El Regional Norte1 de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, que comprende los estados de Amazonas y Roraima, está reunido en Manaos de 16 a 19 de septiembre, para realizar su asamblea anual, que en 2024 quiere profundizar en la reflexión sobe la ministerialidad. Un encuentro de carácter sinodal, del que participan 80 personas, representantes del laicado, vida religiosa, clero y los obispos, con el tema “Iglesia sinodal en la esperanza, discípula misionera”.

Iglesia sinodal en camino

El arzobispo de Manaos y presidente del Regional Norte1 de la CNBB, cardenal Leonardo Steiner, pidió “que nuestra Iglesia sinodal esté siempre en camino en la esperanza”. Una Iglesia en la que “conocemos las debilidades de nuestro Regional, sabemos dónde estamos, dónde nos encontramos, pero sabemos más, sabemos que queremos ser una Iglesia sinodal que vive de la Palabra y del Pan. Sabemos que no nos reunimos en torno a nosotros mismos, sino que nos reunimos en torno a Jesús, que nos alimentamos de su Palabra y de aquel que es pan”.

El cardenal se preguntó: “Si no tuviéramos la Palabra de Dios, ¿qué sería de nuestras comunidades?”, subrayando que en el hecho de que “en la asamblea nos reunimos en torno a Jesús y somos una Iglesia sinodal”, está “la diversidad de vocaciones y ministerios que aquí se reúnen, porque queremos ser cada vez más una Iglesia misionera, ser cada vez más una Iglesia discípula, una Iglesia que aprende”, una Iglesia que “busca el camino del discipulado y el camino de la actividad misionera”.

Sinodalidad en la Amazonía

Según el cardenal, “nuestras iglesias tienen razón de ser porque hay comunidades que hacen visible el Reino de Dios y su justicia”. En la Iglesia, recordando las palabras del Papa Benedicto XVI: “discipulado y misión son dos caras de la misma moneda”, y dentro del actual proceso sinodal, en el que Steiner es miembro de la Asamblea Sinodal, señaló que “la sinodalidad está presente en la Amazonía desde hace décadas”, viendo el encuentro de Santarém de 1972 como un momento decisivo en este caminar juntos. No debemos olvidar que “la sinodalidad tiene que ver con el Pueblo de Dios, formado por todos los bautizados”, dijo el cardenal.

La sinodalidad no es una cuestión restringida a la organización o al funcionamiento eclesial, sino que pertenece a la naturaleza misma de la Iglesia, subrayó Steiner. Para él, una Iglesia sinodal tiene que ser “un lugar abierto, donde todos se sientan en casa y puedan participar”, una Iglesia de proximidad, que tenga en cuenta los ministerios, carismas, servicios y dones del Pueblo de Dios. Una Iglesia que tiene en cuenta a las comunidades, “donde tiene lugar la vida de la Iglesia”, comunidades llamadas a ser “un lugar abierto, donde todos se sientan en casa y puedan participar”.

En esa Iglesia, “la fuente de todo está en el bautismo”, afirmó el obispo emérito de São Gabriel da Cachoeira, Mons. Edson Damian, que insistió en la necesidad de “descubrir y reconocer nuevos ministerios, tan necesarios para nuestras comunidades”, para lo que es fundamental la participación de las mujeres, que desde la primera Iglesia han sido protagonistas en la misión de la Iglesia, también en la Iglesia de la Amazonía.

Ministerialidad camino de sinodalidad

La ministerialidad, una cuestión sobre la que la asamblea reflexiona con la ayuda de la hermana Sonia Matos, y de los padres Elcivan Alencar y Raimundo Gordiano, es una cuestión apuntada en Querida Amazonía, que aboga por una Iglesia marcadamente laical. Para ello, la Iglesia del Regional Norte1 avanza centrada en lo esencial, remando juntos, según los vientos del Espíritu, para traer el Reino, siendo la ministerialidad el camino para caminar según el Espíritu en la sinodalidad.

Una Iglesia fundamentada en el bautismo, que se entiende como Pueblo de Dios, siendo los ministerios la forma de expresar la identidad y evangelizar, respondiendo a los signos de los tiempos. En esa Iglesia, el peligro es cuando el sacramento del orden prevalece sobre el sacramento del bautismo, lo que resulta en sacramentalización, reacciones de poder y tensión, los laicos vistos como colaboradores y no como corresponsables, con todo centrado en la parroquia y en la figura del párroco. Cuando prevalece el sacramento del bautismo, el sujeto eclesial es el discípulo misionero, extendiendo el cuidado al Cuerpo Cósmico de Cristo, con relaciones sinodales, promoviendo el discernimiento, en una comunidad ministerial.

Una dinámica que exige nuevos ministerios, destacando la ministerialidad de la mujer, algo inspirado en Querida Amazonia, que afirma que, en la Amazonía, “durante siglos, las mujeres han mantenido en pie a la Iglesia en estos lugares con maravillosa dedicación y ardiente fe”, porque “sin las mujeres, la Iglesia se desmoronaría, como se desmoronarían muchas comunidades amazónicas si las mujeres no hubieran estado allí para apoyarlas, preservarlas y cuidarlas”. De ahí la necesidad de que las mujeres participen en los espacios de decisión, se reconozca su carisma y ministerio, lo que no cambiará lo que las mujeres hacen, sino lo que son. Para ello, «no tengamos miedo, no cortemos las alas del Espíritu Santo”, en palabras de Querida Amazonía.