Balance de su camino en la REPAM y la CEAMA Mauricio López, "REPAM y CEAMA son dos ríos que se encuentran, nuevos caminos sinodales para la Iglesia y la Amazonía"
“La REPAM fue naciendo de intuiciones muy marginales que se tornaron en germinales, y en pedagogías que habían sido consideradas periféricas, que se tornaron clave para este momento, no solo de la Iglesia en la Amazonía, sino quizás para la Iglesia en escala mayor”
“Los desafíos actuales de la REPAM hacen parte de su ciclo de vida, pero existen ya sobre una expresión viva y con un camino andado de un servicio eclesial relevante y significativo”
La CEAMA “es fruto de una necesidad explícita proveniente del discernimiento y de la escucha atenta a la necesidad de concreción de los anhelos del territorio”
“Nuestras vidas y nuestros procesos eclesiales son como los afluentes de los grandes ríos, como la convergencia de procesos inéditos, sinodales"
La CEAMA “es fruto de una necesidad explícita proveniente del discernimiento y de la escucha atenta a la necesidad de concreción de los anhelos del territorio”
“Nuestras vidas y nuestros procesos eclesiales son como los afluentes de los grandes ríos, como la convergencia de procesos inéditos, sinodales"
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
Mauricio López ha ido cerrando en los últimos meses su servicio en favor de la Iglesia y los pueblos de la Amazonía, donde durante más de seis años fue secretario ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica y en los primeros meses de su andadura sirvió como el secretario interino de la Conferencia Eclesial de la Amazonía.
Para el actual coordinador del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM, “el sentido de pertenencia de la Iglesia va mucho más allá de los servicios que prestamos o los cargos que ostentamos”. En su opinión han sido “años de una vivencia muy profunda de la misión de la Iglesia en este territorio”, llegando a ser casi 10 años desde el acercamiento inicial con Cáritas Ecuador donde comenzó un proceso de intercambio y aprendizaje mutuo con el territorio Amazónico.
Se fueron plantado “las primeras semillas de una red territorial a nivel país (Ecuador) que incluía seis vicariatos, que paulatinamente se fue ampliando en perspectiva Panamazónica”. A ello ayudaron diferentes testimonios, “como el Equipo Itinerante, instancias como el CIMI, en Brasil, el CAAAP, en Perú, y otras”, afirma Mauricio. Según él, “los servicios y el modo mismo de acompañamiento se fueron generando en función de las necesidades pastorales que íbamos descubriendo junto con el territorio y la gente que ahí vivía, tanto con los pueblos como con la Iglesia”.
En eso, Mauricio López descubre sobre su propia misión que “estos son servicios que necesariamente tienen un ciclo”, y que no es posible estar en esos servicios para siempre. Por eso insiste en que “se confirma la validez de las intuiciones de nuestro discernimiento y la calidad de nuestros servicios cuando cumpliendo ciclos razonables, somos capaces de movernos para que vengan otros tonos, otros signos, porque la Iglesia es riquísima en diversidad, y tiene que ser también multicolor, así como son los carismas, por eso es necesario saber cuándo es el momento adecuado para cerrar un ciclo y abrirse a uno nuevo. Este es el proceso mismo de la vida”.
Quien ha sido su secretario durante sus primeros años de vida, recuerda que “la REPAM fue naciendo de intuiciones muy marginales que se tornaron en germinales, y en pedagogías que habían sido consideradas periféricas, que se tornaron clave para este momento, no solo de la Iglesia en la Amazonía, sino quizás para la Iglesia en escala mayor”.
En ese sentido, ante la pregunta sobre qué sucedería si un día la REPAM acabase por cualquier motivo externo o interno, siempre ha sido consciente de que “no pasaría nada en el sentido de perder la misión, ya que la intuición ha sido del Espíritu, y ello produciría, como al inicio de este caminar, el buscar siempre los nuevos caminos, nuevas formas, respondiendo a las experiencias encarnadas, para acompañar a los que viven esas realidades encarnadas”. Por eso, afirma que “una situación de conclusión, o necesidad de cerrar un proceso, nos llamaría siempre a encontrar otro nuevo camino, tal y como ha sucedido con el nacimiento de la REPAM, o de otras instancias que son medios para la construcción del Reino, nunca fines en sí mismos”.
