HEREJES “POR LA GRACIA DE DIOS” (y2)
. Pero aún después de la feliz convocatoria del Concilio Vaticano II, a la tarea de la declaración de hereje no se le puso inmediatamente el punto final, sino todo lo contrario, hasta que el bendito papa Francisco comenzó a desplegar banderas de esperanzas, de salvación y hasta de salud, religiosa, espiritual y aún mental, tanto personal como colectivamente.
. La mayoría de quienes colaboramos en RD, “por la gracia de Dios”, avalados además por el desbordante números de seguidores y lectores, fuimos algún día, “in re vel, in voto”, declarados herejes.
. Esta aseveración eclesiástica no puede dictarse y dejarse así por las buenas, con tranquilidad de conciencia y ya está, y acaso “que todo sea para mayor honra y gloria de Dios. Fue y es tremendamente grave. Reconocer que la pertenencia a la Iglesia “oficial” dependía, y aún sigue dependiendo, de rutinas, perezas mentales, envidiejas curiales y del temor eclesiástico a ser depuestos de tronos, sedes, tratamientos y dignidades ficticias y ensoberbecedoras equivale a tener que exiliarse de la Iglesia, aunque se jure y perjure la pertenencia a la misma.
. Para muchos, obispos o no tanto, la mayoría de los colaboradores de RD, fuimos –somos- herejes. Lisa y llanamente, herejes, aunque píamente añadan algunos lo de “por la gracia de Dios”. Así lo firman y lo confirman, denuncias y en las cabeceras de tantas informaciones del ramo, rechazando cualquier tentación de que en las nuestras, y en multitud de ocasiones, por piedad tal vez mal entendida, y aún por el “qué dirán”, nos quedamos todavía cortos…
. Pero lo que hasta ahora resultaba impensable, gracias sobre todo a la sensata y evangélica actividad y lucidez “franciscanas”, se hace, y se hará, salvadora y reparadora noticia en próximas beatificaciones y canonizaciones, a las que por cierto, les siguen sobrando ceremonias y ritos mágicos, misteriosos, caros y, a veces, hipócritas, con falta de presencia y actuación participativa de parte del pueblo de Dios. Y es que el pueblo-pueblo rechaza y rechazará a perpetuidad, con sencillez, humildad y humanidad, toda clase de gestos que identifiquen a los chupatintas, chisgarabís y burócratas curiales, siendo fiel al lenguaje del que certeramente hacen uso, pese a las normas establecidas, por ejemplo, en el Deuteronomio.
. La mayoría de los santos-santos de verdad, fueron antes declarados y tratados burocráticamente herejes…Ocurrió a lo largo de la historia y tendrá que seguir ocurriendo.
Peregrino yo por las rutas literarias, cultas, aguerridas, veraniegas y ecológicas del “Cantar del Mio Cid”, en sus versos 217-218, después de “ofrecer un millar de misas por la buena suerte de su empresa”, invoca la protección divina de esta manera:” “A ti lo agradezco, Dios, que cielo e tierra miras; válame tus virtudes, gloriossa sancta María” “A Dios vos encomiendo / e al Padre spirital; agora nos partimos /, Dios sabe el adjuntar” (vs. 372-373), con el afán denodado de llevar a la práctica el sabio consejo del caballero burgalés de “A menguar pronto comienza, quien se queda en un lugar” (vs. 948) .
. La mayoría de quienes colaboramos en RD, “por la gracia de Dios”, avalados además por el desbordante números de seguidores y lectores, fuimos algún día, “in re vel, in voto”, declarados herejes.
. Esta aseveración eclesiástica no puede dictarse y dejarse así por las buenas, con tranquilidad de conciencia y ya está, y acaso “que todo sea para mayor honra y gloria de Dios. Fue y es tremendamente grave. Reconocer que la pertenencia a la Iglesia “oficial” dependía, y aún sigue dependiendo, de rutinas, perezas mentales, envidiejas curiales y del temor eclesiástico a ser depuestos de tronos, sedes, tratamientos y dignidades ficticias y ensoberbecedoras equivale a tener que exiliarse de la Iglesia, aunque se jure y perjure la pertenencia a la misma.
. Para muchos, obispos o no tanto, la mayoría de los colaboradores de RD, fuimos –somos- herejes. Lisa y llanamente, herejes, aunque píamente añadan algunos lo de “por la gracia de Dios”. Así lo firman y lo confirman, denuncias y en las cabeceras de tantas informaciones del ramo, rechazando cualquier tentación de que en las nuestras, y en multitud de ocasiones, por piedad tal vez mal entendida, y aún por el “qué dirán”, nos quedamos todavía cortos…
. Pero lo que hasta ahora resultaba impensable, gracias sobre todo a la sensata y evangélica actividad y lucidez “franciscanas”, se hace, y se hará, salvadora y reparadora noticia en próximas beatificaciones y canonizaciones, a las que por cierto, les siguen sobrando ceremonias y ritos mágicos, misteriosos, caros y, a veces, hipócritas, con falta de presencia y actuación participativa de parte del pueblo de Dios. Y es que el pueblo-pueblo rechaza y rechazará a perpetuidad, con sencillez, humildad y humanidad, toda clase de gestos que identifiquen a los chupatintas, chisgarabís y burócratas curiales, siendo fiel al lenguaje del que certeramente hacen uso, pese a las normas establecidas, por ejemplo, en el Deuteronomio.
. La mayoría de los santos-santos de verdad, fueron antes declarados y tratados burocráticamente herejes…Ocurrió a lo largo de la historia y tendrá que seguir ocurriendo.
Peregrino yo por las rutas literarias, cultas, aguerridas, veraniegas y ecológicas del “Cantar del Mio Cid”, en sus versos 217-218, después de “ofrecer un millar de misas por la buena suerte de su empresa”, invoca la protección divina de esta manera:” “A ti lo agradezco, Dios, que cielo e tierra miras; válame tus virtudes, gloriossa sancta María” “A Dios vos encomiendo / e al Padre spirital; agora nos partimos /, Dios sabe el adjuntar” (vs. 372-373), con el afán denodado de llevar a la práctica el sabio consejo del caballero burgalés de “A menguar pronto comienza, quien se queda en un lugar” (vs. 948) .