"Volvió a demostrarlo en sus mensajes en la JMJ de Lisboa: son a contracorriente" Y, seguiremos haciendo lío
Se reitera el grito de Brasil en 2013. ¿Por qué es tan importante este mensaje? ¿Qué significa o qué implica hacer lío?
Todos, y, sobre todo, la autoridad jerárquica, vienen llamados a colocar en sus vidas el Evangelio en un lugar prioritario.
Cambiar la vida exige disciplina y ‘ejercicio ascético’, previos e indispensables para la transformación interior.
“Cuando saquéis, nos dice Jesús en el Evangelio según Tomas (n. 70), lo que hay dentro de vosotros, esto que tenéis os salvara”. Siempre, si no lo anestesiamos, todos experimentamos el deseo y el anhelo de encontrar a Dios. El corazón inquieto de San Agustín.
“Busquen y arriesguen, tengan la valentía de sustituir los miedos por los sueños, no sean administradores de miedos, sino emprendedores de sueños” (Francisco).
Hay que empaparse en los relatos de humanización en la vida de Jesús (Cfr. Delgado, La despedida, cit., págs. 236-244) de tal forma que “el rostro del otro tiene que ser el epicentro y la prioridad de toda la acción humana” (Martínez Castelló). Este es camino seguro para cambiar la historia.
Cambiar la vida exige disciplina y ‘ejercicio ascético’, previos e indispensables para la transformación interior.
“Cuando saquéis, nos dice Jesús en el Evangelio según Tomas (n. 70), lo que hay dentro de vosotros, esto que tenéis os salvara”. Siempre, si no lo anestesiamos, todos experimentamos el deseo y el anhelo de encontrar a Dios. El corazón inquieto de San Agustín.
“Busquen y arriesguen, tengan la valentía de sustituir los miedos por los sueños, no sean administradores de miedos, sino emprendedores de sueños” (Francisco).
Hay que empaparse en los relatos de humanización en la vida de Jesús (Cfr. Delgado, La despedida, cit., págs. 236-244) de tal forma que “el rostro del otro tiene que ser el epicentro y la prioridad de toda la acción humana” (Martínez Castelló). Este es camino seguro para cambiar la historia.
“Busquen y arriesguen, tengan la valentía de sustituir los miedos por los sueños, no sean administradores de miedos, sino emprendedores de sueños” (Francisco).
Hay que empaparse en los relatos de humanización en la vida de Jesús (Cfr. Delgado, La despedida, cit., págs. 236-244) de tal forma que “el rostro del otro tiene que ser el epicentro y la prioridad de toda la acción humana” (Martínez Castelló). Este es camino seguro para cambiar la historia.
Como subrayé en la entrega anterior, algunos podrán afear ciertas orientaciones del ministerio de Francisco. Lo que no podrán reprocharle es que desconozca la realidad de este mundo ni la de la Iglesia en cuanto instrumento evangelizador. Ha vuelto a demostrarlo en la JMJ 2023. Sus mensajes se sitúan, en efecto, a contra corriente. Como desde el primer momento de su ministerio petrino. Es muy consciente de que, a veces, en este mundo tan contradictorio, tratan de ‘silenciarlos’ o se les impone ‘una sordina para que no se expresen ni se manifiesten’. Circunstancias, por cierto, que muchos, de dentro y de fuera de la Iglesia, abrazan y protagonizan. También semejantes resistencias forman parte de la realidad a tener en cuenta.
1.- Y, seguiremos haciendo lío
Francisco volvió a repetir el grito (gran mensaje para la juventud allí congregada y para toda la Iglesia) con el que compareció en la JMJ de Brasil 2013 (‘Hagan lío’), el primer año de su pontificado. Díez años después, sigue siendo urgente, al parecer, reiterar el mismo mensaje: ‘y seguiremos haciendo lío’. ¿Se han preguntado alguna vez por qué es necesario reiterar el mismo mensaje? ¿Cómo explicarlo y comprenderlo? ¿Qué significa o qué implica hacer lío?
La respuesta es muy sencilla. En la Iglesia, el Evangelio todavía, que ya es decir, no es prioritario. Sigue marginándose. Incluso, en aspectos trascendentales (José María Castillo). Si se quiere en serio reformar esta Iglesia, sumida en una profunda crisis moral y de fe, todos en ella han de llevar a cabo una muy profunda transformación personal. Todos, y, sobre todo, la autoridad jerárquica, vienen llamados a colocar en sus vidas en un lugar prioritario el Evangelio de tal forma que éste se convierta en el criterio que oriente su nuevo y futuro estilo de vida en lo personal, así como en el ejercicio de la función que tienen asignada en la comunidad de los creyentes. Este grito papal me parece esencial y prioritario como lo fue cuando lo lanzó al aire de Brasil y del mundo en 2013. ¿Por qué? ¿Quizás porque todavía no se ha entendido la trascendencia del mensaje? Es muy posible que ésta sea la razón de fondo.