“No hay que tenerle miedo a asumir servicios que son generados a partir de la experiencia misma del acompañamiento territorial y del compartir el camino con presencias encarnadas de la Iglesia”, según Mauricio López. En su opinión, “las problemáticas que hoy se tienen en las diversas redes, que son fuertes, suceden sobre la base de un camino andado, de una estructura ya existente y de servicio, de prioridades definidas, de una legitimidad grande, de relaciones institucionales, y de incluso acceso a recursos”.
Se puede decir, en palabras de Mauricio, que “los desafíos actuales de la REPAM hacen parte de su ciclo de vida, pero existen ya sobre una expresión viva y con un camino andado de un servicio eclesial relevante y significativo”, y esto hace que con “el tipo de problemática actual, siempre nos preguntemos, día a día, cómo seguir siendo fieles al discernimiento permanente y a la realidad concreta que desde los gritos de los pobres y la hermana madre tierra nos interpela”.
El objetivo siempre ha sido claro para quien fue el primer secretario ejecutivo de la REPAM, “ir a esos sitios complejos, donde quizás hay que comenzar a tejer, siempre a muchas manos y a muchos corazones, sin muchas certezas, para ir poco a poco avanzando y abriendo nuevos caminos. A veces dando unos pasos adelante y otros atrás, siempre en una cierta incertidumbre institucional, inseguridad en lo orgánico, pero que hace más fuerte la fidelidad al discernimiento en lo esencial, lo pequeño, la encarnación que sucede en la fragilidad”.
Al analizar la CEAMA, la ve como otro proceso vivo, pues “en realidad las primeras conversaciones sobre la necesidad de un organismo eclesial panamazónico surgieron en la escucha del Sínodo, es decir meses antes de la Asamblea de octubre 2019”, algo que era claro, fuerte, evidente, según Mauricio, en vista de una estructura “que respondía a necesidades de otra dimensión, y superando la perspectiva de identidad de red”.
En su opinión, “la institucionalización de la REPAM no era la salida, en su discernimiento y llamado fundacional ella debía permanecer como una red con conexión directa al territorio, y no institucionalizada. Por ello, ante los mandatos del Sínodo Amazónico, que provenían de las voces del propio territorio en la escucha del Sínodo, era evidente la necesidad de crear un organismo amplio en clave sinodal, pero ciertamente institucional para abordar algunos de los más complejos desafíos de largo plazo y con una necesidad más estructural que la Iglesia en el territorio, y que las voces del pueblo, habían afirmado”.
En ese camino recuerda conversaciones con los cardenales Hummes y Barreto y el foro temático de preparación al Sínodo con el CELAM, donde fueron dados los primeros pasos sobre la necesidad imprescindible de una nueva estructura eclesial Panamazónica con un rol de articulación. Ahí también se fue descubriendo la manera de nombrar esta propuesta y la necesidad de llevarla adelante a partir de lo que estábamos escuchando como necesidades a ser confirmadas y respondidas por el propio Sínodo.
En sus palabras, Mauricio recuerda las propuestas que aparecían durante la escucha y en el Sínodo, como el rito amazónico, algo “de tal complejidad, de tan largo aliento, que necesita una estructura de fondo, legitimada por la propia Santa Sede para poder llevar adelante este proceso”. También la Universidad Amazónica, los procesos formativos territoriales, estructurados y a largo plazo, el camino para desarrollar y acompañar el diaconado permanente, el impulso a los nuevos ministerios y el diálogo con las instancias formales de la Iglesia en todos sus niveles para poder hacerlos realidad.
Todos estos elementos, insiste Mauricio, “necesitaban de una estructura si iban a ser llevados adelante con profundidad y seriedad, más allá de las palabras y los buenos deseos”. Todo eso se fue tratando en el aula sinodal, con la aportación de diferentes participantes, pues “en realidad había una sensación de esta necesidad”. Para ello, recuerda “reflexionamos conjuntamente con el Cardenal Barreto, Mons. Cabrejos y algunos colaboradores cercanos, el modo de compartir esta intuición que recogimos de la escucha previa, pero que debía ser presentada debidamente en el Aula Sinodal y a través de nuestras intervenciones”.
