'La ciudad de los deseos ardientes', editado por San Pablo Una valiosa oportunidad para ahondar, desde las ciudades en crisis, en el arte, la fe y la religiosidad
Un libro para potenciar el encuentro con Dios en la todopoderosa monumentalidad de las calles y plazas de una ciudad, y no solo en la naturaleza rural, de paisajes recién estrenados que se ofrecen como otras tantas páginas sagradas de oración y contemplación
Bernardo Gianni da testimonio de las "miradas y gestos pascuales en la vida del mundo"
Fe, religiosidad, turismo, arte, historias y misterios, piedad y pecado, ascética y mística, mundos y extra-mundos… son conceptos, actividades y actitudes que suscita el libro recientemente publicado por “Ediciones Paulinas/San Pablo”, en sus colección “Mambré”, con el título La ciudad de los deseos ardientes. De 200 páginas, firmado por Bernardo Gianni, de 47 años de edad, quien se presenta como “abad del monasterio de san Miniato al Monte”, que se ha convertido en una figura destacada de la espiritualidad y de la cultura de la imponderable ciudad italiana de Florencia.
El hecho de haber sido precisamente este abad el elegido como director de los Ejercicios Espirituales predicados al papa Francisco, convierte el texto del libro “en una valiosa oportunidad para ahondar en el misterio pascual a través de una reflexión sobre las ciudades en crisis y la vida cotidiana actual”. En tiempos sociológica y religiosamente preocupantes del gigantismo de las ciudades, con desdichados y conscientes olvidos del resto de los pueblos “vacíos” o “vaciados” de la mayoría de los países, el intento de potenciar el encuentro con Dios en la todopoderosa monumentalidad de sus calles y plazas, y no solo en la naturaleza rural en la que los animales domésticos y sin domesticar, y paisajes recién estrenados, se ofrecen como otras tantas páginas sagradas de oración y contemplación sobrenaturales.
El subtítulo del libro –“miradas y gestos pascuales en la vida del mundo”, responde al convencimiento por parte del autor de que esta vida –la del mundo hoy- es, y así fue creada, a la “medida de Cristo” y del evangelio. Para su comprobación hace presente al abad san Bernardo, quien comentando el salmo 90, rememora el hecho y la imagen de la “vivida vita et vitalis”, es decir, “capaz de despertar más vida”, concluyendo que “este es el horizonte de nuestros testimonios y de nuestro proceso pascual, por obra y gracia de tan sagrado ministerio”. Así lo aclara el ejerciente -Ejercicios Espirituales Ignacianos- papa Francisco, con las palabras de que “el Señor ha entrado en nuestra ciudad como en la de Zaqueo y esto nos anima e insta a salir a la calle”.
El libro, el autor, el papa Francisco, los hermanos lobos, el hermano sol, las abadías, las megápolis, los pueblos pequeños y el refrendo del abad consciente de que Florencia es visitada por el Señor por su belleza y cultura, facilita “con ardor, sensatez, alegría pascual y vacacional” la aventura de la vida en el mundo, con acentuada proyección hacia el “Más Allá”, siempre en comunión en el ”Más Acá”, con el resto de la humanidad y como supremo acto y actitud de adoración a Dios.
Tal y como refiere el autor, “estamos aquí para esto: para programar y llevar a cabo, como recordó el papa Francisco el 10 de noviembre del 2015, justo debajo de la gran cúpula florentina, destacando lo que hoy significa el humanismo auténtico de la belleza, de la unidad y, sobre todo, de la caridad”.
“Turismo” y “Ejercicios Espirituales” no tienen por qué ser y vivir enemistados. Conviviendo uno y otro concepto, sus resultados y frutos resultan ser más provechosos para el alma y para el cuerpo. Y que conste que, ciudades como Florencia, o parecidas a ella, hay muchas por esos mundos de Dios, cristianos o no tanto. Tal vez lo que falten sean guías, abades o abadesas. Conste también que para dirigir los Ejercicios Espirituales de san Ignacio a un papa, hay que ser monje, y más que teólogo, ser y ejercer de poeta.