"El obispo que ayudó al cardenal a marcar algunos goles al franquismo" Alberto Iniesta, el 'delantero' de Tarancón

Alberto Iniesta
Alberto Iniesta

Este 2023 que ya se acaba hemos conmemorado el centenario del nacimiento del obispo Alberto Iniesta, que desarolló su servicio episcopal en una zona conflictiva y difícil, como fue la Vicaría de Vallecas y en una época de gran tensión social y política, durante el final del franquismo y los primeros años de la Transición"

"Ayudó al cardenal Tarancon a construir una 'Iglesia nueva para una España nueva', después de los años del Régimen franquista. Por eso Iniesta se convirtió en la mano derecha del cardenal de Borriana, para hacer posible un 'cristianismo de rostro humano'

Para Iniesta, la Iglesia se había de hacer presente en la sociedad sin encerrarse en un ghetto, pero a la vez, "renunciando al poder"

"Con apellido de futbolista, Iniesta fue un buen 'delantero', ya que el obispo 'rojo' ayudó al cardenal Tarancon a avanzar la Iglesia española en la línea conciliar de diálogo y de respeto a la pluralidad"

Este 2023 que ya se acaba hemos conmemorado el centenario del nacimiento del obispo Alberto Iniesta.

Iniesta, con apellido de buen futbolista, fue un excelente delantero, que ayudó al cardenal Tarancón a marcar algunos goles al franquismo. Además, fue también un referente para los sectores más abiertos de la Iglesia española.

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El obispo Iniesta fue un pastor sencillo, un hombre bueno, un cristiano convencido y firme, que siempre estuvo al lado de la gente más comprometida en la lucha por la justicia y por la democracia. Obispo auxiliar de Tarancon, Iniesta, que fue uno de los últimos del equipo del cardenal de Borriana (gracias a Dios todavía nos queda el obispo Victorio Oliver), desarolló su servicio episcopal en una zona conflictiva y difícil, como fue la Vicaría de Vallecas y en una época de gran tensión social y política, durante el final del franquismo y los primeros años de la Transición.

Nacido en Albacete el 4 de enero de 1923, ahora se han cumplido cien años de su nacimiento, Alberto Iniesta fue consagrado obispo el 1972, y con los también obispos Ramón Echarren y Victorio Oliver y el P. Martín Patino, fue uno de los colaboradores más cercanos (y de máxima confianza) del cardenal Tarancon en la misión de aggiornamento de la Iglesia española para acabar con el nacional-catolicismo.  

Iniesta, que presentó su renuncia como obispo auxiliar de Madrid el 5 de abril de 1998, ayudó a la Iglesia a “asumir, con mirada de fe, el pluralismo, y a aceptarlo con respeto y convicción”. Alberto Iniesta ayudó al cardenal Tarancon a construir una “Iglesia nueva para una España nueva”, después de los años del Régimen franquista. Por eso Iniesta se convirtió en la mano derecha del cardenal de Borriana, para hacer posible un “cristianismo de rostro humano”, que estuviese “por encima de legalismos”. 

Abierto y dialogante, el obispo Iniesta deseaba actualizar en el seno de la Iglesia algunas posturas teológicas, como por ejemplo “el concepto de autoridad”, para que el ministerio episcopal y presbiteral fuese un servicio y no un honor, como nos ha recordado tantas veces el papa Francisco. Además, Iniesta deseaba la independencia de la Iglesia y del Estado, y por eso quería que “las relaciones de la Iglesia con los poderes públicos” fuesen “muy sobrias”.

Para Iniesta, la Iglesia se había de hacer presente en la sociedad sin encerrarse en un ghetto, pero a la vez, “renunciando al poder”. Iniesta estaba convencido, como también lo creía el cardenal Tarancon, que una alianza con el poder lleva siempre a la Iglesia a debilitarse, a aburguesarse, a instalarse y a claudicar, perdiendo, de esta manera, la fuerza evangelizadora.  

Hombre de espíritu libre, cuando murió el papa Pablo VI el 6 de agosto de 1978, el obispo Iniesta expresó su deseo para que el futuro obispo de Roma fuese “un hombre con experiencia religiosa” y un creyente que “creyese más en Jesucristo que en la Iglesia terrena, mucho más en les bienaventuranzas que en los Concordatos”, y que viviese más “del Evangelio que del Derecho Canónico”. El obispo Iniestasoñaba que el nuevo papa fuese un “hombre con un gran sentido de pueblo, con un talante profético, lleno de coraje y de audacia, no solo para trabajar, sino también para luchar por la causa de Jesucristo”, y así transmitiese a los cristianos “una santa audacia, un santo coraje y una ilimitada esperanza”. El deseo del obispo Iniesta se cumplió, ya que fue elegido el cardenal Albino Luciani como nuevo obispo de Roma y el 2013, fue elegido Francisco. 

