Santiago Cantera y la comunidad benedictina podrían ser expulsados de la Abadía ¿Qué va a pasar en el Valle de los Caídos tras la exhumación de Franco?
Cuelgamuros se resignificará, cambiará de régimen jurídico y la basílica pasará a depender de la archidiócesis de Madrid
Carlos García de Andoin: "No puede ser pieza en el proceso de resignificación, un prior y una comunidad religiosa que se opusieron a la exhumación de Franco, con tanto ardor, contra la decisión del estado en sus tres poderes legislativo, ejecutivo y judicial y contra la posición de la propia jerarquía católica de España y del Vaticano"
Por alimentar su ego personal y querer convertirse en el líder religioso de los ultracatólicos españoles, el prior Cantera no sólo se va a quedar sin Franco, sino también sin Basílica y sin abadía en Cuelgamuros
Por alimentar su ego personal y querer convertirse en el líder religioso de los ultracatólicos españoles, el prior Cantera no sólo se va a quedar sin Franco, sino también sin Basílica y sin abadía en Cuelgamuros
Ha tensado tanto la cuerda, que, al final, se ha roto por su parte y, lo que es peor, golpeando a la Iglesia católica. El prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, no sólo se va a quedar sin Franco en la Abadía, sino que, además, él mismo se va a tener que ir de Cuelgamuros, acompañado de toda la comunidad benedictina.
“Después de Franco, tiene que salir el prior, que está 'sentenciado' por la opinión pública y por nuestra propia Iglesia”. Así de claro lo tienen en la calle Añastro de Madrid, sede de la Conferencia episcopal española.
Los obispos están convencidos de que, “tras el espectáculo de la exhumación” del dictador, se va a tener que replantear a fondo el régimen jurídico del todo el conjunto del Valle de los Caídos. Para evitar que casos como el del prior díscolo se vuelvan a repetir y, por lo tanto, perturbar las relaciones Iglesia-Estado.
Y, en ese replanteamiento, coincide Carlos García de Andoin, católico laico y ex-secretario de la Comisión de Expertos para el futuro del Valle de los Caídos, no cabe Cantera ni los benedictinos, porque “no puede ser pieza en el proceso de resignificación, un prior y una comunidad religiosa que se opusieron a la exhumación de Franco, con tanto ardor, contra la decisión del estado en sus tres poderes legislativo, ejecutivo y judicial y contra la posición de la propia jerarquía católica de España y del Vaticano”.
Y es que, con su actitud obstruccionista, negacionista de la memoria histórica y defensora a ultranza de la inviolabilidad de la sepultura de Franco, cuya exhumación tachó de “profanación”, el prior Cantera asestó un nuevo golpe a la credibilidad y a la ya de por sí malherida imagen pública de la Iglesia española.
Tras el Vaticano II, la Iglesia española rompió la alianza del trono y el altar y impulsó una transición ejemplar. El cardenal Tarancón colocó a la institución por encima de la lucha partidista, se desvinculó de la “santa cruzada” y reivindicó su simple autoridad moral, para abrazar la llegada de la democracia, a la que contribuyó decisivamente. Tanto es así que el entonces arzobispo de Madrid y presidente del episcopado se convirtió en “el cardenal de la Transición”.
Lo que no quiere por nada del mundo la Iglesia católica española y, por consiguiente, el Vaticano de Francisco, es que la opinión pública vuelva a percibir a la institución alineada con el dictador. Y ésa es precisamente la imagen que Cantera viene transmitiendo a la sociedad desde hace muchos meses. Y va a pagar por ello: la Iglesia le exigirá propósito de la enmienda y cumplir la penitencia.
Para implementar el replanteamiento del régimen jurídico del Valle de los Caídos se barajan al menos dos vías. La primera, que Patrimonio Nacional sea el que se ocupe directamente del lugar. La segunda, crear una Fundación ex novo del Valle de los Caídos, con un Patronato integrado por miembros de los diversos partidos o simplemente por técnicos, y que sería el encargado de asumir la gestión.
Una vez establecido este nuevo sujeto jurídico, se replantearían las relaciones con la Abadía de Silos, que fue la que encomendó a una parte de su comunidad que se hiciesen cargo de la abadía de nueva creación del Valle de los Caídos por un decreto-ley de 23 de agosto de 1957 “por el que se establece la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos”.
También cabría una posibilidad más drástica: la completa desacralización de la Basílica. Pero lo más probable es que se opte por resignificar el lugar y mantener la basílica como lugar de culto, pero encargado a la archidiócesis de Madrid, que es a la que pertenece territorialmente.
Es decir, el templo del Valle de los Caídos se convertiría en uno más de los muchos de los que dispone el arzobispado madrileño, pero sin que ninguna comunidad religiosa (ni benedictina ni de cualquier otra orden o congregación) se convierta, de nuevo, en 'custodio permanente' del lugar.
Por alimentar su ego personal y querer convertirse en el líder religioso de los ultracatólicos españoles, el prior Cantera no sólo se va a quedar sin Franco, sino también sin Basílica y sin abadía en Cuelgamuros. Ha querido convertirse en mártir de la causa franquista, pero se ha chamuscado y ha quemado con él a todos sus hermanos de orden. Un estigma que le perseguirá vaya a donde vaya. Aunque, como él mismo dice, lo manden a Guinea.
Eso contando con que la Iglesia no le abra un expediente canónico, para exigirle responsabilidades. Porque, si se lo abre (cuestión que todavía está sin decidir), podría llevar aparejadas penas canónicas, como la pérdida de sus 'oficios' eclesiásticos y, por lo tanto, la imposibilidad de que pueda volver a ser elegido prior o abad.
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