Presentación del libro 'La guerra es inmoral', de José Manuel Coviella Pautas para desarmar el mundo y las conciencias
El tema de la guerra está de máxima actualidad. Con el libro La guerra es inmoral, He pretendido aportar una reflexión sobre lo inhumano e inmoral que es todo conflicto bélico
El gasto mundial en armamento es uno de los escándalos morales más grandes del presente. Con la guerra hay millones que pierden todo, pero hay muchos que ganan millones.
| José Manuel Coviella Corripio
El tema de la guerra está de máxima actualidad. Con el libro La guerra es inmoral, He pretendido aportar una reflexión sobre lo inhumano e inmoral que es todo conflicto bélico.
El gasto mundial en armamento es uno de los escándalos morales más grandes del presente. Con la guerra hay millones que pierden todo, pero hay muchos que ganan millones.
El papa Francisco gritaba no hace mucho: "En nombre de Dios, pido a los responsables de las naciones que se comprometan con firmeza a poner fin al comercio de armas, que causa tantas víctimas inocentes". Es innegable que este comercio alimenta los conflictos y contribuye a su prolongación y escalada. El comercio de armas implica la venta y transferencia de armamentos a diferentes actores internacionales, incluyendo gobiernos, grupos armados y entidades privadas.
La inmoralidad de las guerras radica en el sufrimiento humano que generan. Las guerras se libran por motivos egoístas, políticos o económicos, y no logran solucionar los problemas subyacentes que las originaron. En este contexto, el comercio de armas se convierte en un factor preocupante que plantea preguntas éticas sobre la responsabilidad de los países exportadores de armas. ¿Hasta qué punto deben los intereses económicos prevalecer sobre las consideraciones morales y humanitarias?
La reflexión sobre el comercio de armas y la inmoralidad de las guerras nos lleva a promover una cultura de paz, cooperación internacional y el desarme. Este libro manifiesta que " ¡La guerra es inmoral!"
Propuesta para lograr la paz
Inicio el libro con un recorrido bíblico que resumo en la regla de oro: el amor.
Jesús rechazó la guerra. Jesús de Nazaret invita a la paz, la reconciliación y el entendimiento. Dijo que no se debía combatir contra los enemigos. Así, cuando avisó que Jerusalén sería atacada, no les dijo que se quedaran allí y lucharan para defenderla, sino que huyeran.
“...Cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed que pronto será destruida. Entonces los que estén en Judea, que huyan a las montañas; los que estén en Jerusalén, que salgan de la ciudad; y los que estén en el campo, que no regresen a ella...” (Lc.21,20-21.
La Biblia contiene enseñanzas que resaltan la importancia de la paz y la no violencia. Por ejemplo, el mandamiento de "No mates" (Éx. 20,13) se interpreta como una prohibición general del asesinato, incluida la violencia en el contexto de la guerra. Jesús enfatizó el amor al prójimo y la promoción de la paz en sus enseñanzas, como el Sermón del Monte (Mt. 5,9), "… dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos…".
La guerra es intrínsecamente inmoral y solo en la paz completa se cumplirá la voluntad de Dios. La forma en que cada persona interpreta y aplica los pasajes bíblicos sobre la guerra depende de su contexto religioso, ético y teológico.
El Evangelio de Jesús se opone a la guerra
La guerra era representada por uno de los cuatro jinetes destructores del Apocalipsis bíblico, junto al hambre, la peste y la propia muerte. En la antigua Roma, pese a ser recordada por su poderío militar, hubo numerosos poetas y filósofos pacifistas. Las causas de la guerra, como la guerra misma, son contrarias al Evangelio.«La guerra es la mayor plaga que puede afligir a la humanidad. Destruye la religión, destruye a los Estados y destruye a las familias. Cualquier otra calamidad es preferible a ella». (Lutero).
