"Cada quien podemos aportar acciones que ayuden a reconstruir la armonía social" Juntos, construimos la paz
Durante la campaña electoral reciente, nuestra Conferencia Episcopal convocó tanto a los candidatos a puestos públicos como a empresarios y a otras fuerzas sociales, a unirnos para buscar caminos de paz social. La actual Presidenta presentó algunas reservas a nuestra visión de la realidad, pero ésta se está imponiendo en su revisión de estrategia ante la delincuencia organizada, que algunos llaman delincuencia autorizada. La estrategia de su antecesor trajo mucha libertad de acción a esos grupos, y se trata de revertir esa realidad
¿Queremos que haya verdadera Navidad, en las familias, en nuestros pueblos y en el país? Cada quien podemos aportar no sólo buenas ideas, ni sólo críticas al sistema, sino sobre todo algunas acciones que ayuden a reconstruir la armonía social. Es el anuncio del Angel a los pastores: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra la paz. Con la ayuda de Dios y de la Virgen María, sí es posible tener un país en paz social. Hagamos cuanto más podamos. La fiesta navideña depende también de nosotros
MIRAR
Estamos próximos a la Navidad, que es la presencia visible y sensible de Dios entre nosotros, con su mensaje inicial en Belén trayéndonos paz. Es la paz que tratamos de construir juntos. La Presidenta de nuestra patria, Dra. Claudia Sheinbaum, organizó una reunión con todos los gobernadores del país, de diferentes partidos políticos, para pedirles trabajar juntos por la seguridad nacional, que es uno de los problemas más delicados que tenemos.
Cuando estuvo con nosotros, los obispos, en nuestra asamblea de noviembre pasado, nos manifestó disponibilidad para colaborar juntos en las cuestiones que requieren atención en el país, cada quien desde nuestra competencia. Por su parte, la Secretaria de Gobernación, Lic. Rosa Icela Rodríguez, ha convocado a las distintas fuerzas políticas a unirse ante las amenazas económicas y migratorias del próximo Presidente de los Estados Unidos.
Durante la campaña electoral reciente, nuestra Conferencia Episcopal convocó tanto a los candidatos a puestos públicos como a empresarios y a otras fuerzas sociales, a unirnos para buscar caminos de paz social. La actual Presidenta presentó algunas reservas a nuestra visión de la realidad, pero ésta se está imponiendo en su revisión de estrategia ante la delincuencia organizada, que algunos llaman delincuencia autorizada. La estrategia de su antecesor trajo mucha libertad de acción a esos grupos, y se trata de revertir esa realidad.
Desde el año 1992, los entonces obispos de Chiapas, junto con líderes de otras confesiones cristianas, organizamos el Consejo Interreligioso, no para discutir cuestiones doctrinales, sino para trabajar juntos por el bien de la comunidad. Sus estatutos dicen que nos proponemos, entre otras cosas: “Colaborar en el proceso de pacificación de Chiapas y aportar acciones solidarias para la solución de los problemas de Chiapas y de la Nación”.
DISCERNIR
El papa Francisco, en un encuentro mundial sobre la fraternidad humana, expresó: “El sentimiento de fraternidad que nos une es más fuerte que el odio y la violencia; de hecho, nos une a todos en el mismo dolor. Es de aquí de donde partimos y volvemos a empezar, desde el significado de sentirse juntos, chispa que puede encender de nuevo la luz para detener la noche de los conflictos. Cuando los hombres y las sociedades eligen la fraternidad, también las políticas cambian: la persona vuelve a prevalecer sobre el beneficio. La paz tiene necesidad de fraternidad y la fraternidad tiene necesidad de encuentro” (10 de junio de 2023).
En un discurso a empresarios latinoamericanos, dijo: “Para poder enfrentarse al mar del mundo y a las tempestades que se presentan, tienen que estar unidos, creando redes, ayudándose unos a otros. El servicio que realizan no es abstracto, sino a cada persona y a cada pueblo, y por eso es necesario actuar juntos, sin pasar por encima de nadie y sin dejar a nadie atrás. Un desafío bastante complejo” (1-VI-2023).
En otro mensaje, manifestó: “Considero importante que nuestra mirada no se fije tanto en lo que cada uno de nosotros, con la mejor de las intenciones, podría proponer, sino en la absoluta necesidad de sentarnos a escuchar a los demás. Urge construir puentes que puedan ayudarnos a encontrar juntos soluciones viables que no excluyan a nadie. Todo desde el diálogo y con el horizonte amplio de la fraternidad universal. Es juntos, en la fraternidad y la solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y superar los acontecimientos más dolorosos. Esta es la clave para recuperar el equilibrio, pues sólo juntos podremos afrontar las diversas crisis morales, sociales, políticas y económicas que padecemos y que están todas interconectadas” (20-I-2023).
Sobre esta construcción conjunta de la paz, los obispos mexicanos manifestamos: “La necesidad inaplazable por construir una paz firme y duradera en nuestro país reclama que la Iglesia pueda sentarse a la mesa con muchos otros invitados: organizaciones ciudadanas, confesiones religiosas, autoridades civiles, entidades educativas, sectores políticos y medios de comunicación, entre otros, para que juntos, y aportando lo que le es propio a cada uno, podamos reconstruir el tejido social de nuestro país. Creemos que es urgente trabajar por la paz de nuestros pueblos y llegar a compromisos concretos. Como sociedad mexicana es necesario combatir todas aquellas situaciones de corrupción, impunidad e ilegalidad que generan violencia y restablecer las condiciones de justicia, igualdad y solidaridad que construyen la paz” (PGP 175). Para ello, nos comprometimos a “dialogar y colaborar con la sociedad civil y con los organismos nacionales e internacionales para construir la paz” (PGP 176 c).
ACTUAR
¿Queremos que haya verdadera Navidad, en las familias, en nuestros pueblos y en el país? Cada quien podemos aportar no sólo buenas ideas, ni sólo críticas al sistema, sino sobre todo algunas acciones que ayuden a reconstruir la armonía social. Es el anuncio del Angel a los pastores: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra la paz. Con la ayuda de Dios y de la Virgen María, sí es posible tener un país en paz social. Hagamos cuanto más podamos. La fiesta navideña depende también de nosotros.
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