José de Segovia La pasión de Stott por el Evangelio (8)

Si Stott fue uno de los principales representantes del cristianismo evangélico del siglo pasado, no era por una agenda social o política, sino por su pasión por el Evangelio.

Stott y Graham en la campaña del grupo de estudiantes cristianos de Cambridge CICCU en 1954.

Un día el columnista del The New York Times, David Brooks, se preguntó: “¿Quién es Stott?”. El periodista judío se extraña de que los medios de comunicación escojan “bufones” para representar el cristianismo evangélico, cuando aquí está este hombre “amistoso, cortés y natural, humilde y autocrítico, pero a la vez confiado, gozoso y optimista”. Alguien no cristiano como él, observa que Stott “no cree que la verdad sea plural; no relativiza el bien y el mal; no piensa que toda fe sea igualmente valida; ni que la verdad es un logro humano, sino una revelación”; pero le sorprende la confianza y la gracia con que habla de la verdad del Evangelio.

Si Stott fue uno de los principales representantes del cristianismo evangélico del siglo pasado, no era por una agenda social o política, sino por su pasión por el Evangelio. Esa es la diferencia con muchos de los que representan hoy al movimiento evangélico. Se conoce el partido que representan, todo aquello de lo que están en contra, pero nada del Evangelio.

Desde el momento en que Stott es designado rector de la iglesia de All Souls en 1950, entiende que la evangelización no puede depender de lo profesional, “ni aunque tuvieran diez personas a tiempo completo”. La prioridad es formar a la congregación para que sea toda la iglesia, la que lleve a cabo la tarea.

Hasta el día de hoy, “la punta de lanza” en All Souls siguen siendo las reuniones que se hacen una vez al mes, para invitar personas que no conocen la iglesia. Cada una de ellas consiste en una presentación del Evangelio con una invitación al final, para seguir un curso de exploración del cristianismo. Su éxito dependía tanto de la disposición de los miembros a traer invitados, como de la preparación de los “consejeros” que hablan con las personas nuevas, al final de la reunión.

Desde que Stott fue hecho rector de All Souls en 1950, hizo su prioridad formar a toda la congregación para la evangelización de Londres.

El corazón del cristianismo

Aunque ahora suene extraño, el curso de introducción al cristianismo lo llamaban entonces “Guardería”, porque entendían que el nuevo creyente es un “bebé en la fe”, pero también Stott lo llamó así, porque quería que fuera un desafío al orgullo natural humano. Luego se conocía como “Grupos de principiantes” y ahora siguen el curso alternativo a Alpha que han desarrollado en All Souls bajo el nombre de “El corazón del cristianismo” –literalmente, Cristianismo explorado–. Su principal crítica a Alpha no es sólo el énfasis en los dones extraordinarios del Espíritu, sino que no explica suficientemente el Evangelio, que se reduce a las dos primeras lecciones, mientras que el curso de Rico Tice sigue todo el Evangelio según Marcos.

Los responsables de estos grupos seguían un curso de medio año con doce clases sobre “la teología del Evangelio, la vida personal del evangelista y la técnica práctica del evangelismo”. Se publicó, luego, un sumario que serviría de formación también para los que tenían incluso que dar las clases, que finalmente se grabarían en cintas. Estas grabaciones se acabaron difundiendo en casete, incluso en el extranjero, con una presentación audiovisual que hizo el propio Stott.

Había hasta un manual para el seguimiento de los convertidos con instrucciones prácticas para la consejería. Dada la habilidad sintética de Stott, se resumía en A, B, C y D, que eran las iniciales en inglés de Seguridad, lectura de la Biblia y oración, membresía de la Iglesia y Detalles, como era solicitar el nombre y la dirección. De acuerdo también a su capacidad autocrítica, el propio Stott identificó dos debilidades en el sistema, tras los primeros diecisiete años de experiencia, en una conferencia en la universidad de Durham en 1968 sobre teología pastoral.

Stott observó que la supervisión era inadecuada, ya que la delegación de la responsabilidad necesitaba también un seguimiento. Y en segundo lugar, no se tenía en cuenta a los miembros de la iglesia que no entraban en el sistema, desalentando su iniciativa espontánea, al crear una división innecesaria entre los comisionados para la tarea y los que no. Distingue, sin embargo, tres ventajas: el principio del trabajo en equipo, el aprovechamiento de las oportunidades y el papel de afirmación que tenía para los “obreros comisionados”, a sus propios ojos y los de los demás.