La CEAMA, insiste Mauricio, “es fruto de una necesidad explícita proveniente del discernimiento y de la escucha atenta a la necesidad de concreción de los anhelos del territorio”. Según él, “quizás algunos no lo comprendieron, y todavía siguen con dudas, pero más allá de los temores, la pregunta de fondo es cómo, quién y con qué capacidades se llevarán adelante algunas de las más complejas y estructurales necesidades de la Iglesia en el territorio, y confirmadas como acuerdo en el Sínodo”.
En sus palabras insiste en que “lo que nos enseña esta experiencia es que, a pesar de vivamos experiencias de enorme plenitud, como lo fue el Monte Tabor para Jesús y sus más cercanos compañeros, la Transfiguración, donde hay la tentación de quedarnos ahí en el mismo sitio y poner tres tiendas y permanecer, siempre es más fuerte el llamado a continuar el camino hacia el proyecto que Dios nos va revelando”. Podemos decir que “nuestra identidad y misión es para la construcción del Reino, y para ello hemos de seguir buscando siempre nuevos caminos que nos permitan acercarnos a ello”.
Mauricio afirma que “el cierre de mi ciclo en la REPAM era una decisión tomada hace años, yo sabía que pasando el Sínodo tenía que cerrar el ciclo, por coherencia con el proceso mismos, por cansancio, por dejar otros vientos entrar que dieran nueva vida a la red como está sucediendo ya y lo vivo con enorme gratitud y esperanza”.
En referencia al nacimiento de la CEAMA, recuerda la primera reunión, inmediatamente de terminar el Sínodo, con los cardenales Hummes, Czerny y Barreto en Santa Marta, donde se vio la necesidad de empujar el proceso hacia adelante y de asegurar que esa nueva estructura propuesta tuviera posibilidad de nacer y comenzar. Junto con otras instancias, CLAR, Caritas Latinoamérica y CELAM, empezaron a organizar el proceso, donde desde el principio él asumió el papel de secretario interino, disponiéndose a estar el tiempo que hiciera falta hasta que la CEAMA naciera, tuviera las condiciones de comenzar su itinerario, y acompañar todo el proceso de constitución de la misma en medio de fuertes resistencias en los distintos niveles.
Mauricio insiste en que siempre se ha considerado a sí mismo como “un servidor, puente, y sobre todo llamado a abrir caminos a la luz del discernimiento, a pesar de mis profundas limitaciones”. En ese sentido, se siente contento con la transición y agradecido con el padre Alfredo Ferro por asumir este rol de secretario ejecutivo de la CEAMA de manera permanente. En la REPAM seguirá por un tiempo como asesor y en la CEAMA como delegado del CELAM, en el que coordina el Centro de Redes y Acción Pastoral, al que está adscrita la propia CEAMA, con su necesaria autonomía.
En palabras de Mauricio López “nuestras vidas y nuestros procesos eclesiales son como los afluentes de los grandes ríos, como la convergencia de procesos inéditos, sinodales, que están dando vida a la Iglesia, y que no nos pertenecen, que vienen de hace casi 60 años del Concilio Vaticano II, y del origen mismo de la identidad de nuestra Iglesia como verdadero Pueblo de Dios”.
En la génesis de la CEAMA se explica cuál es la diferencia con la REPAM. Mauricio insiste en que “existe claramente un grado de institucionalidad distinta y otro tipo de dimensión y de alcance en el sentido eclesial, esto es inédito, por cierto, pues no hay nada en el mundo como la CEAMA en cuanto a conferencia eclesial”. Para él, “en su novedad, el proceso de tejerla es un bello y complejo desafío, y existe claramente para asegurar que se lleven adelante las mociones del Espíritu, confirmadas en asamblea sinodal, que no podrían ser concretadas si no existiera una instancia como la CEAMA”.
