¿A qué nos referimos cuando hablamos de política? (II)
¿Cómo ha de actuar un creyente dentro de una sociedad capitalista?
Sinceramente, debo confesar que me pregunto todos los días: ¿es inevitable el conflicto? ¿Cómo ha de actuar un creyente dentro de una sociedad capitalista? ¿Cómo mantenerme “en paz” cuando la economía le ha hecho la guerra al hombre? Cada día estoy más convencido de que hay que entender la historia desde la veta de los perdedores.
El futuro es algo incierto, por eso es posible imaginarlo cargado de calamidades y destrucción. Pero sabemos que no sólo el futuro. También el presente está lleno de muerte, dolor y sufrimiento. La Jerusalén sitiada del Evangelio son todos los lugares del mundo donde la violencia, la guerra o el crimen amenazan la vida humana. El sufrimiento, el dolor y la guerra son, por desgracia, una realidad de este y todo tiempo.
El final de los tiempos no es algo sólo que sucederá al culminar la historia. Para muchos hombres y mujeres el fin de sus tiempos se produce en contextos actuales de violencia, explotación y marginación. Jesús nos invita a afrontar estas situaciones: «Levantaos, alzad la cabeza porque se acerca vuestra liberación» (Lc 21,28). No podemos asistir a estos acontecimientos con resignada pasividad. Jesús de Nazaret nos invita a comprometernos para que la verdad, la justicia y la paz puedan establecerse.
El Dios cercano de Jesús no quiere ocultar las dificultades de la vida, pero frente al dolor y la miseria del mundo, el Evangelio vivo ₋en los hombres que creen y actúan en consecuencia₋ ofrece la fuerza para afrontar la realidad con confianza no resignada y superar los miedos que nos paralizan en la transformación de siervos a amigos dignos de Dios.
En contra de las tesis de Hayek surge la Teología de la liberación. A partir de 1973, con la crisis del petróleo y las consecuencias que tuvo en la deuda del tercer mundo, las dos instituciones, junto con el GATT, posteriormente Oficina Mundial del Comercio, se convirtieron en el instrumento de dominio de los países ricos sobre los países pobres. En Mont Pélerin se formula lo que se denominará “Teología del neoliberalismo”fundando en Dios la defensa encarnizada de la libertad y, en consecuencia, de la libertad económica. Se establece una especie de sociedad secreta consagrada a la difusión de las ideas neoliberales con el fin de combatir el keynesianismo y establecer los fundamentos teóricos del nuevo modelo económico.
El objetivo principal del FMI era que pagaran la deuda los países tercermundistas, por ello sorprende la afirmación de Michel Camdessus en 1994 cuando dijo que ese era el mejor instrumento para el cumplimiento del mandato evangélico de dar prioridad a los pobres. En fin, siempre hay motivos para aprovecharse del evangelio y lucrarse. Hoy, las crisis siguen fabricando más ricos…y más pobres.
Los políticos corruptos y los famosillos sin escrúpulos son sólo una pequeña parte de las injusticias intrínsecas del sistema. Las crisis financieras pusieron al descubierto la asimetría de la globalización. Como dijo en Madrid el premio Nobel de economía, Paul Krugmann, desde 1970 ya no existe el concepto de sociedad igualitaria. Ahora se hace más difícil crear una clase media que hace 30 años. En 1979 el máximo responsable de una empresa cobraba 40 veces el salario de un trabajador. En el año 2000 cobra 1000 veces más… ¿A dónde vamos a parar?
El neoliberalismo ha funcionado como una maquinaria férrea para distribuir la riqueza de abajo arriba. La distancia entre la quinta parte más pobre y la quinta más rica aumenta geométricamente. Paradójicamente, hoy hay más riqueza que antes. Pero existe un problema de mala/injusta distribución de las riquezas: la suma de lo que tienen las tres personas más ricas del mundo es superior al PIB de los 48 estados más pobres. En España (por dar unos datos antiguos y no me acusen de partidismo) desde 1999 a 2006 los costes laborales aumentaron un 3,7%, y los beneficios empresariales crecieron un 73%.
Aunque el capitalismo apareció tras la caída del muro como el único sistema posible (El final de la historia de Francis Fukuyama), ha puesto de manifiesto su incapacidad y fracaso. Al acabar la guerra fría no se acaba el conflicto: no disminuyen, como se esperaba, la inversión en armamentos sino que más bien se incrementa día a día. La caída del muro y la consecuente caída del Bloque soviético solamente ha delatado las pretensiones del capitalismo neoliberal salvaje de Occidente simbolizado en EEUU. Posteriormente llegará Samuel Huntington, quien hablará de El choque de civilizaciones. Continúa el conflicto en la lucha de culturas. Ahora resurge la guerra fría con la guerra de Ucrania. Ojalá, sin que esto justifique nada, fuera tan fácil dividir la historia en buenos y malos…Se hace evidente que estar globalizado no significa que esté uno más o menos humanizado.
La crisis económica mundial señala la agonía del capitalismo, víctima de su propia codicia. Hoy no se tiene tanto mérito siendo antisistema. Incluso Soros, Stiglitz o Krugman han dicho que lo son… El papel de la contra-hegemonía consiste en demostrar la ilegitimidad e irracionalidad de este sistema. Maastricht-1992 supone la constatación de la derrota de la izquierda y el triunfo de las clases dominantes. Maastricht institucionaliza las políticas neoliberales. Se ha difundido la leyenda de que la crisis se debe al excesivo coste de los gastos sociales. El problema, parafraseando a Rousseau en el discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad de los hombres, es que siempre se encuentra a gente tan simple como para creerles…
Atención a lo que nace en nuestra sociedad europea: el nuevo concepto de tiempo libre. Lo más fuerte es que con la que está cayendo, nace la conciencia de que hay algo peor que ser explotado: el no-ser explotado. ¿Es posible una tercera vía entre liberalismo y el capitalismo de estado?
Como se suele decir, lo veremos en el próximo capítulo... (artículo).
֍NOTA: este artículo se basa en un capítulo que escribí con Hercritia en 2013 en el libro colectivo Crítica y crisis de Occidente (Ed. Dykinson), cuyo título es “Hay señales, futuros ya presentes, posibles diversos, a pie de calle (¿Qué tienen que decirnos el debolismo kenótico-caritativo de G. Vattimo y la Teología de la liberación acerca de la crisis sistémica?)”.