José de Segovia La iglesia de Stott (6)
John Stott no fue a All Souls deliberadamente. Era su iglesia de toda la vida. Volvía al lugar donde se había criado.
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Muchos han observado el importante papel que tienen las ciudades en la expansión del cristianismo. No es extraño que estos últimos años no falten estrategias misioneras para establecer iglesias en el centro de las ciudades. Lo que pasa es que cuando se pone el ejemplo de All Souls en medio de la principal arteria comercial de Londres, Oxford Street, se olvida que John Stott no fue allí deliberadamente. Era su iglesia de toda la vida. Volvía al lugar donde se había criado.
El rector de All Souls –el título que recibe el ministro anglicano que tiene a su cargo una zona en particular– era Harold Earnshaw-Smith. La iglesia que está en Langham Place fue establecida por un acta del Parlamento en 1818, que decidió construir más iglesias en los barrios más populosos. El edificio del arquitecto John Nash puede acomodar unas 1820 personas. El nombre de ‘Todas las Almas’ no es en conmemoración de los muertos, sino de los residentes pobres de la parroquia.
La iglesia fue dedicada por el obispo Howley en 1824. Su tradición evangélica viene de su segundo rector, Charles Baring, amigo del reformador social evangélico, conocido por su inmensa labor filantrópica, Lord Shaftersbury. La estatua que muchos creen que simboliza el Eros en Piccadilly Circus, es en realidad un homenaje al amor ciego en el sentido de desinteresado, que hizo el político cristiano en esa época.
Un año antes de hacerse la familia Stott miembro de la iglesia, murió atropellado por un coche uno de sus rectores más evangelísticos, Webster, que predicaba incluso al aire libre. Cuando John era niño el rector era Arthur Buxton, que había sido capellán militar y ministro de la Embajada británica en Colonia. Es entonces cuando construyen al lado, los edificios de la BBC, donde Buxton empieza dar charlas los sábados por la noche y a hacer amigos en el mundo del teatro, que llena esa parte de Londres, el West End. Fue Buxton el que alejó a la iglesia de la fe evangélica a una orientación más liberal.
La gracia del evangelio
Earnshaw-Smith había sido misionero en el norte de Nigeria, antes de ser capellán en Cambridge, donde colaboraba con el grupo de estudiantes evangélicos CICCU, cuando Stott estaba en su segundo año en Trinity. Tras una vicaría en Londres, estuvo un poco de tiempo en Watford, hasta ser nombrado rector de All Souls, tras la dimisión de Buxton. El edificio sufrió los efectos de la Segunda Guerra Mundial, que dañaron seriamente la construcción, que estuvo cerrada de 1940 a 1951. Durante los bombardeos alemanes se hacían los cultos en los distintos andenes del metro de Oxford Circus.
Earnshaw-Smith nació y creció en Cambridge, donde su padre tenía una librería. Tuvo una infancia difícil, que le había dado un carácter tímido y un humor de expresiones de desprecio a sí mismo –algo al estilo que ha hecho famoso a los cómicos judíos–. Lo que pasa es que, según Stott, eso le servía para esconder sus verdaderos sentimientos, incluso a aquellos que le conocían más. Su conversión a la fe evangélica en el grupo de estudiantes cristianos CICCU de Cambridge fue toda una liberación para él del dolor y la falta de control que tuvo. Su mensaje era, por eso, claramente la Gracia del Evangelio. Fue el tema de su ministerio, toda su vida.
El primer culto que hizo al llegar a la iglesia fue de ruptura con las prácticas “ritualistas” que había establecido Buxton, como celebrar la Comunión de espaldas a la congregación. Según su asistente, John V. Taylor –luego secretario de la Sociedad Misionera de la Iglesia y obispo de Winchester–, “la primera palabra que viene a la mente cuando uno piensa en Earnshaw-Smith es gracia, tanto en el sentido teológico como de generosidad de carácter”. Sus cultos se caracterizaban por la sencillez y la predicación de la Palabra, que se centraba siempre en el Evangelio.
