Combatir el azote del clericalismo Francisco, el Papa empeñado en que la Iglesia sea Pueblo de Dios
Un clericalismo que se traduce en una Iglesia que es “el supermercado de la salvación”, donde los sacerdotes son “meros empleados de una multinacional”
La gran cuestión es el poder, quién manda, quién decide y el método que se usa para ello
“La mujer del santo pueblo fiel de Dios es reflejo de la Iglesia. La Iglesia es femenina, es esposa, es madre”
La esperanza es que este Sínodo, especialmente el tiempo que transcurrirá entre las dos sesiones de la Asamblea, pueda ayudar a asumir la Iglesia que le gusta a Francisco, la Iglesia que es santo pueblo fiel de Dios
“La mujer del santo pueblo fiel de Dios es reflejo de la Iglesia. La Iglesia es femenina, es esposa, es madre”
La esperanza es que este Sínodo, especialmente el tiempo que transcurrirá entre las dos sesiones de la Asamblea, pueda ayudar a asumir la Iglesia que le gusta a Francisco, la Iglesia que es santo pueblo fiel de Dios
| Luis Miguel Modino, enviado especial al Vaticano
Uno de los grandes legados del Concilio Vaticano II fue la concepción de la Iglesia como Pueblo de Dios, una imagen muy presente en el pensamiento del Papa Francisco, siempre empeñado en que las decisiones del último concilio sean asumidas en la Iglesia. Él es consciente de la dificultad, pero continúa firme en su propósito y no pierde oportunidad para mostrar su postura.
Un rapapolvo en toda regla
Lo vivido el miércoles durante la 18ª Congregación General de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos puede ser definido como un rapapolvo en toda regla, por el tono, con ese deje porteño que usa cuando quiere dejar las cosas claras, y por el momento en que lo hizo, antes de que empezasen las discusiones en torno al Documento de Síntesis que dará a conocer los elementos presentes en esta primera sesión de la Asamblea Sinodal, que fue iniciada el 4 de octubre y será clausurada el domingo 29.
Parece que a algunos se les atragantaron las palabras. Uno se imagina la cara de aquellos que en las sastrerías eclesiásticas en Roma se prueban “sotanas y sombreros o albas y roquetes con encajes”. Que a Francisco no le gustan esas cosas lo dejó claro desde su aparición en público poco después de ser elegido Papa, una postura que ha manifestado en repetidas ocasiones, a pesar del poco caso que algunos, también presentes en el Aula Sinodal, le hacen.
El azote del clericalismo
Unas palabras con las que quiere combatir el clericalismo, del que ha dicho muchas veces que es un pecado, y del que, en su intervención de este miércoles, hablaba diciendo que “es un látigo, es un azote, es una forma de mundanidad que ensucia y daña el rostro de la esposa del Señor; esclaviza al santo pueblo fiel de Dios”. Un clericalismo que se traduce en una Iglesia que es “el supermercado de la salvación”, donde los sacerdotes son “meros empleados de una multinacional”.
El Sínodo de la Sinodalidad quiere impulsar “la Iglesia como pueblo fiel de Dios, santo y pecador”, la Iglesia en la que le gusta pensar a Francisco. La gran cuestión es el poder, quién manda, quién decide y el método que se usa para ello. No es una cuestión de autoridad, el problema es el poder al que algunos se aferran para que se haga su voluntad, no la de Dios. Una Iglesia en la que se empuja, se pisa, se dan codazos para poder subir en el escalafón, para poder mandar, que no servir.
La Iglesia del ordeno y mando
En esa Iglesia del ordeno y mando, la Iglesia “pueblo sencillo y humilde que camina en la presencia del Señor (el pueblo fiel de Dios)”, se queda para atrás, es ninguneada, sólo interesa como mano de obra barata. Se apuesta por una Iglesia de elites, el “santo pueblo fiel de Dios” en camino, santo y pecador, no cuenta a la hora de decidir, a ellos no se les escucha, porque se les considera ignorantes. No interesa el cómo se cree y sí el qué se cree, la Doctrina por encima de la Caridad, mucho más presente en la pobre viuda del Evangelio.
Todos y todas, también los miembros de la jerarquía, somos bautizados y tiene que ser el Bautismo el que mande. Una Iglesia de hombres y mujeres que se expresa en “dialecto femenino”, una Iglesia de la que Francisco dice que es mujer, y es desafiada a asumir las actitudes de las mujeres, pues “la mujer del santo pueblo fiel de Dios es reflejo de la Iglesia. La Iglesia es femenina, es esposa, es madre”.
Asumir la Iglesia santo pueblo fiel de Dios
¿Descubriremos realmente la necesidad de una Iglesia Pueblo de Dios, una Iglesia donde el Bautismo nos iguala? ¿Cuándo dejaremos para atrás una Iglesia en la que algunos ministros “maltratan al pueblo de Dios, desfiguran el rostro de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales”? ¿Cuándo pediremos perdón por tantos desprecios, maltratos, marginaciones por parte del clericalismo institucionalizado?
La esperanza es que este Sínodo, especialmente el tiempo que transcurrirá entre las dos sesiones de la Asamblea, pueda ayudar a asumir la Iglesia que le gusta a Francisco, la Iglesia que es santo pueblo fiel de Dios. Para ello será necesario que todos y todas los bautizados se impliquen, pero también que quien puede hacerlo sea aspersor y no embudo.