"Después de 464 años, los jesuitas de la Comunidad del Colegio de Montesión de Palma abandonan Mallorca" Son los tiempos
"Son los tiempos. 'Los tiempos están hechos por la gente que los habita. El proceso es imparable, sin vuelta atrás'"
"La Asociación de antiguos alumnos no puede arrogarse, en modo alguno, la representación de la sociedad civil en Mallorca. La propiedad está registralmente clara según reconoce la propia asociación de antiguos alumnos"
"Los problemas de la Iglesia católica y de sus entidades religiosas no aparecen en el horizonte vital de la sociedad actual, muy descristianizada"
"El declive de la vida religiosa y la consiguiente falta de vocaciones, realidades que ni tan siquiera se pueden ya disimular, obligan a este tipo de decisiones, por muy dolorosas que sean"
"Pero nunca se ha de perder el buen tono a la hora de exponer la propia opinión. Da la impresión que los antiguos alumnos se sienten descolocados, necesitados de utilizar valoraciones hirientes, de alguna forma, utilizadas para molestar y ofender al otro, incluso descendiendo al terreno personal"
"La rectificación pública (DM, 11.06.24, pág. 9), que les honra, es interpretable como la mejor prueba de la debilidad de lo pretendido y del inadecuado método utilizado para lograrlo"
"Afirmar que los jesuitas 'sólo persiguen el negocio inmobiliario'. Hoy por hoy, pura afirmación, simple deseo, aparente justificación de un resentimiento, perversa ruindad. La nada"
En una cena entre dos conocidos compadres, Arturo Pérez Reverte y Antonio Lucas, éste se encoge de hombros y le apostilla a Arturo: “Son los tiempos”. Sin duda. Criterio que, por supuesto, comparte Arturo, quien subraya que “los tiempos están hechos por la gente que los habita; y la gente que habita este tiempo quiere, o exige, tener lo que tiene.Nada puede objetarse a eso desde un punto de vista práctico (…) El proceso es imparable, sin vuelta atrás”. Dicho con palabras de un jesuita argentino, “no estamos viviendo simplemente una época de cambios, sino un cambio de época” (Francisco, A la Curia romana, 21.12.2019).
Se ha de dejar muy claro, de entrada, que la sociedad civil en Mallorca no ha respondido, aunque se haya afirmado lo contrario (BernatJofre), ‘con movilizaciones’. La Asociación de antiguos alumnos no puede arrogarse, en modo alguno, la representación de la sociedad civil en Mallorca. La asistencia a dichas movilizaciones tampoco fue significativa respecto al número de alumnos que han cursado estudios en el Colegio de Montesión. Esta es la realidad, aunque no se quiera ver por algunos.
Una consecuencia, en mi opinión, se impone por ello: la asociación de antiguos alumnos no puede pretender o exigir a la Compañía que se conviertan en ‘asesores’ a la hora de tomar decisiones. Hablar de patrimonio inmaterial de los antiguos alumnos y de toda la sociedad mallorquina no funda, en mi opinión, la pretensión expresada y deseada. La propiedad está registralmente clara según reconoce la propia asociación de antiguos alumnos y, por tanto, la Compañía de Jesús puede, con total libertad, tomar las decisiones que estime pertinentes.
A decir verdad, a la sociedad civil, aunque no guste en ciertos ambientes perfectamente imaginables, le trae sin cuidado la muy grave crisis moral y de fe por la que está atravesando la Iglesia católica, precisamente, entre otras causas, por no haber sabido interpretar y atenerse, en su momento, a los signos de los tiempos. Los problemas que, en consecuencia, afecten, en ese marco, a una comunidad religiosa concreta, en el caso la Compañía de Jesús, no aparecen en el horizonte vital de la sociedad actual, muy descristianizada. Es inútil empeñarse en imponer una imagen diferente.
Con toda lógica, esta problemática también se refleja, por cierto, en todas las diócesis en España, sin exclusión de Mallorca (falta de vocaciones al sacerdocio y concentración de seminarios para su formación). Asistimos, pues, a un proceso imparable, a un verdadero ‘declive demográfico’ (Abel Toraño), que, a no tardar demasiado, se manifestará también en formas similares respecto de otras Comunidades o Congregaciones católicas. El declive de la vida religiosa y la consiguiente falta de vocaciones, realidades que ni tan siquiera se pueden ya disimular, obligan a este tipo de decisiones, por muy dolorosas que sean. El propio Superior Provincial se trasladó a Palma y compartió, de modo individual, los motivos de fondo del cierre de la comunidad y del traslado de los diez miembros de la misma, ya gastados por su generoso servicio, y, en algún caso, en precario estado de salud. La decisión final, como es evidente, corresponde en exclusiva a los respectivos superiores del momento en la Compañía de Jesús. No perdamos de vista que hablamos de jesuitas.
Uno puede entender que, en este caso como en otros parecidos, se den cita, legítimamente, intereses dispares y hasta contradictorios. Quienes crean que les asiste un interés o derecho legítimos, pueden, y hasta deben, manifestarlos. No falta más. Pero nunca se ha de perder el buen tono a la hora de exponer la propia opinión.
Vistas las cosas desde fuera, se puede pensar que hemos asistido una cierta sobreactuación. Da la impresión que no se quieren asumir los signos de los tiempos. Parece que se sienten, de alguna forma, descolocados y necesitados de utilizar valoraciones hirientes, utilizadas para molestar y ofender al otro, incluso descendiendo al terreno personal. Aunque uno se esfuerce en esquivarla, aparece la sombra del resentimiento. Los pocos que se hayan acercado al tema, a través de los medios de comunicación, se han podido sentir molestos ante el oscuro panorama del relato ofrecido por la Asociación de antiguos alumnos. De ese modo, creo que han hecho un muy flaco favor a la causa que dicen defender.
La rectificación pública (DM, 11.06.24, pág. 9), que les honra, es interpretable como la mejor prueba de la debilidad de lo pretendido y del inadecuado método utilizado para lograrlo. La Asociación, tantas veces aludida, se expresó así: “Si bien la asociación admite que ‘quizá el tono’ utilizado en sus críticas al provincial de la Compañía de Jesús en España (…) ha sido ‘muy agresivo, incluso faltón’, justifica que ‘se ha tenido que dar un golpe sobre la mesa y provocar una reacción en una sociedad tan tranquila y pacífica como la mallorquina”. Lo siento, pero me temo que han equivocado la táctica de cabo a rabo. ¡Ni es válida la justificación, ni se ha producido la reacción esperada de la sociedad y encima la relación Compañía/Asociación está rota! No parece oportuno que sigan insistiendo en el error.
Todo el voluntarioso e insuficiente alegato de la Asociación de antiguos alumnos parte de una conclusión indemostrada: Los jesuitas “sólo persiguen ‘el negocio inmobiliario’ “. Hoy por hoy, pura afirmación, simple deseo, aparente justificación de un resentimiento, perversa ruindad. La nada.
Permítanme que les recuerde un pensamiento del gran Borges, que seguro que muchos alumnos de Montesión escucharon en el pasado: “Sólo perduran en el tiempo las cosas que no fueron del tiempo” (La rosaprofunda. Quince monedas. Eternidades). Desapego del tiempo, del mundo, al servicio de la trascendencia, de la eternidad.
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