Padre Ángel: "Los pozos están vacíos cuando han dado todo lo que tenían” Monseñor Buxarrais, al Padre Ángel: "Soy un pozo seco y vacío, ya no me queda agua"
Un fuerte abrazo de bienvenida, una mirada cariñosa y mil recuerdos que se amontonan de vivencias de un tiempo compartido, de seres amados en común
Buxarrais está al tanto del proyecto de la iglesia de San Antón y dice que le alegra esa iniciativa
Su aspecto es magnífico, sigue tenido una mirada bondadosa y una mente lúcida
Su aspecto es magnífico, sigue tenido una mirada bondadosa y una mente lúcida
| Mensajeros de la Paz
Mediados de julio, primera hora de una tarde no demasiado calurosa en Málaga, una residencia de medio tamaño en un pueblecito a las afueras de la capital. El padre Ángel ha decidido, aprovechando un viaje por la zona, ir a visitar sin avisar a Ramón Buxarráis Ventura, obispo de Málaga hasta el año 1991, un obispo con olor a oveja o a vaca.
Al llegar a la residencia, lo suficientemente pequeña para que pueda convertirse en un hogar, se ve que es un lugar acogedor, lleno de luz. La recepcionista, amable, llama a su habitación preguntando si puede recibir al padre Ángel de Mensajeros de la Paz, respuesta inmediata: “ahora mismo bajo”.
Un fuerte abrazo de bienvenida, una mirada cariñosa y mil recuerdos que se amontonan de vivencias de un tiempo compartido, de seres amados en común.
Una rápida visita enseñando las instalaciones, una bendición en la capilla, una conversación amable delante de un cafelito en el acogedor patio.
El obispo Buxarrais, que tras renunciar a la mitra en 1991 decidió irse a Melilla para continuar con un trabajo menos visible y mucho más necesario: ayudar en proyectos sociales y en el centro penitenciario. Pudo haberse preparado una jubilación dorada, pero optó por retirarse finalmente en esta sencilla residencia donde, como él mismo dice, “estamos trece sacerdotes” no haciendo ninguna distinción entre los sacerdotes y él como obispo. Tenemos uno que es rojo y otro que es azul, los dos se llevan de maravilla y coinciden ambos en una cosa: tienen un montón de personas que siguen viniendo a visitarlos casi todos los días.
Salen a relucir en la conversación los recuerdos de aquellos otros obispos coetáneos y de una misma opción eclesial, Tarancón y D. Gabino; con los que tanto compartieron y vivieron, tanto el obispo como el padre. Estos tres obispos de aquella época oscura que lucharon por ofrecer una luz necesaria.
Buxarrais recuerda también con cariño a Fernando Sebastián y pregunta al padre Ángel por el cardenal Osoro, al que sabe cercano. Le comenta que está al tanto del proyecto de la iglesia de San Antón, dice que le alegra esa iniciativa de las puertas abiertas 24 horas que apoya el Papa Francisco, asegura que esa es la Iglesia en la que él sigue creyendo.
Su aspecto es magnífico, sigue tenido una mirada bondadosa y una mente lúcida, aunque se queja que tiene solo medio corazón, que el otro medio se le quedó ya parado recientemente. A pesar de eso sigue siendo un Hombre de Iglesia que ama mucho al Hombre, es un testimonio vivo de una iglesia que continúa viva.
Su último comentario tras la breve visita “Soy un pozo seco y vacío, ya no me queda agua” a lo que el padre le responde “los pozos están vacíos cuando han dado todo lo que tenían”.
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