OBISPOS Y ELECCIONES

Ante el panorama intensamente electoral patrio, pletórico tal vez de insospechadas e imprevisibles sorpresas, es posible que resulten de provecho para el pueblo de Dios, estas sugerencias:

. Votar es bueno. Y santo. Constructivo y edificante. Contribuye a ser, y ejercer más, de persona y, por tanto, de miembros de toda comunidad. Votar prepara para la convivencia, la congregación, la cohabitación y el diálogo.

. Como, pensando en cristiano, tal actividad y compromiso presuponen, son y se llaman “Común- Unión”, y además, y por la gracia de Dios, poseen carácter sacramental, votar alcanza meritoriamente categoría religiosa.

. Muchos lamentan que precisamente la Iglesia no sea “Mater et magistral” en cuanto se relaciona con la democracia, y que a esta no se le preste y rinda devoción alguna, a consecuencia de las interpretaciones teocráticas somnolientas que la educación en la fe y la catequesis apenas si la tienen en cuenta en su organigrama, por lo que el “Amén” sea siempre, y en todo, fórmula cabal irreemplazable, avalada con salvadoras indulgencias.

. En la asignatura de la religión, con expresa indicación para el capítulo de la libertad religiosa, las votaciones tienen mala prensa y el “líbera nos, Dómine”, con sus chorreantes dosis de hisopazos, se administra con ferviente generosidad.

. ¿Por quien, o por quienes, optarán políticamente en la actualidad los cristianos, si antes de tomar decisión tan importante consultaran a los miembros de la jerarquía en España, teniendo presente el bien de la Iglesia? ¿Se hizo ya pública alguna orientación “religiosa”, siempre con el debido respeto a la libertad personal de cada uno? (Por favor, que a nadie le acoquine este insinuante, que no insidioso, interrogante, en tiempos y en lugares en los que religión y política establecieron de por vida indisolubles coyundas. Gracias.)

. ¿Seguirán los partidos llamadas “de derecha”, siendo los depositarios tradicionales, y oficiales, de los votos episcopales, sacerdotales y del resto de la grey? ¿Constituirán los “de izquierda” tentaciones invencibles para ciertos colectivos “católicos, apostólicos y romanos”, y para algún que otro obispo “franciscanamente” despistado?

. ¿Proseguirán con certidumbres dogmáticas el recorrido por los caminos que llevan a las urnas nacionalistas, obispos, clérigos y “pueblo fiel”, que, no exentos de orgullo, proclamaron sus tendencias con santa libertad y fervores patrióticos?

. Dado que resultan tan notorios y generalizados los índices de conservadurismos e inmovilismos que distinguen y ensamblan a las religiones, por tradición y cultura “sagradas”, ¿no habrán ya abierto algunos portillos en la “ciudadela católica”, algunos gestos y palabras del Papa Francisco?

. ¿Es posible que a muchos les parezca irreverente –que no irrelevante-, la pretensión de algunos de declarar “fiesta religiosa” el día de las elecciones, por lo que estas entrañan de respeto a la dignidad de la persona y de los colectivos?

. En idéntica, o superior, proporción, es explicable que a otros les dé la impresión de que tales días estén ya profanados radicalmente por la oronda constatación de que políticos, promesas incumplidas, e incumplibles, mentiras y corrupciones establecieron matrimonios legales de conveniencia, bajo el signo infausto de inmortalizarse en esta vida y, si fuera posible, también en la otra.
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