CONFESIONES DE UN FELIGRÉS
Con los mínimos “arreglos” correspondientes, y total respeto a sus opiniones, hago pública la carta siguiente:
"Como feligrés –“filius Ecclesiae” o “hijo de la Iglesia”- , por más señas “laico o seglar, que no ha recibido las Sagradas Órdenes”- , quiero compartir con mis hermanos y hermanas cristianas, algo de lo que con frecuencia se me ocurre acerca de la liturgia, y más de la relacionada con la santa misa. Y conste que, efectuadas algunas averiguaciones, son muchas las personas que comparten idénticas sensaciones.
“Las misas aburren, por muy santas que sean. Apenas si nos enteramos de nada de cuanto en ellas se dice y ser hace. Por no saber, hasta ignoramos qué quiere decir, y por qué, se llama “misa” a la misa. Yo mismo se lo pregunté a un sacerdote y me dioí la impresión de que ni él mismo lo sabía. Hagan ustedes la prueba. Y no me refiero a las misas cuando “se decían” en latín, si no a las de ahora, cuyos textos se recitan en castellano, o en cualquier lengua vernácula.
“Tampoco supieron decir cómo, con corrección y sentido litúrgico, se ha de hacer referencia a las misas…¿”Se asiste” a las misas? ¿”Se va” o “se está” en ellas? ¿”Se oyen”? ¿”Se cumple con el precepto dominical”, cuando hoy también “valen” las celebradas el sábado? ¿Es posible preguntar “cuanto cuestan” las misas?
“¿Por qué tantas veces hay que pronunciar el “Amén” como única palabra válida en los media hora dedicada a la misa?. ¿A qué responden los gestos de ponerse de pié, de rodillas, sentados, en silencio, y las expresiones como “no saber de la misa la media o mitad”, “como si dicen misa” (indiferencia o despreocupación), “más callados que en misa”, “curas de misa y olla”, “misas gregorianas”, “misacantano, misal y aún misantropía?
“¿Por qué los “celebrantes” repiten en sus homilías siempre, o casi siempre, lo mismo?. ¿Se preparan, o las preparan, tal y como hacen los profesionales en sus respectivos oficios, pese a que el sacerdotal dicen que es un “ministerio” sagrado?. ¿Se dan cuenta de que en el tornavoz de los púlpitos aletea la paloma del Espíritu Santo?
“Somos muchos los que nos quejamos de que las lecturas del Antiguo Testamento, con su “Dios”, sus sacrificios, el trato a la mujer, y tantos otros ritos y fiestas judías se hagan permanentemente presentes en las lecturas. También nos quejamos de que se ausenten las noticias de actualidad referidas a la comunidad parroquial, y a las acontecidas en el mundo entero, dado que, por lo de la globalización, hoy todo él es “casa común”.
“Tampoco faltan comentarios acerca de la razón que les asiste a los diccionarios cuando, entre las opciones de “predicar” o de “sermonear”, destacan las de “reñir, reprender o regañar”, como si tal hubiera sido el mensaje que identificara al evangelio y a la vida y enseñanzas encarnadas en Jesús. ¿Por qué en las homilías han de intervenir solo los sacerdotes y no los laicos y “laicas”?
“ Suben de tono estos comentarios cuando “fieles”, y no tanto, llegan a la triste, inactual e inhóspita conclusión de que en las misas y en la liturgia, el género femenino no existe, o existe solo para el mal. Todo es masculino. Todo es “hombre”. Hasta Dios mismo es exclusiva y dogmáticamente “varón”, sin descartar que la misma Virgen es, por antonomasia, “la esclava del Señor”.
“A las misas, sobre todo a las “solemnes” y más a las “pontificales”, les sobran ceremonias, ritos, colorines, signos, paramentos-ornamentos, que ignominiosamente se dicen “sagrados”. Inciensos, piedras preciosas, “capas magnas”, procesiones, sedes, tronos, besos y abrazos, que tan solo son muecas y gestos inertes, inactivos e hipócritas… están de más en la liturgia, no son ejemplo de nada bueno, y además, causan escándalos.
“ Llegar a la conclusión de que las misas –nuestras misas- tal y como en la actualidad se desarrollan y celebran, con carácter de “precepto” y de “pecado mortal” –si no “se oyen” o”se asiste” a las mismas-, no las reconocerían ni Jesús ni sus apóstoles, no me parece una blasfemia. La reforma presagiada por el papa Francisco es inaplazable, profunda y urgente.