El obispo Iniesta era partidario “de afirmar y de confirmar la necesidad y el propósito de la Iglesia, de continuar su proceso de renovación”, para que las comunidades cristianas avanzaran “con valor, con esperanza y con alegría”. 

Para el obispo Iniesta, la Iglesia se había de comprometer en la “lucha por la justicia”, poniéndose al lado de aquellos que buscan una sociedad “más justa, más fraterna y más libre, una sociedad sin clases”, ya que solo así el cristianismo se convierte en una “fuerza liberadora”. 

Durante la etapa del papa Juan Pablo II, Iniesta tenía miedo del triunfalismo y de la parafernalia, de los aviones especiales en los viajes del papa polaco, de “la gente poderosa, de las alfombras y los tronos” y sobre todo de la posible “capitalización de los viajes del papa por algunos piadosos y católicos económicos”.

"Durante la etapa del papa Juan Pablo II, Iniesta tenía miedo del triunfalismo y de la parafernalia, y sobre todo de la posible 'capitalización' de los viajes del papa por algunos piadosos y católicos económicos”

De Alberto Iniesta recordamos sobre todo su trabajo en la Asamblea Conjunta obispos-presbíteros, que se celebró en Madrid del 13 al 18 de septiembre de 1971, y que sirvió de reflexión (a pesar de los ataques del Régimen) para aplicar el Vaticano II en la Iglesia española.

Cuatro años más tarde, el obispo Iniesta tuvo que aceptar, como un hecho consumado, la prohibición por parte del gobierno del Estado, de la I Asamblea Cristiana de Vallecas, que se había de celebrar el mes de marzo de 1975 y que había de presidir el cardenal Tarancon. La Dirección General de Seguridad, con una actitud despótica y dictatorial, prohibió esta Asamblea, argumentando que había “peligro de alteración del orden público”. Incluso la Policía Armada y los miembros de la Brigada de Investigación Social (BIS) impidieron a los asistentes a la Asamblea que llegaran al lugar de reunión.  

Con un espíritu libre, Iniesta quería para la Iglesia la comunión, la colegialidad y la corresponsabilidadentre el papa y los obispos, como nos recuerda ahora el papa con la sinodalidad. A Iniesta tampoco le gustaba “un ministerio episcopal de talante autoritario, distante y meramente doctrinal”. Para Iniesta, “el ideal del buen pastor estaba en la proximidad, el diálogo, la paciencia, la esperanza, la comprensión y la compasión”, características tan “bergoglianas”. Alberto Iniesta propició un espíritu de diálogo en el seno de la Iglesia española, y en la Transición, desaconsejando, juntamente con Tarancon, patrocinar un partido político “católico” o confesional.

"Con apellido de futbolista, Iniesta fue un buen “delantero”, ya que el obispo “rojo” ayudó al cardenal Tarancon a avanzar la Iglesia española en la línea conciliar de diálogo y de respeto a la pluralidad"

Con apellido de futbolista, Iniesta fue un buen “delantero”, ya que el obispo “rojo” ayudó al cardenal Tarancon a avanzar la Iglesia española en la línea conciliar de diálogo y de respeto a la pluralidad. 

Iniesta quería, como nos pide el papa Francisco, pastores que fomentaran “un espíritu de tolerancia, de respeto, de amistad y de solidaridad”, características que él encarnó a la perfección. Por eso creo que el obiso Iniesta fue un pastor “bergogliano”, que ciertamente tenia “olor a oveja” en el servicio de su ministerio episcopal.

Cuando fue elegido papa el cardenal Luciani, el obispo Iniesta, que pasó temporadas en el monasterio de Poblet y que nos hizo los ejercicios espirituales a los monjes de Montserrat durante la Cuaresma de 1986, escribió este precioso poema:

“Carta a Dios. Querido Padre:/ ¿Sabes lo que más me gustó/ de la misa del papa,/ aparte de su cara de bueno?/ Aquella fila de pantalones arrugados,/ de faldas y mantones casi pueblerinos./ Aquellos hombres y mujeres de la familia/ y del paisanaje/ que parecían verdaderos representantes/ del Pueblo de Dios,/ es decir de tu Pueblo./ O mejor, con minúsculas:/ del pueblo sencillo./ Cuando el papa bajó a darles la comunión,/ sentí que era el momento más parecido/ a las escenas del Evangelio./ Siempre creeré que la Iglesia/ es más grande en lo más pequeño./ Abrazos./ Tu hijo.”  

Alberto Iniesta

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