La Psicología científica frente a la Religiosidad práctica.

Uno de los caminos “salvadores” del hombre pasa por “racionalizar” y “psicologizar” la propia existencia, los sentimientos, las situaciones concretas, las vivencias que lo atenazan. En pocas palabras: ante una situación conflictiva, labor mental de cada uno es tratar de encontrar las causas para poder pensar en los remedios posibles.

La otra opción que buscan los crédulos es “religiosizar” todo, que no es otra cosa que una huida que pretende superar conflictos.

Es precisamente lo que, de manera quizá inconsciente, está tratando de hacer la jerarquía en estos tiempos en que otros fundamentos religiosos se desmoronan: la religión se convierte en psicología, psicología “religiosa”, eso sí.

En realidad, nunca ha dimitido de tal actividad, porque los consejos (y consejas) impartidos en sermones, direcciones espirituales y confesión en un porcentaje muy alto eran pura y simplemente "opiniones" relacionadas con la psicología sin tener la cualificación profesional para ello.

Sólo la psicología científica hará que el hombre pueda convivir con sus miedos, sus frustraciones, sus angustias, sus temores, sus pulsiones, elementos todos que hasta ahora le han catapultado a los brazos amorosos de Cristo o de su Virgen Madre.

Detengámonos un tanto en una de las perturbaciones del psiquismo del hombre, la ansiedad. Generalmente es la ansiedad la que induce a las personas a relacionarse con grupos sectarios, de fácil adscripción y pletóricos de promesas.

Conocer el origen (sincrónico y diacrónico) de la ansiedad ayudará a superarla o por lo menos encauzarla. Dejando ahora aparte las causas lejanas, que hunden sus raíces en la infancia, la ansiedad tiene que ver con factores de muy distinta condición, como pueden ser

  • la frustración de aspiraciones individuales, familiares, laborales o sociales;
  • el ambiente familiar irrespirable;
  • el miedo al mañana que se puede trasponer al más allá;
  • el posible quebranto sobrevenido por accidentes o enfermedades;
  • el ataque insufrible de condicionantes sociales que frustran las vías de acceso a determinados bienes o que impiden el escape de adversidades;
  • la frustración que produce el trabajo, bien porque se aborrece y se aspira a otro, o bien porque no se tiene...

La incapacidad para ver el origen de dicha ansiedad lleva, de las causas reales, a la búsqueda de remedios irreales. Una de las consecuencias es la agresividad, pero la otra, de la que hablamos, es la huida.

Si el individuo es capaz de percibir el origen real de su ansiedad estará en el buen camino para aplicar los remedios adecuados. Entre otros, ponerse en manos de profesionales cualificados.

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