Francisco Martínez Hoyos, historiador experto en la Juventud Obrera Cristiana "La gente de fuera de la Iglesia no conoce toda la riqueza asociativa del laicado"
"Cuando aparecen nuevos partidos y sindicatos de izquierdas, estas organizaciones serán más atractivas para los jóvenes que la vieja Juventud Obrera Cristiana"
"La crisis de la JOC se produce a nivel mundial como parte de la crisis general de la Iglesia en el postconcilio"
"Los obispos veían infiltrados comunistas en todas partes. En cambio, la politización de derechas les parecía tan natural que ni siquiera les parecía politización. Criticaban que un militante cristiano perteneciera a un partido de izquierdas, pero no que un colega del obispado fuera procurador en las Cortes franquistas"
"Los obispos veían infiltrados comunistas en todas partes. En cambio, la politización de derechas les parecía tan natural que ni siquiera les parecía politización. Criticaban que un militante cristiano perteneciera a un partido de izquierdas, pero no que un colega del obispado fuera procurador en las Cortes franquistas"
| Jordi Pacheco, Flama
"La recepción del Vaticano II por parte de la Iglesia española y los movimientos laicales". Éste fue el título de la conferencia impartida en Roma el pasado 12 de octubre por el historiador y redactor de la revista Historia y Vida, Francisco Martínez Hoyos (Barcelona, 1972) en el encuentro Lay Mission and Vocation Conference.
Con el trasfondo de los 60 años de Lumen Gentium (un documento esencial del Vaticano II que destaca el papel de los laicos en la Iglesia y el mundo), el evento reunió a decenas de expertos para reflexionar desde diferentes ámbitos sobre la historia del laicado, su papel en la Iglesia y sus perspectivas de futuro.
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¿Cómo surgió la posibilidad de viajar a Roma a participar en ese encuentro?
Fue idea de Stefan Gigacz, un historiador australiano, el que más sabe en todo el mundo sobre la historia de la Joventud Obrera Cristiana (JOC). Nos conocimos hace veinticinco años en un encuentro en Bruselas, cuando yo investigaba para mi tesis doctoral sobre la JOC catalana. Luego mantuvimos el contacto a través de las redes sociales. Ha sido un auténtico placer reencontrarlo después de todo ese tiempo. Me regaló un ejemplar dedicado de su recién publicado libro, Joseph Cardijn Rediscovered, donde destaca la importancia del fundador del jocismo como modelo para el mundo de hoy.
La crisis de la Juventud Obrera Cristiana en España en los sesenta se manifestó con una drástica reducción de militantes. ¿Qué factores considera más relevantes en esta decadencia?
En primer lugar, el enfrentamiento con los obispos. Los militantes sufrieron un enorme desgaste por la confrontación con una jerarquía que no comprendía ni las necesidades del mundo obrero ni la necesidad de autonomía de los laicos. Los obispos no se comportaron como pastores y se aferraron a cuestiones jurídicas. Por otra parte, los movimientos apostólicos habían jugado un papel importante en las luchas obreras en una España en la que no había libertad de asociación. Cuando aparecen nuevos partidos y sindicatos de izquierdas, estas organizaciones serán más atractivas para los jóvenes que la vieja Juventud Obrera Cristiana.
¿Hasta qué punto el conflicto entre los militantes y la jerarquía eclesiástica, especialmente en un contexto como el del franquismo, aceleró la crisis de la Acción Católica?
El conflicto fue inmenso desde el punto de vista emocional. Los militantes deseaban comprensión y hallaron todo lo contrario, inmersos en una guerra que les provocaba incertidumbre y tensión. Soñaban con cambiar la Iglesia y hacerla más cercana a los pobres. La jerarquía, en cambio, estaba preocupada por lo que percibía como un cuestionamiento de su autoridad.
El Vaticano II generó tensiones en la Iglesia española, especialmente entre los progresistas y la jerarquía franquista. ¿Cómo influyó ese contexto global en el laicado español y en la crisis de la JOC?
Muchos obispos aún permanecían fieles a Franco, desconcertados por los cambios que llevaba el Concilio. Sin embargo, entre los progresistas había una implicación en la lucha contra la dictadura. Sin embargo, el contexto español no lo explica todo. La crisis de la JOC se produce a nivel mundial como parte de la crisis general de la Iglesia en el postconcilio.