La guerra es inmoral. No hay guerra justa. Toda guerra es evitable. Sí, en cambio a la "guerra" contra la plaga de la venta de armas. A lo largo de los siglos, la humanidad ha desarrollado una conciencia creciente sobre la dignidad inherente de cada individuo y la necesidad de proteger y respetar sus derechos fundamentales. La guerra, por su naturaleza violenta y destructiva, tiende a violar estos principios éticos básicos y poner en peligro la vida y la dignidad de las personas. La guerra causa un sufrimiento inmenso tanto a nivel individual como colectivo, y estos sufrimientos no pueden justificarse moralmente.
La afirmación sobre la inmoralidad de la guerra busca promover y resaltar la importancia de las alternativas pacíficas y diplomáticas para resolver los conflictos. En lugar de recurrir a la violencia y la guerra, hay que buscar soluciones a través del diálogo, la negociación y la mediación. Esto implica fomentar la diplomacia, el compromiso y el entendimiento mutuo como herramientas más éticas y efectivas para abordar las diferencias y conflictos entre las naciones.
El Nuevo Testamento también rechaza la idea de la venganza personal y llama a los creyentes a dejar el juicio en manos de Dios. Jesús enseñó a sus seguidores a "poner la otra mejilla" y a amar incluso a los enemigos.
Las guerras son evitables
Las guerras son evitables Las guerras son siempre evitables. La mayoría de los conflictos pueden resolverse a través del diálogo y la negociación. Buscar puntos en común y trabajar hacia una solución pacífica y mutuamente beneficiosa. Esto requiere voluntad política y compromiso de todas las partes para resolver sus diferencias sin recurrir a la violencia.
Diplomacia y mediación: La diplomacia y la mediación desempeñan un papel crucial en la prevención y resolución de conflictos. Organizaciones internacionales, líderes religiosos, diplomáticos y mediadores pueden desempeñar un papel fundamental en este proceso, fomentando la confianza y trabajando hacia una paz duradera.
Compromiso con los derechos humanos y la justicia, puesto que muchos conflictos surgen debido a la violación de los derechos humanos, la desigualdad o la injusticia.
Educación y promoción de la paz. La educación desempeña un papel clave en la prevención de conflictos y la promoción de una cultura de paz. Al promover la educación en valores como la tolerancia, el respeto mutuo, la empatía y la resolución pacífica de conflictos, se puede cultivar una mentalidad que valore y busque la paz en lugar de recurrir a la violencia.
Voces proféticas defensoras de la paz
A lo largo de la historia de la humanidad, ha habido líderes destacados que se han opuesto a la guerra y han abogado por la paz.
Recorrido por los distintos Pontificados desde Pío XII
Pío XII. La Iglesia en el mundo de la postguerra. En el siglo XX, especialmente después de las devastadoras Guerras Mundiales, el Magisterio de la Iglesia Católica comenzó a adoptar una postura más crítica y cautelosa hacia la guerra. La encíclica Pacem in terris del Papa Juan XXIII en 1963 condenó la guerra total y enfatizó la importancia de la paz y el diálogo en las relaciones internacionales. Sobre la carrera de armamentos y el desarme escribe el Papa Juan XXIII estas necesarias y actuales reflexiones:
“...Vemos, con gran dolor, cómo en las naciones económicamente más desarrolladas se han estado fabricando, y se fabrican todavía, enormes armamentos, dedicando a su construcción una suma inmensa de energías espirituales y materiales. Con esta política resulta que, mientras los ciudadanos de tales naciones se ven obligados a soportar sacrificios muy graves, otros pueblos, en cambio, quedan sin las ayudas necesarias para su progreso económico y social…" (nº 109).
La razón que suele darse para justificar tales preparativos militares es que hoy día la paz, así dicen, no puede garantizarse sí no se apoya en una paridad de armamentos. Por lo cual, tan pronto como en alguna parte se produce un aumento del poderío militar, se provoca en otras una desenfrenada competencia para aumentar también las fuerzas armadas. Y si una nación cuenta con armas atómicas, las demás procuran dotarse del mismo armamento, con igual poder destructivo.
