La situación de los migrantes en Chile se ha convertido en una crisis que asola el norte del país. Ante esa situación, la Iglesia está haciendo lo posible para mitigar el sufrimiento de un colectivo que no siempre encuentra el apoyo necesario en la sociedad.

Este jueves, 6 de mayo, los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Antofagasta, se reunían con el Servicio Jesuita a Migrantes. En la pauta, las expulsiones administrativas, deportaciones y la vulnerabilidad jurídica y humanitaria que están experimentando las personas migrantes que se encuentran en condición migratoria irregular. Junto con eso, fue dado a conocer el trabajo que cada circunscripción eclesiástica está llevando a cabo en favor de los migrantes, como también los desafíos que trae aparejada la materialización de la Nueva Ley de Migraciones.

El objetivo es apoyar y defender a los migrantes, para lo que ha sido acordado generar un plan y organización que involucre a toda la Provincia Eclesiástica de Antofagasta, abarcando a las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta; la necesidad de generar modos y vías de comunicación comunes como una voz eclesial unificada; y la importancia de la incidencia que la Iglesia pueda hace en estas materias, a través de la contención espiritual y el diálogo franco y fraterno entre los diferentes actores involucrados.

Al mismo tiempo, se pretende llevar a cabo una labor de concientización de la comunidad creyente y a todas la mujeres y hombres de buena voluntad a tener un espíritu de acogida y fraternidad con quienes buscan convertir a Chile en su nuevo hogar.

En ese sentido, las diferentes iglesias están dando pasos concretos. Uno de ellos es Residencia Temporal para Migrantes que se está construyendo en Calama y que se espera esté funcionando en la primera semana de julio. El centro, en el que también serán acogidas personas en situación de calle, se está construyendo con containers dormitorios y de servicios higiénicos. Se trata de un proyecto impulsado por el obispo local, Mons, Óscar Blanco, quien pretende “dar dignidad a mujeres, hombres y niños que llegan a nuestro territorio desde países vecinos y no cuentan con las condiciones mínimas para su permanencia temporal”.

En palabras del obispo de Calama, refiriéndose a las personas en situación de calle, “se trata de dar dignidad a personas que le ha ido mal en la vida, un espacio para dignificar la vida”. En ese sentido, Mons. Blanco afirma que “creemos que como Iglesia tenemos que dar respuestas, pequeñas respuestas, pero tenemos que dar respuestas”.

Con Informaciones de la Conferencia Episcopal de Chile

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