Al tratar de hacer ver en qué consiste o qué significa ‘hacer lío’, José Miguel Martínez lo explicita así: “Simple y llanamente ver el mundo a través de las lentes de Jesús de Nazareth, con sus desafíos y riesgos”. Aparentemente, en efecto, es misión sencilla. Pero, en la vida real, es bastante más compleja y difícil de lo que aparenta. Para nadie es fácil, sea joven o mayor. Estamos hablando de obras y comportamientos, de actitudes, en imitación del estilo de vida de Jesús. No se trata sólo de buenas palabras. Cambiar la vida exige disciplina y ‘ejercicio ascético’, previos e indispensables para la transformación interior. “El camino de iniciación, ha escrito Wiesenthal a propósito de Rilke, comienza cuando escuchamos las fábulas de nuestra abuela. Un día, siendo niños, descubrimos en nuestro corazón que queremos ser bandidos para robar a los ricos y dárselo a los pobres. A orillas del río pensamos que sería posible armar una balsa para ser piratas. Con una guitarra, podríamos ser también ‘salmistas de Dios’”. Un día nuestra abuela o nuestra madre nos descubre o nos revela que el secreto está en el principio, en el momento de la creación a imagen de Dios. Somos hijos de la luz, procedemos de la luz, fuente de nuestra maravillosa capacidad y energía, don divino, para buscar y encontrar a Dios. Todos lo experimentamos en lo más profundo de nuestro corazón y de nuestra intimidad interior. “Cuando saquéis, nos dice Jesús en el Evangelio según Tomas (n. 70), lo que hay dentro de vosotros, esto que tenéis os salvara”. Siempre, si no lo anestesiamos, todos experimentamos el deseo y el anhelo de encontrar a Dios. El corazón inquieto de San Agustín.
Todos los cristianos, todos los seres humanos, somos llamados a la conversión interior. Todos los cristianos tenemos la misión de evangelizar con el testimonio de vida. Todos sin distinciones de ningún tipo, en la medida de nuestras fuerzas y circunstancias de la vida, somos clave a este respecto
Todos los cristianos, todos los seres humanos, somos llamados a la conversión interior. Todos los cristianos tenemos la misión de evangelizar con el testimonio de vida. Todos sin distinciones de ningún tipo, en la medida de nuestras fuerzas y circunstancias de la vida, somos clave a este respecto. A todos se dirigió Francisco en Lisboa: “Busquen y arriesguen, tengan la valentía de sustituir los miedos por los sueños, no sean administradores de miedos, sino emprendedores de sueños”. Una vez más, Francisco da muestras de conocer al ser humano y sus limitaciones. Sabe -tantas veces se le habrá aparecido en su labor pastoral- que el miedo domina a la persona, la anestesia, la paraliza, la frustra en sus ilusiones, en sus proyectos y en sus utopías, la vuelve indecisa. Los miedos bloquean y paralizan la consecución de la madurez y la plenitud personal. Hay, por tanto, que enfrentarse a ellos y arriesgar (Platón). Hay que sustituir los miedos por los sueños. Ser optimistas. No dejar de buscar hasta que encontremos. Arriesgar en la vida. Merece la pena. Vivir el Evangelio e imitar a Jesús en nuestra propia vida. Nunca desesperemos. Vivamos con alegría y confianza. Seguros en Jesús, el Maestro. Intentemos ser felices. Y recordemos siempre estas palabras de Jesús: “No he venido a llamar a los justos a la conversión, sino a los pecadores” (Lc 5, 32. Cfr. Mt 9, 13).
Francisco, en mi opinión, llama, como Jesús, a todos. Pero, sobre todo, a los responsables últimos de la evangelización, a la clerecía, a la jerarquía, a los líderes religiosos en todos sus niveles. Sólo el testimonio de vida de todos y cada uno, el pueblo santo y fiel de Dios y sus pastores, contiene alguna posibilidad de ‘revertir’ la situación actual del mundo y de la Iglesia. Es aquí donde radica el ‘punto doliente’ de la Iglesia. Es aquí donde reside la verdadera tarea pendiente. De lo contrario, seguiremos perdiendo credibilidad.
A este respecto, no me resisto a transcribir una reflexión de Ariel Álvarez Valdés respecto a Jesús, ‘que vino a dar sentido a nuestra historia’:
“Su programa no consistió en llevarnos al cielo ni a decirnos que Dios nos espera en el ‘más allá’, sino a hacer del ‘más acá’ una existencia con sentido. No vino a salvarnos del ‘infierno eterno’, sino de los infiernos del hambre, del odio, la depresión, la violencia. Quiso mostrarnos que nuestra vida temporal, aunque pasajera y limitada, tiene valor por sí misma más allá de la vida eterna que pueda haber. Y que es aquí, en el mundo, donde él se introdujo con sus antepasados, donde debe surgir el paraíso que nosotros imaginamos en el más allá. Puede parecer la empresa de una idealista. De hecho, muchos opinaron eso de Jesús de Nazaret. Pero él nos demostró que no importa que la aventura sea loca cuando el aventurero está cuerdo” (Nuevos enigmas de la Biblia, 5, PPC, Madrid 2023, pág. 86).
En definitiva, urge hacer hincapié en el gran misterio del cristianismo: la encarnación/humanización de Dios. Hay que empaparse en los relatos de humanización en la vida de Jesús (Cfr. Delgado, La despedida, cit., págs. 236-244) de tal forma que “el rostro del otro tiene que ser el epicentro y la prioridad de toda la acción humana” (Martínez Castelló). Este es un camino seguro para cambiar la historia. ¡Somos hombres de poca fe!
(Continuará)