"Cambiar el corazón en Cuaresma" "Un Dios de oportunidades, no de rebajas"
"Un año más, la Cuaresma es la oportunidad que Dios nos ofrece para hacer el camino de retorno a él. Para girarnos de nuevo hacia él, que en su solicitud nos ama y nos espera siempre"
"Es una oportunidad para cambiar el corazón. O mejor aún: para que Dios cambie nuestro corazón y nos dé un corazón nuevo, para vivir de una manera diferente a como vivíamos hasta ahora"
"El hombre llegó a la luna en 1969 y recientemente ha enviado la sonda Perseverance a Marte. Pero desgraciadamente no acabamos de llegar al corazón de Dios, ni al corazón del hermano"
"La Cuaresma nos pide vivir a fondo nuestra fe y a la vez apoyar a los que sufren de tantas maneras. Sepamos vivirla"
"El hombre llegó a la luna en 1969 y recientemente ha enviado la sonda Perseverance a Marte. Pero desgraciadamente no acabamos de llegar al corazón de Dios, ni al corazón del hermano"
"La Cuaresma nos pide vivir a fondo nuestra fe y a la vez apoyar a los que sufren de tantas maneras. Sepamos vivirla"
Esta Cuaresma que estamos viviendo, en el camino que hacemos hacia la Pascua, nos muestra que el Dios de Jesús es un Dios de oportunidades, pero no de rebajas.
Un año más, la Cuaresma es la oportunidad que Dios nos ofrece para hacer el camino de retorno a él. Para girarnos de nuevo hacia él, que en su solicitud nos ama y nos espera siempre. Más aún, él mismo sale a nuestro encuentro para abrazarnos y acogernos, como un padre abraza y acoge a su hijo. Y por eso Dios nos da una oportunidad y otra, como los padres o los maestros dan a sus hijos o a sus alumnos, tantas oportunidades como hacen falta. Y es que Dios, como lo han de ser los padres o los maestros, es exigente, aunque no intransigente. Y es exigente porque nos ama y quiere que demos el máximo que podamos dar.
Pero nuestro Dios no es el Dios de las rebajas. Dios no hace rebajas porque si las hiciese, (como si las hiciesen los padres o los maestros) nos estaría haciendo un fraude. Estaría haciendo trampa. Como el atleta que se entrena para hacer el salto de pértiga. Seguro que el primer día que lo intenta no consigue saltar el listón y por eso lo ha de intentar una y una otra vez. Pero sin hacer trampas. Sin rebajas. Sin bajar la altura de la barra que ha de saltar.
La Cuaresma es una oportunidad para cambiar el corazón. O mejor aún: para que Dios cambie nuestro corazón y nos dé un corazón nuevo, para vivir de una manera diferente a como vivíamos hasta ahora. La Cuaresma nos ha de ayudar a vivir, como las personas que han recibido un trasplante de corazón, que con un corazón nuevo viven también una vida nueva.
En una sociedad “líquida”, que desprecia el esfuerzo y el sacrificio y que lo relativiza todo, la oportunidad que nos da Dios cada Cuaresma, pide aprovecharla y acogerla, para hacer posible una vida más fraterna, más humana, sin violencias, sin egoísmos, con harmonía con los demás y con la creación. Y a pesar que las oportunidades requieren hacer un camino a veces difícil, es necesario continuar caminando, avanzando, sin retroceder, sin darnos nunca por vencidos. Y es que como decía el poeta Joan Margarit, “las cosas que no te han costado esfuerzo, no tienen valor”.
Nuestro camino cuaresmal nos pide saber aprovechar las oportunidades que Dios nos ofrece. Y también saber darlas a los demás. Sin rebajas, porque cuando hacemos rebajas dejamos de ser lo que éramos.
Me gustó mucho el artículo, “¿La gente cambia? Dale a Dios la oportunidad”, de Toño Casado (Religión Digital, 21 de febrero de 2020). La Cuaresma es eso: darle a Dios la oportunidad y a la vez acoger las oportunidades que Dios nos da para cambiar de vida. Y es que a pesar que son tan frecuentes las expresiones: “no cambiará nunca”, o también, “es inútil, no vale la pena”, o aun, “no hay nada qué hacer”, todo el mundo puede cambiar. El abad Cassià decía con frecuencia: “No podemos dar a nadie por perdido definitivamente”, por el hecho que, a pesar que parezca imposible, las personas sí que pueden cambiar.
El hombre llegó a la luna en 1969 y recientemente ha enviado la sonda Perseverance a Marte. Pero desgraciadamente no acabamos de llegar al corazón de Dios, ni al corazón del hermano, porque vivimos distraídos y ocupados en cosas secundarias y anecdóticas, sin descubrir lo que es realmente importante en nuestra vida: acoger el amor de Dios y sus oportunidades y compartirlo con los demás.
La Cuaresma nos pide vivir a fondo nuestra fe y a la vez apoyar a los que sufren de tantas maneras. La Cuaresma nos anima a ser solícitos con los que lloran o los que viven solos, con los que no tienen trabajo, con los que están enfermos, ahora en esta pandemia que se ha llevado tantas y tantas personas amadas.
Las oportunidades que nos ofrece el Señor, nos permiten mantener encendida la llama de la esperanza, mientras que las rebajas debilitan la esperanza y el amor.
Ojalá sepamos vivir las oportunidades de la Cuaresma como un regalo que Dios nos hace un año más. Sin rebajas. Solo así seremos testigos de esperanza, de consuelo, de alegría y de ternura, para llegar a la santa Pascua con el gozo del Espíritu Santo.
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