"La Iglesia, el cristianismo, no pueden cambiar, porque son como son, son como Dios los hizo" ¿Tiene la Iglesia libertad para actualizarse?: una respuesta a López Sotillo
"Y como la misma Iglesia no cree ella misma que pueda cambiar, no es posible esperar cambios. Por su parte, muchos cristianos no quieren esperar más: se van, por el fondo, sin hacer ruido. Y la sangría sigue… ¿hasta cuándo?"
"Hará pues bien el FORO en encontrar motivos para la esperanza, sacando a flote las muchas razones que existen para responder que sí, que el cristianismo ha cambiado, que sigue cambiando, y que en esta hora todavía tiene más urgencia de cambiar. Sería un servicio inestimable del FORO de Curas de Madrid"
Aún antes de empezar el recorrido de nuestro blog, tenemos pendiente un mensaje para el Foro de Curas de Madrid. En efecto, son excelentes las reflexiones y preguntas que ha publicado en RD Jesús López Sotillo, miembro de la Comisión Permanente del Foro, en referencia también a la Carta Abierta que dirigimos al Foro (RD del 230619). La más global y decisiva de ellas, como señala Sotillo, se ha planteado el Foro en sus dos últimas sesiones, es la del 24 de febrero: «¿Tiene la Iglesia libertad para actualizarse?». O sea, ¿puede cambiar? Y es grave pregunta porque, como dice la nota, no son pocos los curas del Foro que piensan que no, que no puede cambiar.
Venimos de un pasado «inmutable», en ese sentido. La Iglesia no podía cambiar; en primer lugar, porque no merecería la pena, pues no podría «cambiar para mejor», ya que era «perfecta». Era una «sociedad perfecta». No importaba que no fuera democrática (a mucha honra: «la Iglesia no es una democracia», se decía), ni que hubiera tomado sus estructuras prestadas de las del Imperio Romano, ni que durante siglos se comportara políticamente en tantos lugares como entidad señorial feudal, o, más tarde, como un estado (hasta llegar a ser la última «monarquía absoluta» existente en el mundo)… Todo eso no lo veíamos como problema, porque nos habían dicho que era «de derecho divino», una supuestamente declarada voluntad de Dios…
Por eso mismo no podía cambiar. Los últimos papas han apelado a que no se puede ordenar sacerdote a la mujer, porque no tiene capacidad para ello, no porque no quiera, sino porque es voluntad de su fundador, y por tanto de Dios… Es uno de tantos temas vedados, líneas rojas al borde del infierno. La Iglesia ahí no tiene libertad para cambiar, no puede actualizarse.
O sea que, antes, mucho antes de otras «razones teológicas» menores que pudieran estar frenando los problemas teórico-prácticos que hoy tenga el cristianismo, está esta gran razón, que cerraría solemne e inapelablemente todo debate al respecto: la Iglesia, el cristianismo, no pueden cambiar, porque son como son, son como Dios los hizo, y eso, obviamente, eso es intocable, irrenunciable, incuestionable. El cambio, la actualización de la Iglesia, ni siquiera son pensables. Sólo -digamos, para no parecer intransigentes- se podría proceder a algún maquillaje, para disimular arrugas o simular un color saludable. Hasta ahí, nada más.
Parece que, en el FORO, esa posición negacionista está presente. No quiero pensar lo que eso significa para el futuro de una Institución religiosa cuyos servidores cualificados creen que no puede cambiar… Pero sigamos. Vayamos a los hechos.
Si se cambia, es que se puede cambiar (de facto ad posse, valet illatio). Y el cristianismo, la Iglesia, las Iglesias, no han cesado de cambiar, desde el principio. De hecho, el cristianismo, y tantas religiones, nacieron y se fueron haciendo, precisamente, en movimiento. No vinieron hechas, empaquetadas y precintadas, caídas del cielo en el paquete de una revelación. Claro, nacieron en épocas en que no había conciencia ni perspectiva de movimiento histórico. Eran tiempos precientíficos, y todo nuestro escenario natural emanaba un halo de fixismo. Lo que hoy nos dicen las ciencias sobre el origen del cristianismo está lleno de movimientos sociales religiosos, influjos aleatorios, reacciones, corrientes ideológicas, aportaciones plurales, combinaciones, influencias contextuales… Y la evolución de las religiones, incluida la del cristianismo, ha sido un itinerario incesante de transformaciones históricas.
Yéndonos a lo concreto, sabemos que la historia de la Iglesia -como la de otras religiones históricas- está llena de prácticas humanas, principios éticos y morales, temas ideológicos… que durante un tiempo han sido tenidos como obvios, como preceptivos y hasta como infalibles… y que más tarde han dejado de serlo, han cambiado. La historia está llena de estos casos, que en otro momento podemos comentar.
Es cierto que la Iglesia –partiendo con la ayuda de la iniciativa y de la estructura del imperio romano– ha durado ya dos milenios. Pero su situación actual hace agua permanentemente, y el número de personas que abandonan el cristianismo manifiesta una sangría constante, que ya le ha hecho bajar de la media de la población, en sociedades -como la nuestra- que habían sido prácticamente totalmente cristianas. Ahí está Europa para mostrarlo. Y como la misma Iglesia no cree ella misma que pueda cambiar, no es posible esperar cambios. Por su parte, muchos cristianos no quieren esperar más: se van, por el fondo, sin hacer ruido. Y la sangría sigue… ¿hasta cuándo?
Sí, concluyo, es la pregunta capital: ¿puede cambiar la iglesia? Si la respuesta sigue siendo negativa, la defunción por hemorragia será inevitable. Hará pues bien el FORO en encontrar motivos para la esperanza, sacando a flote las muchas razones que existen para responder que sí, que el cristianismo ha cambiado, que sigue cambiando, y que en esta hora todavía tiene más urgencia de cambiar. Sería un servicio inestimable del FORO de Curas de Madrid.
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