexionando, cada día, sobre cosas que pasan o nos pasan. Al fin y al cabo, tomarse un respiro es saludable para reponer fuerzas y tomar resuello. Que falta hace.