Jesús salva a todos y a todo
La plenitud definitiva es para todos los seres humanos y para toda la creacion
Juan 6,41 a 51:
"Criticaban los judíos a Jesús porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo", y decían: "¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre?, ¿cómo dice ahora que ha bajado del cielo?" Jesús tomó la palabra y les dijo: "No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: Serán todos discípulos de Dios. Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que viene de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo".
Jesús se hizo hombre de verdad. Jesús era humano. Tan humano era que la gente lo ve solo como humano: tiene padre y madre. Es más, con frecuencia Jesús se llama a si mismo Hijo del hombre. Se hizo hombre para liberar y salvar la realidad concreta de todos y cada uno de los seres humanos, y de toda la creación. Jesús no vino a este mundo por la causa de Dios, sino por la causa del hombre. Y claro que bajó del cielo, precisamente por la causa del hombre, por nosotros los hombres. No es Dios sino el hombre, el que necesita de la humanidad de Jesús. Con frecuencia a nosotros nos preocupa mucho Dios: darle culto, respetarlo, adorarlo, incluso ofrecerle sacrificios, repararle el daño que le causamos con el pecado, etc. Pero todo eso no es así, porque:
-A Dios como tal no le hace falta el culto del hombre para nada e incluso lo rechaza cuando al mismo tiempo hay injusticias, abusos, malos tratos a los demás (Ver interesante texto de Isaías 1,10-17). Pero en el hombre y en los seres vivos de la creación le falta mucho, a veces le falta todo, como en los muertos de hambre, los empobrecidos, explotados, desahuciados, abusados, envilecidos, violentados, extorsionados, pisoteados en su dignidad; y animales, peces, aves, plantas, árboles... sacrificados, quemados, torturados sin necesidad por puro y cruel placer. En esos desgraciados seres vivos, ahí es donde tenemos que cuidarlo, defenderlo y cultivar la dignidad de su vida. Ahí le está haciendo falta mucho culto (cultivo) a Dios. El problema no es Dios, el problema es el hombre y la creación.
-Dios está totalmente por encima de nosotros. Le trae completamente sin cuidado que lo respetemos o no: , lo trasciende todo. En el hombre y en la creación es donde necesita Dios respeto, todo el respeto. Pero cuando nos matamos como en Siria, Iraq, Afganistán..., cuando expulsamos a los inmigrantes, cuando somos racistas, cuando estrujamos a los pobres y amnistiamos a los ricos, como se está haciendo ahora en España, cuando matamos a los animales para exhibirlos como trofeo ahí no hay nada de respeto a Dios en el hombre, ni en la creación... porque todo ensañamiento con cualquier criatura es contrario a la dignidad humana...,pues ninguna criatura está olvidada de Dios (Lucas 12,6).
-A Dios como tal para nada le sirve que lo adoremos, ni le hacen falta templos para ir allí a adorarlo: solo le preocupa la autenticidad, el espíritu y la verdad del hombre. El hombre y la creación son el templo vivo de Dios: al hombre y a la creación de la cual dependemos es lo que tenemos que servir y adorar todo los días. Tenemos millares y millones de templos humanos pidiendo por las calles, en las puertas de la iglesias y supermercados, al lado de los contenedores de basura, en las cárceles, en los barrancos del Tercer Mundo, en los suburbios de las capitales de los países pobres, en los cafetales de Colombia o Guatemala, en las minas de coltán en el Congo, en los slums de la India, rebuscando entre la basura de los basureros... Hay templos y más templos vivos donde se necesita mucha adoración, no en las iglesias lujosas, no en las catedrales, no en las basílicas vaticanas, no en las ceremonias catedralicias..., porque son piedras muertas. Piedras vivas del verdadero templo de Dios son los seres humanos: en ellos y por causa de ellos es donde Dios quiere ser adorado. La preocupación de Dios es el hombre, y no que el hombre se preocupe de Dios, y sí que el hombre se preocupe del hombre y de la creación. Dios es la meta y el destino de todos y de todo para la plenitud. La falta de preocupación por medir el daño a la naturaleza y el impacto ambiental de las decisiones es sólo el reflejo muy visible de un desinterés por reconocer el mensaje que la naturaleza lleva inscrito en sus mismas estructuras. Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad –por poner sólo algunos ejemplos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado. (Nº 117)
-A Dios como tal ni le preocupan, ni le interesan, ni quiere para nada los sacrificios del hombre: A Dios sí le interesan y mucho los sacrificados por las injusticias, por el hambre, por el frío, por la explotación laboral, por el sufrimiento injusto, por las muertes prematuras e indignas, por los encerrados entre barrotes. Dios, lejos de sacrificios, lo que quiere es alegría verdadera, vida, felicidad, amor, satisfacción, esperanza, ganas de vivir felizmente, de todos con todos como hermanos de todos y de toda la creación: solo vale sacrificarse por estos grandes valores, los mismos por los que lo hizo Jesús.
