DE LA TRISTEZA A LA ALEGRIA
Iglesia en salida sigue interpellandonos
El camino de salida se hace mas claro cuando vamos a lo esencial del mensaje de Jesus
No es evidente que nuestros obispos y sacerdotes sean felices en su forma de vivir y actuar.
Tienen mas cara de personas tristes que de personas que viven la gran alegria del amor.
No es evidente que nuestros obispos y sacerdotes sean felices en su forma de vivir y actuar.
Tienen mas cara de personas tristes que de personas que viven la gran alegria del amor.
| Oscar Fortin
Cumplen con un esquema, establecido desde tiempo, que hace de ellos funcionarios de la ley establecida, siglos anteriores, que no responden ni al Evangelio, ni a los creyentes de fe creativa. Reconocer la acción del Espíritu de Jesús en la vida de las personas es reconocer la “fe creativa” con la cual superan los desafíos de los tiempos que vivimos.
Urge integrarse a la vida cotidiana de manera a encontrarse de nuevo con el camino de la vida y de la verdad. A los discípulos que le preguntaba a Jesús ¿quién es? “Yo soy el camino, la verdad y la vida." (Jn 14,6) Por ese camino hay que andar con el Espíritu de Jesús que no les hará falta para guiarlos en la amor de las personas que se encontraran en su camino. Este Espíritu de Jesús se ubica por encima de todas las leyes establecidas por los hombres y mujeres de nuestro mundo.
Tienen que liberarse de todos esos esquemas artificiales que les quita la espontaneidad del ser libre y creativo en lo humano de todos y todas. El precepto fundamental de Jesús es que nos amemos los unos a los otros y que nos ayudemos los unos a los otros.
La Iglesia de hoy tiene que deshacerse de todo lo no necesario y de todo lo que limita la expresión de la fe creativa. El Espíritu nos acompaña con los tiempos que vivimos. No responde a ninguna institución, sea que sea, sino a cada persona de buena fe, andando por el camino de la vida, de la verdad y de los mandatos de Jesús. En el Juicio final del cual nos habla Jesus, nos dice lo que mas importa y lo que será tomado en cuenta en el Juicio final en el cual será, el mismo, Juez designado por el Padre.
La Iglesia institución tiene que alinearse sobre esos elementos esenciales que son los del juicio final. La autentica moral es la de un amor que se deja interpelar por esa humanidad que sufre de las miserias que nacen del egoísmo, de la prepotencia, de la mentira, de las ambiciones de conquistas y de dominación. No hay que meterse con ellos sino con las victimas de ellos. El Espíritu sabrá guiarlos y darlos lo necesario para cumplir con lo que les corresponde, según sus consciencias. La buena fe y el amor por los demás permiten oír la voz del Espíritu en el cotidiano de la vida de cada uno.
En eso, cada ser humano, que sea quien sea, encontrara inevitablemente la paz y la alegría de servir a los pobres y humildes que se encontraran en sus caminos.
La Iglesia tiene a su cabeza al Cristo resucitado así que su Espíritu que distribuye sus dones como bueno lo entiende. En medio de nosotros hay profetas, sacerdotes y pueblo de Dios. Todos tienen poder para actuar en conformidad con los mandatos de Jesús y de su Espíritu. En ellos no existe el “poder” para dominar sino el “poder” para servir humildemente a su prójimo. En esta Iglesia no hay espacio para la manipulación, la mentira, las ambiciones de poderes. Los pobres y humildes son sus aliados y con ellos se la reconoce.
Oscar Fortin
30 de enero 2001