Crisis económica y Primeras Comuniones

Vean qué maravilloso texto, de resonancias populares, inmortalizó el compositor sevillano Francisco Guerrero (1528 -1599) en su famosa villanesca espiritual. Se refiere, naturalmente, a la Comunión:

¡Qué buen año es el del cielo!
Alma, gozalde.
Pues del cielo hay pan en el suelo
y danlo de balde.


¿Crisis económica en las Primeras Comuniones? Ya escribí aquí en otra ocasión que la Primera Comunión -y la segunda y la tercera , y la vigésima…- es gratis, gratis total, que Cristo se da a los niños de balde en el Sacramento, y que ni Él ni las parroquias cobran un duro.

Entrando en la primavera, comienzan algunos medios de comunicación a ocuparse de este supuestamente grave problema de presupuesto.
Leo recientemente en Diario de Navarra este titular: Comuniones más austeras”. Sobre el epígrafe aparece el siguiente texto destacado: “Pedir prestado vestidos y trajes, suprimir gastos en accesorios, reducir el número de invitados o buscar a un aficionado a la fotografía para inmortalizar el momento son medidas que toman las familias de cara al ahorro”. Luego se recaban manifestaciones de empresarios del comercio, la hostelería y algún otro negocio afectado, que hablan de crisis, precios y rebajas. Finalmente se hace una lista de los diversos capítulos con la horquilla de costes entre el mínimo y el máximo. Aunque el total se reduzca, el dispendio puede ser, y es en algunos casos, importante.
Visto desde una parroquia, y desde el sentido común, diríamos que no hay mal que por bien no venga. Si la crisis fuerza a la sobriedad, puede tener mucho de positiva. Sobre todo si la sobriedad ayuda a interiorizar el sentido espiritual del acontecimiento.

Las Primeras Comuniones son una tradición muy ampliamente aceptada. Familias que apenas parecen tener vinculación alguna con la fe, con el culto y con la Iglesia no renunciarían a la Primera Comunión sus hijos. Y eso aunque buena parte de los padres, pasada la celebración, no vuelvan a acompañar a sus hijos en los actos religiosos. Para no pocos, como tantas veces se ha repetido, la Primera Comunión es la última.

Ojalá, ante la alegría de sus niños en esta fecha tan señalada, entendieran ellos algo tan elemental en el mundo de la fe como el carácter gratuito de lo que se vive y se celebra en la Comunión.

Pues del cielo hay Pan en el suelo,
y danlo de balde.


Y entendieran que la fe, la vida religiosa, en la familia y en la comunidad de creyentes, proporciona a sus hijos una dimensión que enriquecerá y dará pleno sentido a sus vidas. Quizá es esto lo que buscan quienes, acaso desde la nostalgia y el recuerdo de su niñez, no renuncian a dar este Pan a sus hijos.
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