-A Dios como tal ni le causamos, ni le reparamos, ni necesita que le reparemos daño alguno. Si así fuera, ¿qué diosecillo sería ese? Diosecillos tenemos bastantes en este mundo, pues adoramos el dinero, la droga, la presunción, los lujos, los coches, los mitos mercantiles y mediáticos, las modas, la exclusividad para presumir de tener lo que otros no tienen... Queremos ser más que los demás, y casi siempre a costa de los demás: es el sistema de sociedad del neoliberalismo capitalista. Con todo eso causamos mucho daño al hombre y a la naturaleza explotándola más de lo que puede dar de si. Al hombre y a la naturaleza es a lo que tenemos que repararles los muchos y enormes daños que les causamos, y sobre todo les causan los grandes poderes económicos y algunos políticos de este mundo. En tantas víctimas es donde Dios necesita y debe ser reparado, para que dejen de ser victimados.
Jesús dice: "yo soy el pan de vida". Comer este pan es aceptar a Jesucristo, su persona; es asumir integramente todos los hechos y las palabras de Jesús para perpetuarlos en nuestra propia historia. El es el pan vivo, porque vivir como El, es vivir y dar vida: así lo hizo El. Darnos y dar vida eso es Jesús: eso tenemos que ser nosotros. Es así como viviremos para siempre, porque el valor de esa vida irá siempre con nosotros. La carne de Jesús es la persona de Jesús con sus hechos y su mensaje, su sangre es su vida. En la medida que nos acercamos al ser humano para humanizarlo y a la creación para darle vida, en esa misma medida nos acercamos a Jesús, presente en ellos. No hay posibilidad de comunión con Jesús sin comunión con el hermano y con todas las criaturas hermanas nuestras, porque ahí está El presente. Acercarse a la Comunión de la mesa del Altar es para acercarse a la Comunión del Altar del hermano y de la creación. Las dos son inseparables. Las dos son una misma mesa. Las dos son para dar vida al mundo. Las dos son para vivir para siempre: "tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros. El continuo anhelo de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios...con la esperanza de que también ellas serán liberadas de la corrupción para participar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios", (Carta a los Romanos 8,18-22).
Un Cordial abrazo a tod@s.-Faustino
Juan 6,41 a 51:
"Criticaban los judíos a Jesús porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo", y decían: "¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre?, ¿cómo dice ahora que ha bajado del cielo?" Jesús tomó la palabra y les dijo: "No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: Serán todos discípulos de Dios. Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que viene de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo".
Jesús se hizo hombre de verdad. Jesús era humano. Tan humano era que la gente lo ve solo como humano: tiene padre y madre. Es más, con frecuencia Jesús se llama a si mismo Hijo del hombre. Se hizo hombre para liberar y salvar la realidad concreta de todos y cada uno de los seres humanos, y de toda la creación. Jesús no vino a este mundo por la causa de Dios, sino por la causa del hombre. Y claro que bajó del cielo, precisamente por la causa del hombre, por nosotros los hombres. No es Dios sino el hombre, el que necesita de la humanidad de Jesús. Con frecuencia a nosotros nos preocupa mucho Dios: darle culto, respetarlo, adorarlo, incluso ofrecerle sacrificios, repararle el daño que le causamos con el pecado, etc. Pero todo eso no es así, porque:
-A Dios como tal no le hace falta el culto del hombre para nada e incluso lo rechaza cuando al mismo tiempo hay injusticias, abusos, malos tratos a los demás (Ver interesante texto de Isaías 1,10-17). Pero en el hombre y en los seres vivos de la creación le falta mucho, a veces le falta todo, como en los muertos de hambre, los empobrecidos, explotados, desahuciados, abusados, envilecidos, violentados, extorsionados, pisoteados en su dignidad; y animales, peces, aves, plantas, árboles... sacrificados, quemados, torturados sin necesidad por puro y cruel placer. En esos desgraciados seres vivos, ahí es donde tenemos que cuidarlo, defenderlo y cultivar la dignidad de su vida. Ahí le está haciendo falta mucho culto (cultivo) a Dios. El problema no es Dios, el problema es el hombre y la creación.
-Dios está totalmente por encima de nosotros. Le trae completamente sin cuidado que lo respetemos o no: , lo trasciende todo. En el hombre y en la creación es donde necesita Dios respeto, todo el respeto. Pero cuando nos matamos como en Siria, Iraq, Afganistán..., cuando expulsamos a los inmigrantes, cuando somos racistas, cuando estrujamos a los pobres y amnistiamos a los ricos, como se está haciendo ahora en España, cuando matamos a los animales para exhibirlos como trofeo ahí no hay nada de respeto a Dios en el hombre, ni en la creación... porque todo ensañamiento con cualquier criatura es contrario a la dignidad humana...,pues ninguna criatura está olvidada de Dios (Lucas 12,6).
