El submarino Isaac Peral de la Armada Española 1.800 millones de euros tirados al mar y un insulto para la gente que pasa hambre

Bautizo del submarino S-81 Isaac Peral
Bautizo del submarino S-81 Isaac Peral

"Concretamente, el gasto militar en España ha aumentado más de un 9% y por eso durante el 2020 el gobierno de España ha gastado 19.762 millones de euros, que son más de 54 millones de euros diarios"

"Este submarino, 100% 'made in Spain' no es el único gran gasto que ha hecho el gobierno español en relación al ministerio de defensa"

"Un submarino de 1.800 millones de euros (y los otros tres que se pretenden construir), es un insulto para la gente que pasa hambre. Y esto con un gobierno que se declara de izquierdas"

"Por eso hace falta que los cristianos alcemos la voz para denunciar esta industria de la muerte y el gasto (escandaloso) en armamento"

Este es el precio que ha costado el submarino Isaac Peral de la Armada Española (El Nacional, 22 de abril de 2021). 1.800 millones tirados al mar (nunca mejor dicho), en un tiempo como el que vivimos, de pandemia donde el gasto sanitario en el estado español es tres veces inferior al gasto militar.

Concretamente, el gasto militar ha aumentado más de un 9% y por eso durante el 2020 el gobierno de España ha gastado 19.762 millones de euros, que son más de 54 millones de euros diarios. Este submarino, 100% “made in Spain” no es el único gran gasto que ha hecho el gobierno español en relación al ministerio de defensa, ya que el estado tiene previsto construir tres submarinos más, con una inversión total de 4.000 millones de euros, en caso que no haya sobrecostes.

Por otra parte, recientemente hemos sabido que se destinaran 823.000 euros en tricornios para la Guardia Civil. Además, según el portal de transparencia, el presupuesto para la Casa Real en el 2021, es de 8.431.150 euros, lo cual supone un incremento de 544.000 euros en relación al ejercicio anterior.

tricornios

Curiosamente los políticos xenófobos que han acusado al gobierno español (utilizando mentiras y falsedades) por la ayuda que reciben los menores no acompañados, no se han escandalizado en ningún momento por las cifras (muy poco modestas), destinadas al gasto militar o a la casa del rey. Por eso me pregunto si en tiempos de crisis es necesario este despilfarro.

El protagonista de la excelente película, “El gran dictador”, de Chaplin, dice en su discurso final: “Más que máquinas necesitamos humanidad, más que inteligencia, tener bondad y dulzura”. Porque, (sigue el barbero de la película) “sin esas cualidades, la vida será violenta y se perderá todo”.

En septiembre del año pasado, el papa Francisco decía: “Hemos de desmantelar la lógica perversa que atribuye a la posesión de armas, la seguridad personal y social. Esta lógica solo sirve para incrementar las ganancias de la industria bélica, alimentando un clima de desconfianza y temor entre las personas y los pueblos”.

Y en mayo de 2015, el papa afirmaba que “el comercio de armas es una industria de la muerte”. Ni el gobierno del Sr. Rajoy, en 2015, ni el del Sr. Sánchez, en 2020, se dieron por aludidos ante las palabras del papa que ha pedido repetidamente que se acabe la industria bélica. Y para más “inri”, el gobierno del Sr. Rajoy y del Sr. Sánchez siguen vendiendo y haciendo negocio con armas, incluso a países dictatoriales.

Los inútiles 1.800 millones de euros del submarino habrían estado mejor empleados si se hubiesen destinado, por ejemplo, al proyecte “Invulnerables” de Sor Lucía Caram. O al hospital de campaña de la iglesia de Santa Ana de Barcelona o a la de San Antón de Madrid, que acogen y dan comida a las personas sin hogar o que pasan dificultades económicas. O también a Open Arms, que se dedica a rescatar (y a salvar) a personas que quedan a la deriva en el Mediterráneo. Porque, hace falta no olvidarlo: si no salvamos, matamos, como ha dicho recientemente el cardenal de Bolonia, Matteo Zuppi.

Por eso hace falta que los cristianos alcemos la voz para denunciar esta industria de la muerte y el gasto (escandaloso) en armamento.

El teólogo Johan-Baptist Mezt, que era crítico con un cristianismo aburguesado, decía que el cristianismo había de ser “decididamente un agente de cambio ante la injusticia que impera en el mundo”. Y es que a menudo, como ha dicho el arzobispo Santiago Agrelo, “nos hemos inventado un cristianismo sin compromiso social” (Religión Digital, 9 de octubre de 2020) y por eso hace falta denunciar la industria armamentística y pedir a los sucesivos gobiernos (y más aun a los que se proclaman de izquierdas), que destinen las partidas dedicadas a defensa, a socorrer a las personas que hacen cola en Cáritas o en Cruz Roja o en los Bancos de Alimentos, por el simple hecho que no tienen nada para comer.

Un submarino de 1.800 millones de euros (y los otros tres que se pretenden construir), es un insulto para la gente que pasa hambre. Y esto con un gobierno que se declara de izquierdas.

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