Francisco en Fratelli tutti, recuerda “... Como decía san Juan XXIII, «resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado»
Pablo VI. Discurso en las Naciones Unidas
Pablo VI el 4 de octubre de 1965, en este discurso a los representantes de los Estados, habló, convencido de que esta Organización representa el camino obligado de la civilización moderna y de la paz mundial. Mencionó la voz de los muertos como la de los vivos; de los muertos, caídos en las terribles guerras del pasado soñando en la concordia y la paz del mundo; de los vivos que han sobrevivido a ellas que condenan de antemano en sus corazones a quienes intentan renovarlas; de otros vivos, además: las generaciones jóvenes de nuestros días que avanzan confiadas, esperando con justo derecho una humanidad mejor. Las relaciones entre los pueblos deben regularse por el derecho, la justicia, la razón, los tratados, y no por la fuerza, la arrogancia, la violencia, la guerra y ni siquiera, por el miedo o el engaño. Y pide que nunca jamás los unos contra los otros; jamás, nunca jamás.
¿No es con ese fin sobre todo que nacieron las Naciones Unidas: contra la guerra y para la paz?
Escuchad las palabras de un gran desaparecido: John Kennedy, que proclamaba: «La humanidad deberá poner fin a la guerra, o la guerra será quien ponga fin a la humanidad».
Juan Pablo II. La guerra es incapaz de ofrecer la justicia
Las divisiones causadas por la Segunda Guerra mundial nos recuerdan que la fuerza al servicio de la “voluntad de poder” es un instrumento inadecuado para construir la verdadera justicia.
Nada se pierde con la paz, todo puede perderse con la guerra, decía Pío XII siguiendo las huellas del Papa Benedicto XV, el cual después de haber utilizado todas las vías para evitar el primer conflicto mundial, no dudaba en calificarlo de “inútil masacre”. Y Juan Pablo II tomaba el mismo argumento cuando, el 20 de enero de 1991, ante la guerra del Golfo dijo: “La trágica realidad de estos días pone de manifiesto aún más que con el recurso a las armas no se solucionan los problemas, sino que se crean nuevas y mayores tensiones entre los pueblos”.
Juan Pablo II, en su encíclica Evangelium Vitae, de 1995, y el Papa Francisco, en su encíclica Fratelli tutti, de 2020, han llamado a un compromiso firme con la no violencia y a la promoción de una cultura de paz.
Época del Concilio Vaticano II
Mentalidad nueva. Prohibición absoluta de la guerra. El Concilio nos insta a preparar una época en que, por acuerdo de las naciones, pueda ser absolutamente prohibida cualquier guerra. Esto requiere el establecimiento de una autoridad pública universal reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos... La paz ha de nacer de la mutua confianza de los pueblos y no debe ser impuesta a las naciones por el terror de las armas; por ello, todos han de trabajar para que la carrera de armamentos cese finalmente, para que comience ya en realidad la reducción de armamentos, no unilateral, sino simultánea, de mutuo acuerdo, con auténticas y eficaces garantías…/
Acerca de los problemas de la paz y del desarme, los sondeos y conversaciones diligente e ininterrumpidamente celebrados y los congresos internacionales que han tratado de este asunto deben ser considerados como los primeros pasos para solventar temas tan espinosos y serios, y hay que promoverlos con mayor urgencia en el futuro para obtener resultados prácticos.
El Concilio Vaticano II expresó claramente su postura y su deseo de promover la paz y la no violencia.
La Constitución Gaudium et Spes, una de las principales constituciones del concilio, aborda la relación de la Iglesia con el mundo contemporáneo y ofrece directrices morales y éticas. Condena firmemente cualquier acto de violencia y subraya la importancia de la paz y la justicia.
El documento señala que "la guerra destruye la vida humana, viola el orden moral, siembra el odio y la división, arruina las energías humanas y económicas, y pone en peligro el bienestar de las naciones". Enfatiza que la guerra no puede ser considerada una solución aceptable para los conflictos entre naciones y subraya la necesidad de encontrar medios pacíficos para resolver las diferencias.