Esta es la pregunta de fondo “¿sería posible el llevar adelante algunas de las 8 o 10 propuestas esenciales del Sínodo si no existiera algo como la CEAMA?”, según Mauricio. Él mismo responde que “claramente no”. Al mismo tiempo nos llama a recordar que “el Sínodo propone alrededor de 150 propuestas concretas. Lo esencial es que cada uno encuentro el sitio propicio y lleve adelante lo que le corresponde, y la CEAMA sirva como articuladora y anime aquello que sin ella no podría ser acompañado en dimensión, estructura y temporalidad”.
En ese punto cita el rito amazónico, al que ve como algo que podría ocupar “20 años de estudio profundo, proceso, reflexión, consulta, interacción con el Vaticano, definición de procesos”, dado que se requiere un grado de formalidad y de identidad estructural que solo podría aportar la CEAMA. Lo mismo con la Universidad Amazónica, “que va a pedir tiempo, fuerza, dedicación, largo plazo”. Para Mauricio, “es natural reconocer que ninguna otra instancia podría llevar adelante iniciativas con estas sin arriesgar perder su propia identidad o dejar de hacer aquello esencial a lo que está llamada a servir, sea una Iglesia particular, una instancia regional o una red”.
La CEAMA también viene motivada por el hecho de que “la REPAM no podría dejar de ser red articuladora, que escucha en el territorio, que integra esfuerzos aislados, que responde ágilmente y que denuncia y actúa con la libertad propia de su ser red”. En cuanto al rol de la CEAMA es “propiciar y acompañar a que se concrete la visión de Aparecida 2007, la de animar una pastoral de conjunto en la cuenca Amazónica. Animar y propiciar, no controlar o ser la instancia que implementa las acciones, pero sí la que ayuda a integrar”.
Se trata de “buscar una manera más articulada de hacer las cosas”, algo en lo que abrió camino la REPAM, que “empujó en áreas que estaban también en la periferia”. La CEAMA va a “pensar en animar el camino hacia una planificación pastoral de conjunto, pero no ejecutarla en su conjunto, sino animar a que cada instancia eclesial en el territorio participe y asuma la parte que le corresponde y así mantener el camino discernido en el Sínodo”.
En cuanto a la REPAM, ella “tiene mandatos específicos en el Sínodo que solo la REPAM puede hacer y debe de seguir haciendo”. Entre ellos, Mauricio enumera “la defensa de los derechos humanos de los pueblos originarios, el tema de reflexión y acompañamiento de los pueblos en aislamiento o contacto inicial, el observatorio socio pastoral de la realidad, los temas específicos de la red de comunicaciones, y otros tantos”, elementos que serán la gran contribución de la REPAM a la Iglesia de la Amazonía dentro del plan pastoral que se quiere encaminar.
“Hacer a la REPAM más institucionalizada, podría causar que ella responda mucho menos eficazmente a su llamado identitario de ser red, articuladora y que responde a las urgencias con suficiente autonomía”, afirma Mauricio, que también dice que “para la REPAM hacer otras cosas de más alta intensidad institucional significaría, posiblemente, abandonar su identidad, y esto se ha discernido en varias ocasiones y se ha definido que ella debe continuar siendo esta red insustituible, tal y como se definió en su nacimiento”.
No podemos olvidar que la REPAM hace parte de la CEAMA de modo orgánico y como cofundadora de la misma, insiste Mauricio López. Los animadores de la REPAM, el presidente, vicepresidente y secretario ejecutivo, son parte del Comité Ejecutivo y de la Asamblea de la CEAMA y por ello tienen el rol de “llevar todas las inquietudes que se vayan generando en esta fase inicial, de asegurar que no haya duplicidad o sobreposición de esfuerzos, y, por otro lado, ir encontrando los caminos particulares propios de la REPAM y llevarlos adelante”. Al elegir al secretario ejecutivo permanente de la CEAMA, “se buscó a alguien que pudiera conocer a fondo la experiencia de la REPAM, que la quiera y la sienta en el corazón, que haya hecho parte de todo el camino realizado en REPAM y en el Sínodo”, afirma Mauricio.
Dentro del plan de pastoral panamazónico, la REPAM, según quien ha sido su primer secretario ejecutivo, “estará encomendada, a partir de su propia experiencia, en los temas que le son más propios, a ser ella misma, como REPAM. En ese sentido considerada que “está garantizado que lo que es propio de la REPAM siga siendo llevado adelante por ella, y acompañado por la CEAMA, y viceversa”.
