Con nuestros muertos, o con personajes famosos. Esto es lo que se plantean algunas compañías: la posibilidad de reconstruir, a través de inteligencia artificial, seres “resucitados” en el mundo digital, con los que podríamos chatear.
El abundante rastro digital que vamos dejando, permitiría a compañías interesadas en vender este producto, facilitarnos la posibilidad de entablar relaciones, tipo chatbots que imitarían nuestra relación con los muertos y que responderían del “ultratumba digital”.
No faltan quienes no encuentran en esto más que ventajas, y quienes lo comparan con revisar un álbum de fotos. Otros encontramos enormes dificultades desde el punto de vista ético y psicológico. Entraríamos en una negación de la muerte, en la construcción de un nuevo vínculo, en una eventual adicción, en un gasto posiblemente incontrolado, en una disminución del aprecio por la vida real –ante la hipótesis de una eterna relación digital-. Un conjunto de razones para ser bien cautos ante este mundo de posibles, por ahora.