Graham trabajaba con Juventud Para Cristo desde el verano de 1945, tras su famosa campaña de Los Ángeles.

Billy Graham

La campaña de Billy Graham en Londres en 1954 es para el historiador del cristianismo evangélico británico, David Bebbington –profesor de la universidad escocesa de Stirling–, “probablemente el más importante factor del resurgimiento de la vitalidad de la tradición evangélica conservadora”. Hasta el día de hoy, encuentras en muchas iglesias inglesas, personas mayores que fueron convertidas en la campaña de Graham en Londres en 1954. Los resultados fueron tan espectaculares que no son comparables a ninguna de las visitas posteriores que hizo el evangelista norteamericano. No es sorprendente que hasta en círculos seculares se hablara de “avivamiento” en un país que ha tenido “despertares” espirituales regularmente.

Aunque Stott no formó parte de la organización, asistió regularmente a las reuniones que se hicieron durante doce semanas, después de arreglar la estancia de Billy Graham y su equipo en un hotel cercano a All Souls, que les ofreció la iglesia de San Pedro para su organización. El evangelista norteamericano describe su alojamiento en su autobiografía como “el hotel más pequeño y barato, probablemente, de Londres”. Lo que demuestra, según Stott, lo poco que conocía la ciudad, entonces. El culto que hizo Stott para el equipo, lo recuerda Graham en su libro, como “quizás, su primer contacto con el anglicanismo”.

Graham era tres años mayor que él. Trabajaba con Juventud Para Cristo desde el verano de 1945, tras su famosa campaña de Los Ángeles –todavía no se llamaban “cruzadas”, ya que el nombre se da a partir de la que hizo en la universidad neoyorquina de Columbia, un año después–. Visitó Inglaterra dos veces en 1946. Graham y Stott se conocieron en una reunión al aire libre en la Esquina de los Oradores de Hyde Park –donde cualquiera puede hablar libremente sin amplificación–.

El culto que hizo en All Souls, lo recuerda en su libro Billy Graham como su primer contacto con el anglicanismo.

En 1952 Graham visita Londres para reunirse con pastores y líderes cristianos para hablar de evangelismo. Les dice que está dispuesto a hacer una campaña en Inglaterra, siempre que sea invitado por las iglesias y las reuniones sean en Londres. El arzobispo de Canterbury está dispuesto a apoyar una experiencia piloto en provincias, pero no en Londres. Al no tener el apoyo oficial anglicano, es el consejo de la Alianza Evangélica el que hace la invitación.

Alianza Evangélica

La Alianza Evangélica había nacido en 1840 como un organismo interdenominacional sobre la base de la autoridad de la Biblia, para la extensión del Evangelio. La primera reunión internacional fue cerca de Utrecht en Holanda (Woudschoten) en 1951, con 91 delegados de 21 países. La sesión inaugural fue una predicación de Stott, un domingo, sobre 1 de Corintios 12. Los fines de la Alianza están tomados del primer capítulo de Filipenses –el avance, la defensa, confirmación y comunión en el Evangelio–. Según el representante británico, Jack Dain, Stott estaba sentado con él en un sofá durante una pausa, cuando sacó una biblia del bolsillo y se los dictó en ese momento. Tras apuntarlos con un lápiz en un papel, los presentó a la asamblea, que los aceptó unánimemente.

El auditorio que la Alianza encontró para las reuniones de la campaña de Billy Graham era la Arena de Harringay, propiedad de la Asociación de Carreras Greyhound. La sesión final fue en el estadio Empire de Wembley. Entre medio, habló en las universidades de Oxford y Cambridge. Winston Churchill le invitó a su residencia de la calle Downing, donde hablaron unos cuarenta minutos. Hizo también una visita privada a la Reina Madre en la Casa Clarence, que motivó la predicación a la Reina y los miembros de la familia real en Windsor, un domingo, tal y como cuenta la serie The Crown.