Benedicto XVI. La guerra, matanza inútil
El papa Benedicto XVI afirmó que la “Guerra Santa” va contra Dios, durante su discurso en el Aula Magna de la Universidad de Ratisbona, el 12 de septiembre de 2006. Para Benedicto XVI, la afirmación decisiva de esta argumentación contra la conversión mediante la violencia, es que no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios.
Mensajes por la Paz
Desde el año 1968, con el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, al principio del año, los papas aluden, con un mensaje, a la Paz.
Prohibición absoluta de la guerra. Es el leit motiv de todos los mensajes
“...Debemos procurar con todas nuestras fuerzas una época en que, por acuerdo de las naciones, pueda ser absolutamente prohibida cualquier guerra. Esto requiere el establecimiento de una autoridad pública universal reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos…”.
El papa Francisco y el peligro de una guerra nuclear
El Papa se quejaba en febrero de 2022 de que a pesar de los esfuerzos diplomáticos, se están abriendo escenarios cada vez más alarmantes.
La gran ganadora en toda guerra es la industria armamentista. Este es uno de los negocios más exitosos del mundo. Rusia, China y Estados Unidos tienen armas nucleares, mucho más potentes que las que arrasaron Hiroshima y Nagasaki en 1945. Es lamentable que en el mundo se destine 195 veces más dinero a armas que para las inversiones sociales de salud, educación, investigación y superación de la pobreza.
Toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal. No nos quedemos en discusiones teóricas, tomemos contacto con las heridas, toquemos la carne de los perjudicados.
Las religiones y la guerra
En muchas guerras y conflictos, los líderes religiosos de ambos bandos afirman que Dios está de su lado. Desde las Cruzadas en 1095 hasta hoy día, hemos visto innumerables conflictos librados en nombre de la fe en un dios.
En nombre de Dios muchas veces se ha matado y hasta se han declarado las cruzadas o guerras santas, a pesar de que nada es menos santo que ir a una guerra por motivos religiosos.
Decir “Dios está con nosotros” no basta para que una guerra sea “religiosa”. A lo largo de la historia, la religión y la guerra con frecuencia han convivido. Han existido guerras en nombre de Dios, Alá, u otro seres celestiales.
La guerra no puede ser “santa”. La religión no puede alimentar conflictos. El Evangelio es siempre Evangelio de paz, y en nombre de ningún Dios se puede declarar “santa” una guerra”. La guerra y la violencia son siempre un fracaso. La religión no debe prestarse a alimentar conflictos.
Epílogo
Termino con un epílogo, donde constato el asesinato de hermanos que suponen las guerras. La guerra es la "madre de toda pobreza". Alusión a la guerra de Ucrania, postura belicista de la Unión Europea.
Llamamiento a poner fin al estilo cainita de toda guerra. El papa Francisco insiste en que la guerra destruye y no solo a los derrotados, sino también a los que se consideran vencedores. La guerra destruye a todos.
Necesitamos afirmar que la guerra es inmoral. La disuasión nuclear es inmoral, porque es apoyar la carrera de armamento hasta el infinito. Es utilizar el pan de los pobres para hacer armas y matar.
Recordando el Concilio Vaticano II, es urgente decir que “hay que pensar la guerra como mentalidad nueva”. (G.S. nº 80).
La postura de la disuasión nuclear no funciona. Se apoya en que “si se arman dos hasta al infinito no habrá guerra”
La advertencia de una guerra nuclear plantea un tema extremadamente serio y preocupante. La existencia de armas nucleares y la posibilidad de su uso representan una amenaza para la humanidad y el futuro del planeta. Y que el armamento nuclear es una inmoralidad. La posesión, no solamente el uso, es una inmoralidad. Poseer armas nucleares es inmoral, porque poseer lleva a la disuasión y la disuasión lleva a la guerra. La guerra siempre es inmoral. Se nos pide trabajar por un mundo nuevo no basado en las armas.
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