De vuelta a Londres
En 1945 Earnshaw-Smith predicó por el sesenta aniversario de CICCU en Cambridge. Stott hizo la lectura bíblica del tercer capítulo del Evangelio según Juan. Al acabar el culto, le ofreció venir a ayudarle en All Souls, tras su ordenación. Esta fue en la catedral de San Pablo en Londres, con el nuevo obispo de la ciudad, William Wand. Sus padres asistieron, a pesar de los reparos que tuvieron ante su vocación. Se conserva una carta de su hermana Joanna, cuando John la invitó a su ordenación:
“Es extraño que haya llegado este momento, después de todos estos años. Como sabes, no he entendido tu punto de vista, todo este tiempo, pero puedo ver claramente que eso es lo que quieres. Es para lo que te has esforzado y orientado estos años. Ahora me doy cuenta de que eres el tipo de persona que se necesita para eso.”
Los requisitos para la ordenación no son sólo estudios académicos. Hay un examen de la fe cristiana, las Sagradas Escrituras, el Libro de Oración y el ministerio pastoral. Los candidatos tenían que presentar un sermón original en veinte minutos sobre el texto “Venga Tu Reino”. Todo ello acompañado de muchos documentos: la nominación para el ministerio, la declaración del candidato al que incumbe y el Si Quis, una notificación pública que ha de ser leída en la iglesia del candidato, invitando a presentar cualquier objeción que haya.
Los candidatos tenían, antes, un retiro en Hampstead, donde iban adecuadamente vestidos, excepto Stott, que prefirió un traje de tweed estilo escocés a la indumentaria formal eclesiástica. Esta práctica algo provocadora era habitual en varios de los ministros mayores con los que se formó Stott, que tenían un cierto desagrado por todo lo clerical. Muchos piensan que esa es la razón por la que “el tío John” iba casi siempre con traje. Hay algunas fotos en que se le ve con collar clerical, pero es en acontecimientos extraordinarios. No era su forma normal de vestir.
Predicando a Cristo
Hasta principios de los años 50, los cultos de All Souls eran en la iglesia de San Pedro en Vere Street, que pertenecía a la congregación. Es allí donde fueron las clases del Instituto para el Cristianismo Contemporáneo donde me enseñó Stott a principios de los años 80. Es un edificio de principios del siglo XVIII, del arquitecto de la iglesia de Trafalgar Square, St. Martin-in-the-Fields, el Senado de Cambridge y la Cámara Radcliffe de Oxford. En la década de los 60 del siglo XIX la iglesia fue famosa por la predicación del controvertido ministro cristiano socialista F. D. Maurice.
A mí siempre me impresionó que era a esa iglesia donde asistía el autor de Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll, que fue también ministro anglicano. El edificio no podía albergar a más de quinientas personas, pero los bombardeos habían destruido tanto All Souls, que fue allí donde Stott hizo la primera parte de su ministerio. Los dones de Earnshaw-Smith como rector, eran claramente pastorales. La administración que llevaba era tan desastrosa, que no tenía registro siquiera de la congregación. Aunque le ayudaba una mujer del Ejército de la Iglesia, la Hermana Jordan.
Earnshaw-Smith amaba a Cristo y le importaban las personas. Tenía un estilo pastoral muy afectuoso. Antes de empezar el culto, recorría los bancos durante veinte minutos, para saludar a los que ya habían llegado. Los visitantes se sentían bienvenidos. Tenía un carácter cálido y amistoso que se unía a una dignidad natural, nada pomposa. No carecía de sentido del humor. Una de sus bromas preferidas era decir a Stott, “¡tienes que predicar esta mañana!, ¿verdad?”, cuando no tenía que hacerlo.
La predicación de Stott sigue el modelo de Earnshaw-Smith. Era reflexiva, centrada en Cristo y evangelística. Su contenido era esencialmente bíblico y expositivo, pero el Evangelio estaba en el centro. Ahora se habla mucho de la predicación expositiva, pero algunos se creen que es algo como un estudio bíblico, verso a verso. Ese es el método de algunos predicadores norteamericanos, pero eso nunca fue la predicación expositiva. Se trataba de proclamar a Cristo con fidelidad al texto bíblico.
“Ya que el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios 1:21). Muchos entonces, como hoy, “piden señales y buscan sabiduría” (22), pero Stott se propuso “predicar a Cristo crucificado” (v. 23). Esa es la predicación evangélica. No hay otro medio de salvación. Por ella conocemos a Cristo como “poder y sabiduría de Dios” (v. 24). No hay nada más importante en la iglesia que esa proclamación.