40 días navegando hacia la conversión - Domingo de la semana IV 26º Día: No caigamos en la tentación de participar de las obras estériles
Hoy en día existen muchos planes ocultos, contrarios a la voluntad de Dios, promovidos por quienes quieren ocultar la luz que viene de Dios, esa luz que ha guiado la vida de las personas y de los pueblos
Si el llamado de Dios necesita de una escucha atenta del clamor de los pobres y de la tierra al mismo tiempo, para nosotros «el grito de la Amazonia al Creador, es semejante al grito del Pueblo de Dios en Egipto (cf. Ex 3,7). Es un grito de esclavitud y abandono, que clama por la libertad»
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
Que el Dios Trinitario, ejemplo de vida en comunión, nos ayude a soñar con una Iglesia sinodal, donde sepamos descubrir los signos de los tiempos, y la presencia de un Dios encarnado de diferentes modos, en distintos lugares. Un Dios que nos ayude a discernir su presencia y a anunciarle en todos los rincones, también entre los que más lejos se encuentran; a ser una Iglesia en salida, que va al encuentro, que escucha y dialoga con todos. Que busquemos el bien para todos los que nos encontramos cada día y sepamos traer de vuelta a la Amazonía y a todos los lugares donde estemos, todo lo vivido en el proceso sinodal, y así hacer realidad aquello que Dios espera de nosotros.
Fragmento de una Lectura del día (cada uno es invitado a profundizar en las lecturas completas según su propia necesidad y criterio)
Hermanos: Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz. Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad.
Sepan discernir lo que agrada al Señor, y no participen de las obras estériles de las tinieblas; al contrario, pónganlas en evidencia. Es verdad que resulta vergonzoso aun mencionar las cosas que esa gente hace ocultamente. Pero cuando se las pone de manifiesto, aparecen iluminadas por la luz, porque todo lo que se pone de manifiesto es luz. Por eso se dice: Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará. (Efesios 5,8-14)
Reflexión desde la perspectiva del proceso sinodal amazónico
¿Qué es lo que le agrada al Señor? Esa es una pregunta que siempre ha estado presente en quien quiere vivir a partir de aquello que le agrada a Dios. La tentación de participar de las obras estériles de las tinieblas, es algo que siempre está ahí, como una amenaza para cada uno de nosotros, para la sociedad en la que vivimos y también para la Iglesia.
Hoy en día existen muchos planes ocultos, contrarios a la voluntad de Dios, promovidos por quienes quieren ocultar la luz que viene de Dios, esa luz que ha guiado la vida de las personas y de los pueblos. Desenmascarar esos planes debe ser una preocupación, también en nuestras comunidades eclesiales. El Papa Francisco nos anima a dar esos pasos, a empeñarnos en denunciar un capitalismo que mata, un sistema económico que acaba con los pobres y con nuestra Casa Común. Que la Palabra de Dios pueda ayudarnos a entrar en el camino de la conversión, que no debe ser solo personal, también social.
Contemplación
Contemplemos la imagen de este día y dediquemos un momento a reconocer nuestra propia vida y experiencia en la Iglesia y al servicio de la Amazonía para pedir luz en esta Palabra de Dios y así traer de vuelta todo lo vivido. Escribir mis peticiones particulares y permanecer en ellas durante este día. Hacemos una invitación a llevar un registro de todo lo que el Espíritu suscite en nosotros como preparación interior para poder asimilar mejor el proceso sinodal.
Cita para meditación de cierre
Los más poderosos no se conforman nunca con las ganancias que obtienen, y los recursos del poder económico se agigantan con el desarrollo científico y tecnológico. Por ello todos deberíamos insistir en la urgencia de «crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas, antes que las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico terminen arrasando no sólo con la política sino también con la libertad y la justicia». Si el llamado de Dios necesita de una escucha atenta del clamor de los pobres y de la tierra al mismo tiempo, para nosotros «el grito de la Amazonia al Creador, es semejante al grito del Pueblo de Dios en Egipto (cf. Ex 3,7). Es un grito de esclavitud y abandono, que clama por la libertad». (Querida Amazonía, 52)