También se ha garantizado que “en todas las comisiones de la CEAMA, incluso en aquellas que la REPAM no lidera, esté alguien de la propia REPAM para asegurar esta debida conexión”, así como también estará un obispo como parte de la identidad del CELAM, alguien de la Vida Consagrada como parte de la CLAR, de Cáritas y del territorio, es decir indígenas, campesinos y/o agentes pastorales “para garantizar este esfuerzo mancomunado hacia un plan pastoral en conjunto, donde cada uno pueda aportar con lo que tiene y que no nos sintamos amenazados con lo que otros están haciendo”.
En ese sentido, Mauricio relata su preocupación con respecto a los temores y prejuicios iniciales sobre la CEAMA por parte de algunos miembros de la Iglesia, externos a ella, y de la propia REPAM, algo que se ha superado paulatinamente con el tiempo, y que se seguirá purificando siempre y cuando la CEAMA sea fiel a su llamado, y la REPAM al propio, y que continúen esta caminata eclesial inédita trabajando de modo conjunto.
Mauricio afirma que “para el nacimiento y la definición inicial de la identidad de la REPAM fue algo procesual, fue una pedagogía del Espíritu, el hecho de que cuando fuimos avanzando, muy pronto en el tiempo, nos fuimos dando cuenta que no tenía sentido hablar de los pueblos originarios, del territorio y de su identidad, sin que ellos fueran los que tuvieran esa voz”. En ese sentido, “el Sínodo muestra toda una evolución, un proceso que a la REPAM nos tomó todo ese tiempo para discernir, entender, abrir el espacio, aclarar dudas, quitar temores de algunas instancias, y crear los espacios, porque nos estábamos jugando el nacimiento mismo de la red. Teníamos que asegurar que cada paso permitiera la coherencia con la identidad fundacional, pero que fuera abriendo cada vez más espacio para la riqueza propia de la Amazonía, y que se pudiera garantizar la continuidad de todo este proceso en el tiempo”.
“Ahora, la presencia de los pueblos originarios en la REPAM es cada vez más orgánica, más viva, más cotidiana, y aunque todavía hay mucho camino por hacer, ha sido un proceso pedagógico muy bello”, insiste Mauricio. En ese punto, “para la CEAMA esto fue más sencillo, porque la REPAM dejó una escuela en ese sentido, así como también el propio Sínodo”, lo que motivó que desde el principio se estipuló la necesidad de contar con representantes de los pueblos originarios en los espacios de decisión de la CEAMA. También destaca la presencia de representantes de la Vida Religiosa y del laicado.
Mauricio se refiere a algunos cuestionamientos sobre CEAMA, que le parecen “legítimos en el origen, pero luego fuimos constatando que también una postura de cuestionamiento sin conocimiento de causa, o sin atender a las razones de fondo que se sustentaban en el discernimiento del Sínodo y el llamado a los nuevos caminos”.
En la CEAMA “se había tenido que crear una estructura estatutaria que permitiera que naciera esta nueva estructura inédita a pesar de las muchas resistencias de quienes se oponen a algunos de los caminos que propone el Papa Francisco. Era necesario que naciera y que pudiera de alguna manera recorrer los caminos canónicos de aprobación, y que esto pudiera asegurar su continuidad en el largo plazo”.
En su opinión “todos queremos caminar hacia una más efectiva igualdad en los espacios, y en ese sentido la CEAMA ha dado un paso delante desde su identidad misma y en su composición, y en otros temas hay mucho camino por recorrer, pero no podría ponerse en riesgo el nacimiento de la CEAMA al implementar algunas cuestiones que representan más complejidad”. Finalmente, comenta Mauricio, “es una propuesta inédita, con miras en el largo plazo, pero que hunde sus raíces en la convicción de que lo que el Espíritu reveló en el discernimiento del Sínodo, debe llevarse adelante, si bien no en nuestro tiempo ‘cronos’, con la absoluta certeza de que Dios mismo va haciendo camino con nosotras y nosotros en este Kairós”.