¿Cree que la falta de autonomía de los laicos en la Iglesia fue uno de los principales obstáculos para una evangelización más efectiva, como señalaban militantes como Mary Salas?
Sí, creo que influyó de forma determinante en proyectar una imagen de la Iglesia demasiado clerical. Esto todavía es así. La gente de fuera de la Iglesia no conoce toda la riqueza asociativa del mundo de los seglares, aunque estos muchas veces defienden posiciones mucho más avanzadas que los obispos.
Algunos obispos españoles acusaban a los movimientos de la Juventud Obrera Cristiana y la Hermandad Obrera de Acción Católica de politización, especialmente de infiltraciones de izquierdas. ¿Qué papel cree que jugó esta percepción en la fractura entre jerarquía y militantes?
Fue determinante. Los obispos veían infiltrados comunistas en todas partes. En cambio, la politización de derechas les parecía tan natural que ni siquiera les parecía politización. Criticaban que un militante cristiano perteneciera a un partido de izquierdas, pero no que un colega del obispado fuera procurador en las Cortes franquistas. Hablo en términos generales. En la práctica, en cada diócesis había matices distintos.
A los obispos les preocupaba, sobre todo, la influencia comunista, real o supuesta. Por otra parte, deseaban controlar cualquier manifestación de crítica social por parte de los militantes. Les irritaba que éstos pudieran criticar la dictadura como si representaran a la Iglesia en su conjunto
¿Cómo se manifestaba la incomprensión de la jerarquía eclesiástica hacia el compromiso social de los militantes de la Juventud Obrera Cristiana? ¿Había diferencias significativas entre España y otros países como Francia?
A los obispos les preocupaba, sobre todo, la influencia comunista, real o supuesta. Por otra parte, deseaban controlar cualquier manifestación de crítica social por parte de los militantes. Les irritaba que éstos pudieran criticar la dictadura como si representaran a la Iglesia en su conjunto. En otros países, este tipo de conflictos se reproduce con mayor o menor intensidad. La cuestión de fondo es siempre la misma: ¿A quién pertenece la Acción Católica? ¿A los militantes o a la jerarquía?
¿Qué importancia tuvo la Doctrina Social de la Iglesia en la formación de los militantes de la Juventud Obrera Cristiana y de grupos como la Hermandad Obrera de Acción Católica?
La Doctrina Social de la Iglesia, como todo, puede interpretarse de forma más abierta o más cerrada. Los militantes la utilizaban para deslegitimar al franquismo. Para muchos obispos, en cambio, todo se reducía a presentar antes las autoridades las correspondientes quejas, como si no fuera la dictadura en sí lo corrompido.
Entre la jerarquía, pese al Vaticano II, persiste la desconfianza hacia el mundo. Las autoridades de la Iglesia provocan escándalo cada vez que se pronuncian sobre temas cruciales en términos anacrónicos
¿Cómo influyeron en la radicalización de los militantes cristianos factores como el crecimiento de los movimientos de izquierda y extrema izquierda? ¿Cambió la forma en que estos militantes se relacionaban con su propia fe?
Muchos tuvieron crisis de fe porque pensaban que nada aportaba a su compromiso sociopolítico. Les parecía algo superfluo. Otros, en cambio, hicieron un esfuerzo por compatibilizar sus creencias religiosas con los principios marxistas que definían las organizaciones de izquierdas, presentes a través de múltiples variantes.
¿Hasta qué punto el conflicto entre la jerarquía eclesiástica y la militancia de la JOC puede interpretarse como una manifestación del debate entre modernidad y antimodernidad dentro de la Iglesia?
La JOC, al principio, es decir, en los años veinte, comparte la antimodernidad de la Iglesia. Es el ejército de la jerarquía para reconquistar al proletariado desde una perspectiva anticomunista. Sin embargo, con el paso del tiempo sus militantes se abren a los cambios y, en contacto con los no creyentes, adoptan los principios de la contemporaneidad. Mientras, entre la jerarquía, pese al Vaticano II, persiste la desconfianza hacia el mundo. Las autoridades de la Iglesia provocan escándalo cada vez que se pronuncian sobre temas cruciales en términos anacrónicos.
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