Aunque los “conspiracionistas” tienen a la casa real británica en su “punto de mira”, no se me ocurre otra monarquía que haya tenido tanto contacto con el movimiento evangélico como el reinado de Isabel II, que haría incluso de Stott su capellán. Lo que supongo que simplemente demuestra lo mal informados que están los “conspiranoicos”, que se creen que la Reina es ¡hasta un reptil extraterrestre, dedicada a la matanza de niños en ritos satánicos!

Grahan predicó a la Reina y los miembros de la familia real en Windsor, un domingo, como cuenta la serie 'The Crown'.

La campaña tuvo considerables críticas en la prensa. El escritor J. B. Priestley describió a sus convertidos como “víctimas de la emoción”. Stott decidió entonces, intervenir en los medios de comunicación, para defender la campaña de Graham. Es evidente que los dos tenían estilos de predicación muy diferentes. Stott observó que “los ingleses te dejan respirar cuando predican, mientras que los americanos te dan en la cabeza con la Biblia”. Aunque me ha sorprendido lo distinto que sonaban entonces, cuando oyes las grabaciones de aquellos años. Acostumbrado a escuchar a Stott y a Graham en los años 80, me asombró la energía con la que predicaban en los años 50. Tenían entonces un ímpetu juvenil y un dinamismo que no percibes en su edad madura.

Usados por Dios

En la reunión final que hubo para pastores, después de la campaña de Graham, Stott dio tres o cuatro razones por las que creía que Dios usaba al evangelista estadounidense. Los argumentos recuerdan a las siete razones por las que Torrey creía que Dios usaba a Moody, pero Stott las elabora aún más en su prólogo a la biografía de Sung, “el mayor evangelista que China haya conocido”. En primer lugar, reconoce la dedicación de Graham, pero también su autenticidad, aunque finalmente, el acierto cree qué está en que su trabajo es a través de las iglesias.

Una de las sorpresas de la sesión final en Wembley fue la aparición del arzobispo anglicano Fisher, que se mantenía hasta entonces, frío y distante de Graham. Le invitaron a hacer la oración final. Y al sentarse luego junto al evangelista americano, Grady Wilson le dijo: “No volveremos a ver algo así, hasta que lleguemos al Cielo”. A lo que Wilson le respondió extendiendo el brazo sobre su hombro y diciendo: “¡Así es, hermano arzobispo! ¡Así es!”.

La crítica más habitual de este tipo de campaña es que sus convertidos no permanecen. Stott creía que era algo injusta. Primero porque ningún evangelista mantiene a sus convertidos, porque parte de la semilla no echa raíces, o es ahogada cuando crece (Mateo 13:4-7; Marcos 4:4-7; Lucas 8:5-7). Se dice incluso del Señor mismo, que “muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él” (Juan 6:66).

El auditorio que la Alianza encontró para las reuniones de la campaña de Billy Graham era la Arena de Harringay, propiedad de la Asociación de Carreras Greyhound.

Frutos del Espíritu

En segundo lugar, muchos sí permanecieron. En All Souls había una chica que hizo profesión de fe en la campaña de Londres de 1954, que se casó con un miembro del Parlamento y tiene tres hijos en la iglesia. Alguien que se convirtió en las reuniones cuando estudiaba en Londres, se hizo misionero en Kenia, donde trabajó entre los presos de la rebelión de los Mau Mau y acabó formando parte del equipo de All Souls.

Se hicieron algunos estudios después que sugieren que muchos de los convertidos tenían conexión con iglesias antes, pero el editor del Reader´s Digest, Stanley High, investigó las cifras de la campaña de Harringay, diez meses después, para su libro sobre Billy Graham. Su investigación dice que el 64,03%, casi un año después, asistía todavía a la iglesia. El seguimiento es importante, como descubrió Stott, pero eso no era responsabilidad de Graham, sino de las iglesias que le habían invitado.

“La palabra que sale de la boca de Dios, no volverá vacía, sino hará lo que Él quiere, y será prosperada en aquello para lo que la envió”, dice Isaías (55:11). ¿Quiénes eran Graham o Stott, sino instrumentos de Dios? “Uno planta, otro riega, pero el crecimiento lo da Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” (1 Corintios 3: 6-7). Por lo tanto, ¡a Él sea la gloria!

Volver arriba