Somos vulnerables y necesitamos de la compasión del otro. Requerimos del móvil de la compasión para ser cuidados en nuestra fragilidad. Camilo de Lelis, en el siglo XVI proponía “poner más corazón en las manos”, como propuesta humanizadora en el cuidado a los enfermos. Hoy proponemos también “poner más corazón en la razón”, o aceptar que el corazón tiene razones (que no siempre la razón comprende, como advirtió Pascal).
La razón formal tiene su límite, en su lógica argumentativa. Así, el modelo biomédico imperante ha generado límites de cosificación y despersonalización en búsqueda de respuestas de asistencia sanitaria que objetivizan los fenómenos de enfermedad para buscar alternativas de recuperación de salud. Pero oponer la lógica del corazón a la de la razón es costumbre tan antigua como infortunada, porque la razón es una facultad preparada para interpretar proyectos del corazón, para extenderlos en propuestas teóricamente elaboradas, pero esos proyectos racionales solo cobran fuerza motivadora si no pierden su arraigo en el corazón, dice Adela en Razón cordial.
Bienvenidas las propuestas de humanización desde la compasión, desde la sabiduría del corazón. No son melosas, intimistas o niñerías, sino poderosos móviles morales para construir un mundo más entrañable, más a la altura de la dignidad humana que emana de nuestra radical vulnerabilidad