La relación de Dios con sus pueblos elegidos.
Desde el Pueblo de Israel hasta el Pueblo de Dios (o sea, la Iglesia Católica)
| Pablo Heras Alonso.
Israel, el pueblo elegido por Dios, el pueblo de donde surge el cristianismo. La religión judía, expresión de correspondencia.
A decir verdad no hay novedad alguna en eso de los "pueblos elegidos", dado que para el dios de cualquier religión, todos son los preferidos del mismo.
Preciso es que, a fuer de sintetizadores, veamos las cosas bajo el punto de vista de la realidad: un pueblo crea su dios y éste, en justa correspondencia, lo nombra "pueblo amado y preferido". Recuérdese lo que decía Montaigne respecto a los dioses de los tracios, tan parecidos ellos a sus fieles adoradores ¡Qué sentido tan profundo de la justicia tienen "los dioses"! Con razón reciben el título y encarnan la "suma justicia".
Nadie duda de que el Pueblo de Israel ejerce un patriarcado o matriarcado de origen sobre la nueva religión, el cristianismo, pero a la vez, “de facto”, el primer enemigo del que debía separarse el cristianismo era el pueblo judío, "contaminado" por una religión obsoleta. Cumplida la ley y los profetas, Dios elige a otro pueblo, porque a su vez ese pueblo nuevo elige a otro dios (encarnado en el tiempo y en la historia, humanado, crucificado, glorificado) que por decreto conciliar, es uno en tres.
Y el primero que se dio cuenta de ello fue Pablo de Tarso, el verdadero creador del cristianismo. Y obró en consecuencia, movido por la chispa divina o quizá por la típica y tópica clarividencia del fanático.
¿No se ha cuestionado alguna vez la Iglesia Cristiana el contrasentido de la persecución cruel, sistemática, feroz, genocida ejercida sobre y contra los judíos por parte únicamente de las religiones cristianas? Hay mucho psicoanálisis freudiano larvado en tal relación: la muerte del padre. De hecho Freud, al estudiar la figura de Moisés (1), en cierto sentido ya lo dijo.
Si, como dicen, ese Dios cristiano que no es otra cosa que producto de los hombres, fuera un ente subsistente, anterior y posterior a todo lo humano por eterno... habría que preguntarse muchas cosas: ¿qué Dios es ése que en determinado momento le intitula a Israel "pueblo elegido" y luego lo tira como ropa usada? ¿Tiene también Dios "límites históricos"? ¿Por qué Dios no ha tenido compasión de este pueblo que, como perrillo faldero, le sigue mostrando fidelidad y todavía se considera "su pueblo"?
A despecho de vivir ceñidos de filacterias y rollos, también los judíos son hombres, hombres antes que judíos: “también la gente del pueblo – tiene su corazoncito”, de La Verbena de la Paloma. ¿No merecen la comprensión protectora del Dios que los sacó de Egipto, los constituyó como pueblo, los guió por el desierto y estableció con ellos una Alianza "eterna"?
Pues no. Tuvieron su momento y lo desaprovecharon. Al menos eso dicen los cristianos.
Preciso es decirlo: la religión judía sería una más de las que perecieron en los albores del siglo I ó II de no haber sido por el cristianismo. Mera hipótesis a discutir. El judaísmo pervivió por ser un epígono, una herejía de su propia hija, la religión de Cristo. De cómo un sentimiento crea y mantiene el objeto al que se adhiere: el odio crea al enemigo y lo mantiene vivo.
Deberíamos hablar, pues, de cómo la hijastra salva al padre, o a la madre, novedoso patrón mitológico poco explotado.
(1)Moisés y el monoteísmo. Alianza Editorial.