Desfile Aéreo y Militar de Gijón
| Faustino Vilabrille
Siempre hemos detestado los gastos militares, incluido este absurdo e injustificable desfile aéreo de Gijón, porque los gastos innecesarios e injustificables, sean los que sean, siempre son absurdos en un mundo lleno de pobreza, de carencias básicas, demasiado lleno de necesidades elementales, sufrimientos y muertes injustas y prematuras por hambre y enfermedades evitables, pero que no se evitan por no dedicarles los medios necesarios.
Pero este año, este desfile, parece que aun peor, porque estamos llenos de dolor y repudio de lo militar por la guerra de Ucrania, que está causando daños muy grandes a gran parte de la humanidad, como a varios países africanos, azotados por la carencia extrema de alimentos, que están esperando la llegada del trigo de Ucrania, pero ayer mismo el ejército ruso bombardeaba las instalaciones del puerto de Odesa donde iba a ser embarcado, a pesar de haber firmado un acuerdo para darle salida.
Nos parece de maravilla que Gijón acoja a refugiados ucranianos, pero nos parece absurdo que al mismo tiempo celebremos, divertidos, la llamada eufemísticamente “Fiesta del Cielo” con aviones militares que bombardean su país, matan a sus ciudadanos, destruyen sus casas, sus escuelas, sus hospitales, y los han obligado a ellos mismos a huir de su tierra.
Pero hay algo más:
¿A quién le importa que los africanos se mueran de hambre?
¿A quién le importa gastar combustible al doble de precio de otros años en algo que no sirve para nada más que para contaminar el ambiente de gases y ruido atronador que asustan a los pájaros y las aves?
¿A quién le importa que los incendios estén quemando España, con gravísimo daño a personas, haciendas y naturaleza?
¿A quién le importa que las aguas de los ríos secos dejen de cantar bulliciosas, de dar vida y criar peces porque las lluvias no vienen?
¿A quién le importa que las ramas de los árboles quemados dejen de aplaudir al soplo del viento, de producir oxígeno o regalar sus frutos para que otros seres vivos puedan alimentarse?
¿A quién le importa que las abejas queden sin néctar, sin polen, sin polinizar y sin producir el maravilloso alimento de la miel?
¿A quién le importa que la infinita información genética y vital de un bosque sea devorada por las llamas?
Aplaudimos que la UME ayude a sofocar los incendiosy a remediar las catástrofes naturales, pero ¿no sería mucho mejor que sus miembros y los gastos militares sirviesen para prevenirlos, para cuidar el medioambiente, para repoblar los montes quemados, para controlar a los pirómanos, para limpiar los ríos, para cuidar las especies en peligro de extinción que son cada vez más? ¿Por qué los gastos de esta “fiesta del Cielo”, que no sabemos a cuanto suben y no parecen ser pocos, no se dedican a más medios, humanos y materiales, para prevenir y controlar los incendios, o a reparar los daños que causan en vidas y haciendas? ¿O tal vez hay un mensaje subliminal detrás de estas exhibiciones?
Un titular periodístico decía ayer: «La gente tenía muchísimas ganas de ver aviones en el cielo de Gijón». Lamentablemente una gran muchedumbre acude a ver este injustificable espectáculo. Habría que decirles a tantos espectadores y a quienes pagan este mal teatro lo que decía Lope de Vega cuando estrenaba una obra de mala calidad a la que acudía mucha gente pero no iba cuando la obra era buena: “el vulgo es necio y, pues lo paga, es justo hablarle en necio para darle gusto”. Es muy triste tener que decir esto y asumir con tristeza que el pueblo sea víctima de tanta manipulación. Aun estamos como en tiempos de Roma con el “panem et circenses” de la sátira crítica de Juvenal: mientras el pueblo coma y se divierta, los poderosos pueden hacer lo que quieran.
Más cerca de nosotros, Ortega y Gasset, en la Rebelión de las Masas, escribió este párrafo, que viene al caso de este comentario: “Este hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas «internacionales». Más que un hombre, es sólo un caparazón de hombre constituido por meros idola fori; carece de un «dentro», de una intimidad suya, inexorable e inalienable, de un yo que no se pueda revocar. De aquí que esté siempre en disponibilidad para fingir ser cualquier cosa. Tiene sólo apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones”.
Habría que preguntarle también a la Iglesia de Asturias con su jerarquía si no tiene una palabra que decir sobre algo tan evidentemente incoherente con el Evangelio…
Faustino Vilabrille Linares