“Las estadísticas salmodian, con dolor y evidencia, que el número de posibles “misacantanos”, y el de los/las “asistentes” a las misas, decrece de manera alarmante, pudiéndose adelantar ya la fecha –el año- en que tales misas se conviertan en añorados y devotos recuerdos para algunos, y en interpelaciones culposas para otros. ¡Por favor, no nos asusten asegurándonos que, si no “vamos” u “oímos” estas misas, pecaremos mortalmente y nos condenaremos por los siglos de los siglos, Amén
"Como feligrés –“filius Ecclesiae” o “hijo de la Iglesia”- , por más señas “laico o seglar, que no ha recibido las Sagradas Órdenes”- , quiero compartir con mis hermanos y hermanas cristianas, algo de lo que con frecuencia se me ocurre acerca de la liturgia, y más de la relacionada con la santa misa. Y conste que, efectuadas algunas averiguaciones, son muchas las personas que comparten idénticas sensaciones.
“Las misas aburren, por muy santas que sean. Apenas si nos enteramos de nada de cuanto en ellas se dice y ser hace. Por no saber, hasta ignoramos qué quiere decir, y por qué, se llama “misa” a la misa. Yo mismo se lo pregunté a un sacerdote y me dioí la impresión de que ni él mismo lo sabía. Hagan ustedes la prueba. Y no me refiero a las misas cuando “se decían” en latín, si no a las de ahora, cuyos textos se recitan en castellano, o en cualquier lengua vernácula.
“Tampoco supieron decir cómo, con corrección y sentido litúrgico, se ha de hacer referencia a las misas…¿”Se asiste” a las misas? ¿”Se va” o “se está” en ellas? ¿”Se oyen”? ¿”Se cumple con el precepto dominical”, cuando hoy también “valen” las celebradas el sábado? ¿Es posible preguntar “cuanto cuestan” las misas?
“¿Por qué tantas veces hay que pronunciar el “Amén” como única palabra válida en los media hora dedicada a la misa?. ¿A qué responden los gestos de ponerse de pié, de rodillas, sentados, en silencio, y las expresiones como “no saber de la misa la media o mitad”, “como si dicen misa” (indiferencia o despreocupación), “más callados que en misa”, “curas de misa y olla”, “misas gregorianas”, “misacantano, misal y aún misantropía?
“¿Por qué los “celebrantes” repiten en sus homilías siempre, o casi siempre, lo mismo?. ¿Se preparan, o las preparan, tal y como hacen los profesionales en sus respectivos oficios, pese a que el sacerdotal dicen que es un “ministerio” sagrado?. ¿Se dan cuenta de que en el tornavoz de los púlpitos aletea la paloma del Espíritu Santo?
“Somos muchos los que nos quejamos de que las lecturas del Antiguo Testamento, con su “Dios”, sus sacrificios, el trato a la mujer, y tantos otros ritos y fiestas judías se hagan permanentemente presentes en las lecturas. También nos quejamos de que se ausenten las noticias de actualidad referidas a la comunidad parroquial, y a las acontecidas en el mundo entero, dado que, por lo de la globalización, hoy todo él es “casa común”.
“Tampoco faltan comentarios acerca de la razón que les asiste a los diccionarios cuando, entre las opciones de “predicar” o de “sermonear”, destacan las de “reñir, reprender o regañar”, como si tal hubiera sido el mensaje que identificara al evangelio y a la vida y enseñanzas encarnadas en Jesús. ¿Por qué en las homilías han de intervenir solo los sacerdotes y no los laicos y “laicas”?
“ Suben de tono estos comentarios cuando “fieles”, y no tanto, llegan a la triste, inactual e inhóspita conclusión de que en las misas y en la liturgia, el género femenino no existe, o existe solo para el mal. Todo es masculino. Todo es “hombre”. Hasta Dios mismo es exclusiva y dogmáticamente “varón”, sin descartar que la misma Virgen es, por antonomasia, “la esclava del Señor”.
“A las misas, sobre todo a las “solemnes” y más a las “pontificales”, les sobran ceremonias, ritos, colorines, signos, paramentos-ornamentos, que ignominiosamente se dicen “sagrados”. Inciensos, piedras preciosas, “capas magnas”, procesiones, sedes, tronos, besos y abrazos, que tan solo son muecas y gestos inertes, inactivos e hipócritas… están de más en la liturgia, no son ejemplo de nada bueno, y además, causan escándalos.
“ Llegar a la conclusión de que las misas –nuestras misas- tal y como en la actualidad se desarrollan y celebran, con carácter de “precepto” y de “pecado mortal” –si no “se oyen” o”se asiste” a las mismas-, no las reconocerían ni Jesús ni sus apóstoles, no me parece una blasfemia. La reforma presagiada por el papa Francisco es inaplazable, profunda y urgente.
“Las estadísticas salmodian, con dolor y evidencia, que el número de posibles “misacantanos”, y el de los/las “asistentes” a las misas, decrece de manera alarmante, pudiéndose adelantar ya la fecha –el año- en que tales misas se conviertan en añorados y devotos recuerdos para algunos, y en interpelaciones culposas para otros. ¡Por favor, no nos asusten asegurándonos que, si no “vamos” u “oímos” estas misas, pecaremos mortalmente y nos condenaremos por los siglos de los siglos, Amén