-A Dios como tal para nada le sirve que lo adoremos, ni le hacen falta templos para ir allí a adorarlo: solo le preocupa la autenticidad, el espíritu y la verdad del hombre. El hombre y la creación son el templo vivo de Dios: al hombre y a la creación de la cual dependemos es lo que tenemos que servir y adorar todo los días. Tenemos millares y millones de templos humanos pidiendo por las calles, en las puertas de la iglesias y supermercados, al lado de los contenedores de basura, en las cárceles, en los barrancos del Tercer Mundo, en los suburbios de las capitales de los países pobres, en los cafetales de Colombia o Guatemala, en las minas de coltán en el Congo, en los slums de la India, rebuscando entre la basura de los basureros... Hay templos y más templos vivos donde se necesita mucha adoración, no en las iglesias lujosas, no en las catedrales, no en las basílicas vaticanas, no en las ceremonias catedralicias..., porque son piedras muertas. Piedras vivas del verdadero templo de Dios son los seres humanos: en ellos y por causa de ellos es donde Dios quiere ser adorado. La preocupación de Dios es el hombre, y no que el hombre se preocupe de Dios, y sí que el hombre se preocupe del hombre y de la creación. Dios es la meta y el destino de todos y de todo para la plenitud. La falta de preocupación por medir el daño a la naturaleza y el impacto ambiental de las decisiones es sólo el reflejo muy visible de un desinterés por reconocer el mensaje que la naturaleza lleva inscrito en sus mismas estructuras. Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad –por poner sólo algunos ejemplos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado. (Nº 117)
-A Dios como tal ni le preocupan, ni le interesan, ni quiere para nada los sacrificios del hombre: A Dios sí le interesan y mucho los sacrificados por las injusticias, por el hambre, por el frío, por la explotación laboral, por el sufrimiento injusto, por las muertes prematuras e indignas, por los encerrados entre barrotes. Dios, lejos de sacrificios, lo que quiere es alegría verdadera, vida, felicidad, amor, satisfacción, esperanza, ganas de vivir felizmente, de todos con todos como hermanos de todos y de toda la creación: solo vale sacrificarse por estos grandes valores, los mismos por los que lo hizo Jesús.
-A Dios como tal ni le causamos, ni le reparamos, ni necesita que le reparemos daño alguno. Si así fuera, ¿qué diosecillo sería ese? Diosecillos tenemos bastantes en este mundo, pues adoramos el dinero, la droga, la presunción, los lujos, los coches, los mitos mercantiles y mediáticos, las modas, la exclusividad para presumir de tener lo que otros no tienen... Queremos ser más que los demás, y casi siempre a costa de los demás: es el sistema de sociedad del neoliberalismo capitalista. Con todo eso causamos mucho daño al hombre y a la naturaleza explotándola más de lo que puede dar de si. Al hombre y a la naturaleza es a lo que tenemos que repararles los muchos y enormes daños que les causamos, y sobre todo les causan los grandes poderes económicos y algunos políticos de este mundo. En tantas víctimas es donde Dios necesita y debe ser reparado, para que dejen de ser victimados.
Jesús dice: "yo soy el pan de vida". Comer este pan es aceptar a Jesucristo, su persona; es asumir integramente todos los hechos y las palabras de Jesús para perpetuarlos en nuestra propia historia. El es el pan vivo, porque vivir como El, es vivir y dar vida: así lo hizo El. Darnos y dar vida eso es Jesús: eso tenemos que ser nosotros. Es así como viviremos para siempre, porque el valor de esa vida irá siempre con nosotros. La carne de Jesús es la persona de Jesús con sus hechos y su mensaje, su sangre es su vida. En la medida que nos acercamos al ser humano para humanizarlo y a la creación para darle vida, en esa misma medida nos acercamos a Jesús, presente en ellos. No hay posibilidad de comunión con Jesús sin comunión con el hermano y con todas las criaturas hermanas nuestras, porque ahí está El presente. Acercarse a la Comunión de la mesa del Altar es para acercarse a la Comunión del Altar del hermano y de la creación. Las dos son inseparables. Las dos son una misma mesa. Las dos son para dar vida al mundo. Las dos son para vivir para siempre: "tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros. El continuo anhelo de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios...con la esperanza de que también ellas serán liberadas de la corrupción para participar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios", (Carta a los Romanos 8,18-22).
Un Cordial abrazo a tod@s.-Faustino